El personal vaticano que asiste a los cardenales presta juramento sagrado el 5 de mayo Limpiadoras, cocineros, chóferes... Los otros 'guardianes' de los secretos del cónclave

“Declaro que presto este juramento con plena conciencia de que cualquier infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática (latae sententiae) reservada a la Sede Apostólica”
Es la pena a la que se arriesgan quienes, a partir del próximo 7 de mayo, una vez que comiencen las deliberaciones para el cónclave que habrá de elegir al sucesor de Francisco para convertirse en el 267º pontífice de la Iglesia católica, informen sobre lo que sucede en el interior de la Capilla Sixtina
“Declaro que presto este juramento con plena conciencia de que cualquier infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática (latae sententiae) reservada a la Sede Apostólica”.
Es la pena a la que se arriesgan quienes, a partir del próximo 7 de mayo, una vez que comiencen las deliberaciones para el cónclave que habrá de elegir al sucesor de Francisco para convertirse en el 267º pontífice de la Iglesia católica, informen sobre lo que sucede en el interior de la Capilla Sixtina.
Evidentemente, ese secreto vale para todos y cada uno de los 133 cardenales electores que franquearán las puertas de la icónica capilla, que se cerrarán ese día tras ellos a partir de las 16:30 horas. Pero también para todos aquellos que les atienden en todas sus necesidades.
Ascensoristas, enfermeras, sacristanes...
Un juramento de secreto perpetuo que afecta a “los funcionarios y asistentes del cónclave”, entre los que se encuentran los chóferes de los cardenales, los ascensoristas, los médicos, enfermeras y demás personal sanitario que durante esos días puede tener que atender a los purpurados, pero también al personal que cocina y limpia para ellos.

Igualmente prestarán juramento los sacristanes, los sacerdotes que estarán disponibles para confesar a los cardenales, todo el personal de los servicios técnicos, el coronel y el mayor de la Guardia Suiza Pontificia, así como el director de los servicios de seguridad del Estado de la Ciudad del Vaticano y algunos de sus asistentes.
Ese juramento tendrá lugar el 5 de mayo en la Capilla Paulina, cerca de la Capilla Sixtina, donde los cardenales efectuarán las votaciones en sesiones de mañana y tarde. Pero también habrán de jurar quienes asisten directamente al Colegio Cardenalicio, como el arzobispo Ilson Montanari, secretario del Colegio Cardenalicio; el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas; y un sacerdote elegido por el cardenal Pietro Parolin, quien preside el cónclave, para asistirlo en sus funciones.
“Universi Dominici Gregis”
Las reglas sobre este juramento vienen recogidas en la constitución apostólica “Universi Dominici Gregis”, emitida por San Juan Pablo II en 1996 y enmendada por Benedicto XVI en 2007 y 2013, según la cual, el cardenal camarlengo, actualmente Kevin J. Farrell, junto con tres cardenales asistentes (Luis Antonio Tagle, Dominique Mamberti y Reinhard Marx fueron elegidos para esa tarde durante la quinta congregación), aprobará a los miembros del personal elegidos para tener contacto con los cardenales durante el cónclave y, por tanto, obligados a prestar juramento con el evangelio en la mano.

Cada uno de ellos se obliga a “que de cualquier manera o en cualquier momento tenga conocimiento, de cualquier fuente, directa o indirectamente, sobre el proceso electoral, y en particular sobre la votación realizada en la misma, está obligado a guardar estricto secreto con toda persona ajena al Colegio Cardenalicio elector”.
Igualmente se jura “guardar absoluto y perpetuo secreto con todos los que no formen parte del Colegio Cardenalicio elector sobre cualquier asunto relacionado directa o indirectamente con las papeletas emitidas y su escrutinio para la elección del Sumo Pontífice”, así como, por supuesto, no utilizar dispositivos que puedan grabar de cualquier modo nada relacionado con el proceso electoral pontificio.
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