La mies es abundante y los obreros pocos

La semana pasada en un articulo del diario intercomarcal –Regio7- se hablaba de cómo se está haciendo sentir la “crisis de vocaciones” en nuestro País y concretamente en Manresa y el obispado de Vic, donde se han cerrado varias comunidades en los últimos años.

Y ante el análisis, diríamos sociológico -en el que se hacía una lectura de los hechos, sin entrar en un terreno más teológico o espiritual-, nos surgieron muchas preguntas que pusieron sobre la mesa una preocupación generalizada y la pregunta: ¿tiene o no valor la vida religiosa hoy? ¿tiene sentido el sacerdocio? ¿tiene sentido y valor la fe, en una sociedad secularizada y a veces hostil al hecho religioso? Estas y muchas más…

Ocho días después, en el Evangelio del domingo, Jesús nos habla claramente: “En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias….”

Y Jesús nos exhorta a pedir al dueño de la mies, en el marco de una invitación constante a la alegría que se da en las otras lecturas del domingo. La realidad es la que es, y nada nos puede hacer dudar de que el Señor está en medio nuestro, de que continúa llamando y enviando, y por eso hemos de permanecer alegres, disfrutando del don de su llamada.

Tal vez, la tentación fácil sea hacer una lectura simplista de la hora que vivimos y de la “sequía vocacional”: Pedimos vocaciones como Él nos dijo, ¡y no nos las manda! ¿Pedimos mal? ¿Pedimos que su palabra seduzca a muchos jóvenes para que anuncien con alegría el Reino, o pedimos el relevo, personas que continúen nuestras obras?

Yo estoy en el grupo de los que nos hemos fiado de Su Palabra y le hemos seguido en la vida religiosa y puedo decir que “estoy feliz, porque me ha tocado un lote hermoso y me encanta mi heredad”, y por eso, ante la adversidad o ante los interrogantes sin responder, no me cuestiono la validez ni la utilidad del seguimiento de Jesús, simplemente creo que es un tiempo para vivir con confianza la fe que profesamos: No quedaremos defraudados.

Hoy hablamos de secularización y de una sociedad laica y plural, pero no podemos negar que también nuestra época está marcada por una profunda búsqueda de lo trascendente. La gente lo busca en la New Age, en las sectas, en las nuevas religiones orientales. En lo extravagante y en lo esotérico. Parece que hay un rechazo a lo institucional y a la jerarquía, y sin embargo surgen también grupos que se enrolan en movimientos catalogados como ultra conservadores. Tal vez sea por lo que tienen de contraste con la sociedad secularizada, o por lo que tienen, también de exótico.

En medio de esta lectura, uno constata que los monasterios de vida contemplativa siguen teniendo una silenciosa presencia significativa en nuestra sociedad, y que son muchos los que se sienten atraídos a ellos: unos por los grandes edificios, otros por la liturgia, y seguramente muchos también por el misterio de la seducción de Dios en el corazón de los que le buscan y oran por su pueblo.

En esta hora que nos toca vivir, renuevo mi confianza en el Dios de la Vida, y segun su invitación le pido que “envíe obreros a su viña”, no para secundar nuestros planes y proyectos, sino para que haciendo su voluntad, seamos memoria de Evangelio en nuestro mundo que le busca, aun sin saberlo.

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