"¡Gracias, trapenses de Dueñas, por tan maravilloso paradigma!" Saboreando la eternidad: Unos días en la Trapa

"Quisiera dejar aquí constancia de las jornadas que he transcurrido en la hospedería de la Trapa, en el Monasterio cisterciense de estricta observancia de San Isidro de Dueñas (Palencia)"
"A todos aquellos que brujulean con los nervios a flor de piel, me permito recomendar unos días en la Trapa porque lo mejor que puede referirse tras pasar unos días acoplado a la vida de los cenobitas es que se saborea la eternidad"
"Transcurrir unas fechas junto a unos santos varones que desde las 4:15 de la madrugada arrancan los oficios divinos representa una usanza inigualable"
"Transcurrir unas fechas junto a unos santos varones que desde las 4:15 de la madrugada arrancan los oficios divinos representa una usanza inigualable"
Cada persona, en la medida de sus circunstancias y posibilidades, elige su modo de descansar. Un alto porcentaje opta por la playa; otros, por la montaña. No faltan quienes prefieren o no les queda más remedio que permanecer en su localidad. Como se ha formulado de muchas maneras, el ocio no consiste en no hacer nada, sino en cambiar de actividad para retornar con renovadas energías a la que resulta más habitual.
En mi caso, compagino el ocio y el negocio, porque investigar y trasladar conocimiento son para mí experiencias compatibles con el disfrute. Valga la digresión de recordar que, en la Grecia clásica, quienes acumulaban posibles seleccionaban preferentemente el ocio, entendido no como holganza, sino como el tiempo para el desarrollo personal.
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Cuando se les acababan los caudales, no les quedaba más alternativa que dedicarse al negocio, nec-ocio, es decir, a ganar dinero para retornar lo antes posible a la apasionante tarea de hacerse más persona.

En julio y agosto, por motivos profesionales y personales, he viajado por una decena de provincias españolas. Quisiera dejar aquí constancia de las jornadas que he transcurrido en la hospedería de la Trapa, en el Monasterio cisterciense de estricta observancia de San Isidro de Dueñas (Palencia). Allí se encuentra enterrado san Rafael Arnaiz, burgalés que entregó su alma al Creador con tan solo 27 años. Una extrema diabetes acabó con su devenir modélico. Fueron múltiples sus enseñanzas. Una reza así: “lo mejor es el silencio, amar y callar”. En carta de 12 de enero de 1934 a sus tíos afirmaba: “todo se reduciría a alabarlo (a Dios) sin cesar, a bendecirlo y ensalzarlo y entonar continuamente un glorioso canto de acción de gracias y de agradecimiento”. ¡Desafiante proyecto! Mucho más puede encontrarse de la Trapa y de san Rafael Arnaiz en “2000 años liderando equipos” (Kolima, 2020).
Paredaña al monasterio, se enclava una hospedería que, conforme a la primitiva regla benedictina, raíz de los cistercienses, acoge hasta un máximo de 20 personas, con un límite temporal de una semana. Gente, en fin, que anhela orillarse a la profunda y vivificante espiritualidad trapense.
El origen de la innovadora mutación del Císter se encuentra en Armand Jean Le Bouthiller de Rancé. Este superdotado francés con apenas 13 años publicó una edición griega de Anacreonte, con notas históricas, mitológicas y gramaticales. Tras dispares idas y venidas, incluida la desaforada ambición de un prestigioso obispado que ocupaba un tío suyo, experimentó una honda conversión. Renunció a títulos nobiliarios y pilotó la reforma. Su lema fue “constante presentimiento del paraíso”.
"Transcurrir unas fechas junto a unos santos varones que desde las 4:15 de la madrugada arrancan los oficios divinos representa una usanza inigualable"

La reseña es acertada, porque lo mejor que puede referirse tras pasar unos días acoplado a la vida de los cenobitas es que se saborea la eternidad. En una reflexión precedente, apunté que la vida es un casting para el Cielo. Transcurrir unas fechas junto a unos santos varones que desde las 4:15 de la madrugada arrancan los oficios divinos representa una usanza inigualable. Escuchar la salmodia de los textos del Antiguo y Nuevo Testamento en boca de esos testigos del más allá, no deja indiferente. Es obvio que la mayoría de quienes aparcan sus quehaceres diarios para engolfarnos en esa vivencia trascendente somos creyentes. No faltan, sin embargo, quienes, en busca de un sentido para la vida desde una perspectiva desnortada, tratan de asomarse a la infinitud en tan buena compañía.
La semana transcurrida se ha marchado volando. La conversación con uno de los monjes, sincera, reposada, profundamente eficaz, es de los mejores recuerdos que puede uno llevarse. Las horas en la bella nave gótica en la que se desarrollan los oficios divinos y la misa encuadran la excepcional práctica, que me permito recomendar a todos aquellos que brujulean con los nervios a flor de piel, porque olvidamos que estamos de paso y nos tomamos demasiado en serio realidades que dentro de poco serán evanescentes recuerdos. ¡Gracias, trapenses de Dueñas, por tan maravilloso paradigma!
Conocer que, en esas fechas, durante sus silenciosas colaciones, han arrancado con la lectura de mi obra “2000 años liderando equipos” me ha emocionado.

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