"Nuestro candidato era, aunque no lo crean, el chiclayano-norteamericano, Robert Prevost. Ojo, también lo era de Jesús Bastante y de todo el equipo de Religión Digital, que no eran pocos. No era un desconocido para quienes habíamos seguido como entomólogos el Caso Sodalicio"
"Fue como un nuevo final para nuestra historia. Uno más, de los varios que ya había tenido. Si Bergoglio enterró al Sodalicio, Prevost fue su lápida de mármol. Ahora sí, no había vuelta atrás en este desenlace impecable, sin grietas"
"Si había alguien, entre los 133 cardenales electores, que la secta figariana no podía concebir como Sumo Pontífice, ese era Robert Prevost. Era su peor pesadilla. El peor escenario para su hipotética resurrección. Ni a Freddy Krueger se le habría ocurrido una cosa tan cruel para el Sodalicio. Pero eso fue lo que sucedió"
"Él se encargaba de supervisar en qué andaban sus gestiones emprendidas, si su apoyo había contribuido o no, hacía seguimiento de sus acciones y estaba siempre pendiente de que hubiese avances a favor de las víctimas y sobrevivientes del Sodalicio. Fue un aliado y un amigo invaluable"
"Además de los cardenales peruanos Pedro Barreto y Carlos Castillo, el oficial del Santo Oficio, Jordi Bertomeu, la periodista norteamericana Elise Allen, del portal Crux, así como los periodistas de Religión Digital, entre otros más, y dos insignificantes y desconocidos periodistas peruanos (agnósticos, para más inri), terminamos siendo los escuderos del nuevo papa León"
"Mientras que su institución, la Iglesia católica, mantenía un silencio de piedra ante los abusos del Sodalicio, Robert Prevost, el pastor sosegado y decidido, y de sonrisa bondadosa, se comportaba con una ética personal coherente con lo que pensaba"