Fortea: "Nunca he tenido miedo en un exorcismo"

– ¿Es cierto que es usted uno de los dos únicos exorcistas de España?
–Yo sólo soy un sacerdote que ora por la gente que viene a verme a la parroquia, por las personas que tienen influencias demoníacas. Y en España, sacerdotes dedicados a esto hay cinco, aunque en algunos lugares no quieran que se sepa.
– ¿Qué es una influencia demoníaca?
–Es un fenómeno por el cual demonios influyen en una persona, sin llegar a poseerla. Suelen influir en la mente, a veces en el cuerpo, pero por más que el sacerdote orara mucho rato, no llega a producirse nunca un estado en el que ellos pierdan la consciencia, el demonio los sacuda en el suelo y hable a través de ellos.
– ¿Todo eso puede llegar a ocurrir?
– Se puede llegar al punto de la posesión, en los pocos casos que eso sucede. No suele haber muchos. Sin embargo, hay quienes se han metido mucho en el esoterismo y han llegado a entregarse totalmente como medium a esas entidades. Hay personas que tras practicar esoterismo o santería durante meses o años quedan poseídos. La norma general es que sólo queda poseído el que se pone en peligro.
– ¿Recibe muchas peticiones de personas con influencias demoníacas?
–Muchas. Otra cosa es que los casos reales sean pocos. Me llama gente de todas partes. El goteo es continuo. Ahora hay más casos que antes, porque el esoterismo se ha extendido más. Allí donde reina la ley de Cristo, donde nadie mete su mano en el más allá, los casos son mínimos.
– ¿Cómo se distingue una influencia demoníaca?
–Es complicado si se tienen en cuenta todas las excepciones, las enfermedades y la complejidad de la mente. Pero el procedimiento es sencillo: alguien viene a verte, oras por él, y si empieza a notar que le duele el abdomen, le oprime la cabeza, tiene náuseas o empieza a escupir una baba densa, y cosas de ese tipo, es señal de que hay una influencia.
– ¿Se puede confundir entonces con una enfermedad psíquica?
–Sí. Puede haber una enfermedad que les lleve a adoptar este tipo de reacciones, porque la enfermedad les lleva a adoptar un comportamiento histriónico.
– ¿Con qué síntomas llegan estas personas a verle?
–A la mayor parte les ocurren cosas muy raras, que les hacen pensar que hay algo espiritual de fondo. La otra cosa que les hace dudar es que muchas veces está en relación con haber ido a alguien que les hiciera una limpieza, o un conjuro para encontrar un novio o un trabajo... No son necesariamente personas creyentes. Vienen creyentes, ateos, musulmanes, budistas, ortodoxos y gente de todo tipo de creencias o de increencias.
– ¿Cómo se pasa de una influencia demoníaca a una posesión?
–Es habitual que la persona ha ido a un santero, o a una bruja para que le haga un rito, y que por la noche sienta presencias, o empiece a tener pesadillas horribles todas las noches, o tenga momentos en que entre en trance... Sucede aunque la persona haya sido muy escéptica.
– ¿Qué le parece la película de El Exorcista?
–La parte del sacerdote y del ritual está bien reflejada. Pero la parte de la posesa es como el catálogo de todo lo que puede suceder en miles de exorcismos, teniendo en cuenta que ni el color de los ojos ni de la cara cambian como en la película. Es cierto que en la literatura sobre el tema se refiere que ha habido levitaciones, pero ha habido una por cada miles de casos.
– ¿Las dudas que tiene el padre Karras también se producen?
- Entre los sacerdotes que se dedican a esto, no. Pero yo le he dado muchas vueltas, muchas, para poder explicarlo todo de un modo natural. Porque al escribir libros, al hablar con tantos psiquiatras y haber estado en congresos médicos, me he visto en la obligación de hacer de abogado del diablo, de intentar explicar todo esto sin tener en cuenta el espíritu. No tengo dudas, pero comprendo a aquellos que las tienen sin conocer este campo. Pero sabemos que hay algo que va más allá de la psicología de la persona. No es posible que determinadas enfermedades se curen sólo orando.
A sus 40 años, la del padre José Antonio Fortea ha sido una vida llena de experiencias que a más de uno le costaría creer. Pero su último libro, Memorias de un exorcista, es más bien un retrato de la faceta menos conocida de su vida, mucho menos que la de reconocido exorcista: la de su trabajo sacerdotal. “Sé que la gente va a comprar el libro buscando historias del demonio, pero en realidad lo que cuenta es mi paso por el seminario, mi vida como párroco de un pequeño pueblo en el campo, mis experiencias como capellán en el Ejército...”, explica José Antonio Fortea mientras muestra su último libro.
“El título original del libro era Entre los libros y los demonios, que hace referencia a una de mis grandes pasiones, que es la literatura”, cuenta el sacerdote, apasionado también de la caligrafía artística, el paseo, el cine y las bandas sonoras. “Me encantan la suite de Forrest Gump, la de Pleasentville, la banda sonora de American Beauty, la de El Piano, la de Pleasentville.