#advientoenclavedemujer La tarea de discernir lo esencial de lo superfluo

La tarea de discernir lo esencial de lo superfluo
La tarea de discernir lo esencial de lo superfluo

Tercer domingo de adviento Evangelio según San Lucas 3,10-18

Tercer domingo de adviento Evangelio según San Lucas 3,10-18

Desde la perspectiva del ecofeminismo católico, este texto evangélico cobra un significado profundo al reconocer las acciones históricas de las mujeres y su compromiso con la justicia, la solidaridad y el cuidado de la creación. Cada versículo refleja lo que las mujeres han hecho, y siguen haciendo, como guardianas de la vida, del entorno y de las comunidades.

“Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”
Este versículo me recuerda la generosidad de mi hermana Ana María , siempre dispuesta a ayudar, a compartir lo que tiene con quienes más lo necesitan. Su vida es un ejemplo de entrega desinteresada, mostrando que el verdadero valor de lo que poseemos está en nuestra capacidad de compartirlo. También pienso en Sally, quien, con valentía y solidaridad, espera por horas en su camión en el desierto para rescatar a migrantes, ofreciéndoles una oportunidad de vida. Su ejemplo de entrega arriesgada encarna el compartir no solo lo material, sino la propia seguridad por amor al otro.

“No cobren más de lo establecido”
Pienso en la madre Lolita de Anáhuac, quien desde la cooperativa “El Ranchero Solitario” ayuda a campesinas y campesinos a vender sus productos a precios justos, desafiando las lógicas de explotación del mercado. También recuerdo a Siria Solís y a las compañeras barzonistas del Ejido Benito Juárez, quienes han luchado incansablemente contra la mina Mag Silver. Ellas son un ejemplo de cómo las mujeres defienden la tierra, la justicia y los derechos de sus comunidades frente a los intereses extractivistas. Asimismo, recuerdo a Estela Ángeles, Diana e Isela, quienes han dedicado su vida a acompañar a los pueblos indígenas de la Sierra Tarahumara, protegiendo sus tierras, su cultura y su dignidad frente a los embates de la violencia y la avaricia.

“No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”
Este versículo me lleva a pensar en Cinthia Chavira y su pareja Javier Corral, quienes han luchado contra la corrupción, enfrentándose a estructuras de poder profundamente arraigadas. Han pagado un alto precio por su compromiso con la verdad y la justicia, demostrando que la integridad no tiene precio. Aquí también incluyo a Minerva, quien acompaña con ternura y dedicación a mujeres víctimas de violencia machista en sus procesos legales, luchando contra un sistema que muchas veces revictimiza a las mujeres. Su trabajo es un acto de justicia restaurativa y una muestra de esperanza para quienes más la necesitan.

“Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo”
En esta humildad de Juan el Bautista, reconozco a todas las mujeres que preparan el camino para algo más grande. En particular, pienso en quienes trabajan desde las bases, como Lolita, Siria, Estela, Diana, Isela y tantas otras que, sin buscar protagonismo, siembran semillas de esperanza y transformación. Ellas encarnan el llamado a servir con humildad, reconociendo que nuestra labor es abrir paso a una justicia que trasciende nuestras propias fuerzas.

“Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja”
La tarea de discernir lo esencial de lo superfluo es algo que las mujeres hacemos todos los días. Recuerdo a las mujeres barzonistas que han decidido separar lo que construye comunidad de lo que la destruye, luchando por sus tierras y sus derechos. También pienso en Sally, quien en el desierto toma decisiones vitales para discernir cómo salvar vidas. Su trabajo con los migrantes separa lo superfluo de lo esencial, mostrando que lo importante no es la comodidad, sino el acto de cuidar la vida, aun a costa de la propia seguridad.

“Anunciaba al pueblo la buena nueva”
Finalmente, pienso en Lety, Marthita, Olaya, Doña Ema, y a través de ellas, en todas y cada una de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos. Ellas, con amor y valentía, se han convertido en heraldas de la esperanza, anunciando con sus vidas una buena nueva: que el amor de una madre es más fuerte que el miedo, que la búsqueda de la justicia no tiene fin y que la vida no se da por vencida. Igualmente, no puedo dejar de mencionar a Estela, Diana e Isela, quienes en su entrega diaria acompañan y fortalecen a los pueblos indígenas de la Sierra Tarahumara, manteniendo viva la lucha por la dignidad y los derechos de quienes son marginados.

Conclusión

Desde el ecofeminismo católico, este evangelio nos invita a reconocer y honrar las vidas de las mujeres que, como Ana, Lolita, Siria, Minerva, Sally, Cinthia, Lety, Marthita, Olaya, Doña Ema, Estela, Diana, Isela y tantas otras, han encarnado estos valores en sus luchas cotidianas. A través de estas mujeres, el evangelio se hace tangible, mostrando que el Reino de Dios no es una promesa lejana, sino una construcción diaria, tejida por manos femeninas que transforman la realidad con amor y resistencia.

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