Una noche ¡para no dormir!

Entre el final de la liga de ayer, y la llegada de la fiesta de San Juan, parece que los vecinos de Manresa –y de muchas partes más- se han puesto de acuerdo para gastar toda la pólvora que queda festejando, el triunfo del Real Madrid ( o que el Barça perdiera la liga), y la preparación de la Gran noche de la verbena, la conocida "noche de San Juan". De esta manera, por un motivo o por otro los vecinos tenemos serias dificultades para conciliar el sueño. Y cuando lo conseguimos, ya son casi seis de la mañana, hora en que las monjas estamos en pie para comenzar el día en oración ¡gracias a Dios, a esa hora si que hay silencio!

Después de pensar y renegar de tanto ruido que parece que no se acababará, decidí enterarme qué se celebra en “esa noche” que se prepara de manera tan sonora con ocho días de antelación. Y encontré de todo. Saqué mis propias conclusiones, y hoy las pongo en voz alta, por si alguno –que no va a la fiesta, y que tampoco puede dormir- quiere unirse cordialmente a la fiesta y a lo que ella evoca, además de la figura de San Juan el Bautista.

Dicen que “la noche de San Juan es mundialmente conocida como la noche que esconde la magia de los tiempos. Que en ella se hacen hogueras y se saltan, que se quema lo antiguo y se pasa a una nueva etapa”.

Después de leer esto, pensé: - ¿Por qué no soñar que realmente tanto ruido y tanta pólvora, tanta hoguera y tanto fuego no sea precisamente porque queremos que algo cambie, y por eso queremos quemar lo que es viejo y envejece el alma?

Sueño con que toda la pólvora del mundo se queme para este tipo de festejos, y ya nunca más para hacer arder las guerras que se cobran vidas humanas y alimentan el odio entre los hombres.

Dicen que “en la noche de San Juan, todo es posible, al menos lo sobrenatural, esta es la noche más corta del año y coincide con el solsticio de verano”.

Ya entiendo: esa noche las monjas no podemos dormir y lo que tenemos que hacer –si podemos- es pedir que realmente todo eso “sobrenatural” sea una realidad. Que el corazón tan endurecido de los humanos, se transforme, que deje de ser de piedra y que sirva para amar… Que lo viejo arda en las hogueras, y que la paz comience a despuntar en cada hombre y mujer, que de verdad quiere vivir de lo bueno y nuevo que anunció el dueño de la fiesta: El bautista, San Juan, ¡que para eso es su fiesta! y no en vano nos invitó a preparar el camino porque venía -¡y viene!- el que todo lo hace nuevo: Jesús.

Dice la leyenda que desde los tiempos más remotos, antes del cristianismo, durante esa noche tan corta, se practican todo tipo de ritos vinculados a la purificación, a la fecundidad, a la solicitud de bonanzas, y al alejamiento de males.

Os invito a encender las hogueras, a preparar los petardos y a celebrarlo, porque si recuperamos el espíritu de esta tradición, a lo mejor, nos purificamos de todo lo malo y de aquello que nos deshumaniza y endurece; tal vez venga un tiempo de bonanza, se alejen de nosotros todos los males, lcomo son la guerra, los prejuicios, el racismo, el egoísmo, el odio, la envidia, y todo aquello que tan fácilmente anida en nuestros corazones y que tanto mal nos hace.

Dicen que cuando el anciano Zacarías anuncio a sus familiares la buena y nueva del nacimiento de su hijo, encendió una hoguera y saltó sobre ella…. Y dicen que su hijo se llamó Juan, porque Juan quiere decir que “Dios es misericordioso”.

Comenzaré en estas noches de insomnio a pensar en qué voy a quemar en la hoguera de la noche de San Juan y no tendré problemas en alargar la lista, porque así me aseguraré de que todo sea nuevo.

Echad vuestras cosas viejas a la hoguera y compartamos todos la alegría de la fiesta de San Juan y no lo olvidemos, ¡Dios sigue siendo misericordioso!
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