Fervor, sin aflojar nunca

Espiritualidad

 Fervor, sin aflojar nunca

fervor

Fervor

¿Te acuerdas de aquellos versos de Lope de Vega? -"Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana". Ese suele ser con frecuencia el drama propio y ajeno. ¿Verdad? Ir dando largas al asunto. Y la realidad de este engaño es que, si ahora soy negligente y perezoso, más tarde lo seguiré siendo, pero en abundancia.

En algún momento hay que romper el círculo vicioso. Además, ¿quién me garantiza el mañana? Leía hace tiempo, y no me acuerdo en qué autor, que es necesario todos los días meditar en la muerte y pensar que "hoy" puede ser mi último día; mi última oportunidad de servir al Señor. Y no se trata de terror. No. Más bien de una posible realidad.

Vamos a procurar no aflojar. Conocemos personas de una gran ilusión espiritual en su juventud; han ido aflojando y luego se han aburrido de todo. Que no nos pase lo mismo. Las decisiones concretas que sean ahora mismo, no mañana.

Una tentación absurda a veces me asoma: pensar que he practicado muchas obras buenas. Y me parece absurdo porque en primer lugar el único que lo pienso soy yo. La realidad es lo mucho que me falta por hacer. Y para aprovechar algo me conviene interesarme por lo de cada día, a lo menudo. Y ver la voluntad de Dios aun en los detalles.

Cuando nos dedicamos a la oración, a veces se nos ocurren cosas buenas. Entonces conviene tomar en cuenta esas ocurrencias. Miradas con criterio de fe son auténticas inspiraciones de Dios. Los "fuertes" y presuntuosos desprecian esto como ocurrencias e imaginaciones. Piensan que Dios tiene cosas más importantes para hacer que preocuparse de las pobres criaturas. Yo no sé si han leído el Evangelio, en el que pone que aun de los lirios del campo se preocupa el Creador.

Todo esto te digo porque conviene estar siempre alerta y no practicar lo de "parada y fonda" en nuestro camino cada dos por tres. Eso de vivir a temporadas ya ocurrió demasiado en la juventud. Ahora el tiempo es breve y hemos de aprovecharlo bien. Es necesario, amigo, hermano mío, que fomentemos cada día el deseo de Dios. Y, si ya disfrutas de él, lo agradecerás al Señor con toda el alma. Es algo maravilloso. Y es algo tan práctico que mientras lo disfrutamos nos resulta más fácil, no sólo vivir para El, sino incluso la misma vida y sus trabajos. Si falta, todo parece cuesta arriba.

Y una de las causas por la que no crezco yo más de prisa y mejor en la vida espiritual es porque en largas temporadas he vivido de las rentas. Esa es mi desgracia. El no haber fomentado cada día y cada hora el deseo de Dios y de ser mejor. Además, voy comprobando que cuanto más me entrego a las cosas de Dios, más hambre tengo de El. Creo que tu experiencia será idéntica en este terreno. Y esta es la gran diferencia que hay entre las "realizaciones" y metas de esta vida. Disfrutas de ellas y luego te quedas vacío. No merecen la pena. En cambio, las cosas de Dios te dejan más hambre de El y a la vez mayor gozo y alegría de su posesión.

Leía en San Bernardo esta idea: no hay mayor señal de la presencia de Dios en un alma que el hambre y la sed de El, deseo de ser mejor. A toda costa es necesario este deseo. Vamos a fomentarlo con paz.

Yo estoy convencido de que no basta cualquier deseo de Dios para llegar a la santidad. Si esto fuera así, hoy sería yo santo. Pero ¿qué deseos han sido los míos? Totalmente ineficaces. Necesitamos "padecer" verdadera hambre, verdadera sed de Dios, constante, total. Vamos a pedírselo al Señor con humildad. ¿Qué mejor ideal? Esto nos va a comprometer. Nos va a exigir. Nos va a hacer vivir en una tensión de espíritu continua, pero nada nerviosa, sino pacífica y tranquila. Cuanto mayor sea el deseo, más empeño vamos a tener en los medios. Y a veces habrá que renunciar a mucho: dinero, seguridad, aficiones, y qué se yo cuantas cosas más.

Pero vamos a sentirnos con mucha mayor alegría incluso en este mundo. Querer. Quererlo con decisión. Como en los primeros momentos de nuestra conversión. ¿No te acuerdas? Este es, querido amigo, nuestro gran negocio, nuestro único negocio. Si este deseo es constante, todo se hace fácil. Si es tibio, sin mucha decisión, todo se resultará cuesta arriba. Vamos a repetirnos varias veces al día nuestro propósito total de seguir de cerca al Señor.

José María Lorenzo Amelibia  

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com  

Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/       

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.                                           Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba