"Francisco nos ha hecho dar un gran paso adelante, insistiendo en la sinodalidad como dimensión de la vida de la Iglesia" El mensaje de León a los obispos del mundo: "Cada uno de ustedes, como también yo, antes de ser pastores, ¡somos ovejas del rebaño del Señor!"

"El pastor es testigo de esperanza con el ejemplo de una vida firmement anclada en Dios y totalmente dedicada al servicio de la Iglesia", algo que sucede "en la medida en que se identifica con Cristo en su vida personal y en su ministerio apostólico"
La tarea del obispo "es velar para que ella se edifique en la comunión entre todos sus miembros y con la Iglesia universal, valorizando la contribución de los diversos dones y ministerios para el crecimiento común y la difusión del Evangelio"
"Una clara señal de prudencia es el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones, y también en la presidencia de los organismos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular"
"No se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza"
"Una clara señal de prudencia es el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones, y también en la presidencia de los organismos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular"
"No se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza"
"Cada uno de ustedes, como también yo, antes de ser pastores, ¡somos ovejas del rebaño del Señor!". Centenares de obispos de todo el mundo, muchos de ellos españoles, se encontraron este mediodía con el Papa León XIV en la basílica de San Pedro, con motivo del Jubileo de los Obispos. Algunos, por primera vez desde que fue elegido pontífice. Todos ellos escucharon las claves para ser un buen obispo: "Ser hombres de comunión, a promover siempre la unidad en el presbiterio diocesano, y que cada sacerdote, sin excepción, pueda experimentar la paternidad, la fraternidad y la amistad del obispo".
"Para guiar a la Iglesia confiada a nuestros cuidados, debemos dejarnos renovar profundamente por Él, el Buen Pastor, para conformarnos plenamente a su corazón y a su misterio de amor", arrancó Prevost su reflexión ante los obispos, en un discurso marcado por el lema del Jubileo y el llamamiento a la esperanza.
"Nosotros, los obispos, somos los primeros herederos de esta consigna, y debemos custodiarla y trasmitirla al Pueblo de Dios, con la palabra y el testimonio", glosó León XIV. "A veces, anunciar que la esperanza no defrauda significa ir a contracorriente, incluso contra la evidencia de situaciones dolorosas que parecen no tener salida. Pero es precisamente en esos momentos cuando mejor se manifiesta que nuestra fe y nuestra esperanza no provienen de nosotros mismos, sino de Dios".

El Obispo de Roma explicó a sus pares que "el pastor es testigo de esperanza con el ejemplo de una vida firmement anclada en Dios y totalmente dedicada al servicio de la Iglesia", algo que sucede "en la medida en que se identifica con Cristo en su vida personal y en su ministerio apostólico".
Rasgos de un obispo
¿Cuáles son los rasgos del testimonio de un obispo? En primer lugar, "el obispo es, ante todo, el principio visible de unidad en la Iglesia particular que le ha sido confiada". Su tarea, añadió, "es velar para que ella se edifique en la comunión entre todos sus miembros y con la Iglesia universal, valorizando la contribución de los diversos dones y ministerios para el crecimiento común y la difusión del Evangelio". En ese servicio, Prevost definió el papel episcopal como la de "maestro de la fe, como santificador y guía espiritual; anima su dedicación al Reino de Dios, para la salvación eterna de las personas, para transformar la historia con la fuerza del Evangelio".

