1.- Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti. Y después de estar en la seguridad de tu refugio, ayúdame a ser generoso y fuerte para servir a mis prójimos en tu Reino.
2.- El Señor es la porción de mi herencia. Tú eres, Señor, el que me devuelve mi herencia.
3.- Tengo siempre presente al Señor: con Él a mi derecha no vacilaré.
4.- En el Señor se alegra mi corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
5.- Me enseñarás el sendero de la vida; me saciarás de gozo en tu presencia. (Del salmo 15)
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