Hablemos más de Dios que del Papa ¿Hay un Gamaliel entre cardenales?

Hablar más de Dios que de la Iglesia

Me distraje al meditar las lecturas del pasado viernes (segunda semana pascual) prepararndo la homilía por el fruto del Cónclave. La lectura de los Hechos de los Apóstoles (5, 30-41) me hizo pensar en el papel Gamaliel: ¿Un ”tapado” a favor del legado de Jesús, el Mesías añorado por el pueblo? ¿Una intervención providencial del Espíritu Santo? ¿O un “recurso hábil del  Tathagâta” para salvarnos, como dicen los fieles budistas),

 El partido de los saduceos (una “derecha político-económico-religiosa”, que negaba la resurrección) había promovido el arresto de los apóstoles. Estaban celosos por la aceptación del mensaje mesiánico  por parte del pueblo sencillo. Estaban a punto de condenar a muerte a los apóstoles. Pero toma la palabra Gamaliel, un fariseo moderado y abierto, como lo eran también Nicodemo y otros “tapados” (cualificados para servir  de mediación entre israelitas y “jesuanos”.... Gamaliel dijo a la asamblea: “Si el proyecto de los seguidores de Jesús fuera cosa de hombres, fracasará; pero si es cosa de Dios no podréis destruirlos”.

 En contexto de novendiales, con inflación de quinielas pro-papables y falsas noticias anti-papables, se echa de menos que tome la palabra algún “tapado” humilde y audaz (quizás con silencio castellano como Blázquez, o con seny catalán, como Omella) que les quite a los Cardenales el miedo a votar alguien peligrosamente parecido a Juan XXIII, o mejor dicho, a Jesús el Galileo...

 Para bajar tensión asumiendo con humor la realidad aleatoria de las votaciones (en las que se prohibe entrar al Espíritu Santo), permítaseme recordar un episodio que hacía las delicias de González Fauss cuando se lo contaba violando el secreto jesuítico. Mencionaré nombres ficticios para salvar la privacidad (ahora ya fallecidos todos los interesados).

Estaban reunidos en Congregación Provincial los representantes de una comunidad religiosa para elegir al que iban a enviar a Roma para la Congregación General. En una primera votación salió el candidato “X” (un español moderadamente abierto, de línea semejante al anterior Superior General, el que había sido crucificado por el Papa JP el Fuerte) . Otros dos candidatos, Y ( un español ) y Z (un alemán) obtuvieron cada uno más de un 20 por ciento de votos (Y era centro izquierda  norteño y Z centro derecha teutónico) . En la segunda votación el buen candidato X bajó a solo un 15 por ciento. Los otros dos, muy igualados, subieron. En tercera votación, el candidato X bajó muchísimo y los otros dos subieron, pero siempre igualados.A la hora del café, comentamos en voz baja en: ¿Cómo es posible que, siendo la mayoría de los electores partidarios de X, saquen tantos votos solamente Y y Z?  Responde un buen amigo: Yo sigo votando a Y todo el rato para que no salga Z. Claro, los votos pro-Y eran contra Z y los votos pro Z eran contra Y.Eran votos del miedo.Habríamos necesitado un Gamaliel que nos quietase el miedo desde el principio para elegir a X.

 Al fin salió por los pelos, “ Y “ (¿el mal menor?) Al terminar la Congregación los que estaban fuera nos reprochaban que no hubiéramos votado desde el principio sin miedo a X. Curiosamente, el que salió elegido (Y), después renunció (por razón de salud) en favor de X.

Pero la historia no se detiene y el Espíritu tampoco, unos años más tarde fue elegido X y llegó hasta ser elegido para la mayor responsabilidad. Hoy ya están todos descansando en la vida eterna. Podemos permitirnos romper el secreto jesuítico, por si sirve para aprender la lección de la historia.

Y volviendo a Gamaliel... empecé este post rezando por la aparición de un Gamaliel, pero creo que será mejor terminarlo rezando por mí, porque, desde el cielo,  Francisco me está riñendo por ser desconfiado y me dice:

-El Espíritu Santo se colará en el cónclave, aunque se lo prohiba esa curia que yo no acabé de reformar del todo. Pero tú, ten fe, seguro que el Espíritu Santo va a suscitar algún Gamaliel que les quite el miedo a mis queridos cardenales.

-Ya lo se, hermano Francisco, ya lo se, pero no puedo remediar que soy unamuniano empedernido. Decía Don Miguel en una carta a Giovanni Boine, el 19 de marzo de 1907: “La Iglesia católica es irreformable”...

.No seas pesimista, dice Francisco, mis cardenales escuchan al Espíritu que les dice: “Seguid soñando con una iglesia que hable más de la gracia que de la ley, más de Jesucristo que de la Iglesia, más de la Palabra de Dios que del Papa! (Evangelii gaudium, n. 38)

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