En segundo lugar, "el obispo como hombre de vida teologal". Esto es: "el obispo es hombre de fe", un testigo, como lo fueron Abel o Moisés, quien "se mantuvo firme en la prueba". "Pensemos en las veces en que Moisés intercede por el pueblo ante Dios. Como él, el obispo en su Iglesia es el intercesor, porque el Espíritu mantiene viva en su corazón la llama de la fe", glosó.
"Cuando las familias llevan cargas excesivas y las instituciones públicas no las sostienen adecuadamente; cuando los jóvenes están decepcionados y hartos de mensajes falsos; cuando los ancianos y las personas con discapacidades graves se sienten abandonados, el obispo está cerca y no ofrece recetas, sino la experiencia de comunidades que tratan de vivir el Evangelio con sencillez y compartiendo con generosidad"
Al tiempo, "el obispo es hombre de esperanza", especialmente "cuando el camino del pueblo se hace más difícil, el pastor, por virtud teologal, ayuda a no desesperar; no con las palabras, sino con la cercanía". "Cuando las familias llevan cargas excesivas y las instituciones públicas no las sostienen adecuadamente; cuando los jóvenes están decepcionados y hartos de mensajes falsos; cuando los ancianos y las personas con discapacidades graves se sienten abandonados, el obispo está cerca y no ofrece recetas, sino la experiencia de comunidades que tratan de vivir el Evangelio con sencillez y compartiendo con generosidad".
Con fe y con esperanza, el obispo se convierte, también, en "hombre de caridad pastoral". "Toda la vida del obispo, todo su ministerio, tan diverso y multiforme, encuentra su unidad en lo que san Agustín llama amoris officium", donde "se expresa y se manifiesta al máximo grado su existencia teologal".

Y es que, añadió, "en la predicación, en las visitas a las comunidades, en la escucha a los presbíteros y a los diáconos, en las decisiones administrativas, todo está animado y motivado por la caridad de Jesucristo Pastor". "Su corazón es abierto y accesible, y así es también su casa", añadió León XIV.
Prudencia, pobreza y celibato
Tras esto, el Papa ofreció otras "virtudes indispensables: la prudencia pastoral, la pobreza, la perfecta continencia en el celibato y las virtudes humanas". En primer lugar, la prudencia pastoral, esa "sabiduría práctica que guía al Obispo en sus decisiones, en el gobierno, en las relaciones con los fieles y con sus asociaciones".

"Una clara señal de prudencia es el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones, y también en la presidencia de los organismos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular", insistió, recordandio cómo "el Papa Francisco nos ha hecho dar un gran paso adelante, insistiendo, con sabiduría pedagógica, en la sinodalidad como dimensión de la vida de la Iglesia".
"La prudencia pastoral permite al obispo guiar a la comunidad diocesana valorizando sus tradiciones y promoviendo nuevos caminos y nuevas iniciativas", planteó el Papa.
"Las personas pobres deben encontrar en él un padre y un hermano, sin sentirse incómodas al encontrarse con él o al entrar en su casa"
Junto a ello, la pobreza evangélica, que "tiene un estilo sencillo, sobrio y generoso, digno y al mismo tiempo adecuado a las condiciones de la mayoría de su pueblo". "Las personas pobres deben encontrar en él un padre y un hermano, sin sentirse incómodas al encontrarse con él o al entrar en su casa" abundó, reclamando que el obispo esté "personalmente desapegado de las riquezas y no cede a favoritismos basados en estas o en otras formas de poder".

"El obispo no debe olvidar que, como Jesús, ha sido ungido con el Espíritu Santo y enviado a llevar la Buena Noticia a los pobres", glosó. Finalmente, el Papa subrayuó el celibato. "No se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza".
A su vez, zanjó, "deberá ser firme y decidido al afrontar las situaciones que puedan provocar escándalo, así como cualquier caso de abuso, especialmente contra menores, ateniéndose a las disposiciones vigentes".
El obispo "deberá ser firme y decidido al afrontar las situaciones que puedan provocar escándalo, así como cualquier caso de abuso, especialmente contra menores, ateniéndose a las disposiciones vigentes"
También, el obispo debe atesorar otras virtudes, como "la lealtad, la sinceridad, la magnanimidad, la apertura de mente y de corazón, la capacidad de alegrarse con los que se alegran y sufrir con los que sufren; y también el dominio de sí mismo, la delicadeza, la paciencia, la discreción, una gran propensión a escuchar y al diálogo, la disponibilidad al servicio".