Hasta el Opus se desmarca de ellos

Hasta el Opus Dei se desmarca de ellos. Los ultracatólicos son cuatro, pero bien organizados y hacen mucho ruido. Siempre al acecho en busca de herejes (obispos, curas, religiosos, laicos y, hasta a veces, el mismísimo Papa). Para señalarlos, escarnecerlos y quemarlos en las modernas piras de sus pequeños templos online. Con tácticas ultras. Con chantajes evidentes. Con tanta radicalidad y tanto odio que se han pasado en la medida y han conseguido lo contrario de lo que pretendían: que hasta los más conservadores (y no digamos los moderados) en el seno de la Iglesia les den la espalda.

Hoy mismo un arzobispo de la Obra tan conservador como monseñor Gil Hellín lanzaba esta cara y tajante denuncia: "A veces, algunos sectores intraeclesiales tratan con menosprecio y hasta con hostilidad a instituciones y personas que, siendo bautizadas como ellos, tienen otras sensibilidades religiosas".

Hubo un tiempo en que los sectores más conservadores les hicieron la rosca. Era la época en que Alfredo Dagnino quería convertirse en el 'capitán' de todas las huestes ultraconservadores eclesiales. Y hasta le rondó la cabeza la idea de fundar un partido católico. Hasta crearon una especie de plataforma en la que estaban muchos de ellos. Desde 'Hazte Oír' a E-cristians, pasando por todos los demás grupúsculos talibanizados.

Después se fueron descubriendo sus conexiones con la secta de 'El Yunque', procedente de México y con sucursales abundantes en España. Vean este informe bastante completo.

Y primero los obispos y, después, los sacerdotes, religiosos y laicos fueron poniendo tierra de por medio. Los ultracatólicos ya no tienen quien les escriba. Viven jaleándose unos a otros, conscientes de que la inmensa mayoría eclesial les ha dado la espalda.

Porque, con el odio que destilan en todas sus intervenciones, dejan claro que no son católicos, aunque se erijan en inquisidores y guardianes de la ortodoxia. Y, además, dejan en mal lugar a la institución que dicen defender. La gente, al leerlos, piensa: 'Así no'. Porque no son los del 'mirad cómo se aman', sino del 'mirad cómo se odian'.

Pero no se darán por aludidos. El fanatismo les ciega. No hay peor enfermedad que convertir el seguimiento de Jesús en una ideología, sea la que sea. Y, para ellos, Jesús no es una persona a la que seguir (imitando su cercanía y preferencia por nuestros hermanos más pobres y olvidados), sino un cúmulo de creencias y una doctrina para arrojar a la cara de los que no piensan como ellos.

Sus más próximos les han desenmascarado. Y, de esta forma, han terminado con su poder. Por muchas hogueras que enciendan, por muchos anónimos que manden, por muchas cartas que escriban a la CEE y a la Curia romana, ya todo el mundo los conoce. Ya no engañan a nadie con su sedicente defensa de las esencias de la fe y del papado romano. Y, ahogados económicamente, irán haciendo mutis por el foro. O reducidos a lo que son: cuatro gatos iracundos y gritones.

José Manuel Vidal
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