Andrés de Betsaida en la literatura apócrifa



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Andrés en el resumen de Gregorio de Tours (II)

El capítulo primero lleva un epígrafe algo difuso: “Sobre el apóstol Mateo y lo que sucedió en Mirmidonia”. Aunque no aparece el nombre de Andrés en el título del capítulo, su presencia en los sucesos de Mirmidonia es de absoluto protagonismo. Todo empieza como debían empezar, en opinión de Lipsius, todos los Hechos Apócrifos, con una escena del reparto de las tierras de evangelización. Por exigencia del tema, el texto refiere que Andrés abordó la predicación del Señor Jesús en Acaya, mientras que Mateo anunciaba la “palabra de la salvación” en la ciudad de Mirmidonia.

Sigue luego toda la tradición que narra los Hechos de Andrés y Mateo en la ciudad de los antropófagos (HchAndMt). Este capítulo resuelve, a mi parecer dos cuestiones debatidas sobre el tema. La primera es la relativa a la identidad del apóstol que comparte protagonismo con Andrés. Bonnet ser decantaba en su edición por Matías como ya lo hiciera J. Flamion, mientras que otros autores, como Erbetta y nosotros mismos, nos inclinamos por Mateo. El resumen de Gregorio no deja lugar a dudas. El compañero de Andrés en Mirmidonia es Mateo a todos los efectos.

La segunda cuestión se refiere a la eventual pertenencia de los HchAndMt al material primitivo de los HchAnd. Para Gregorio tampoco hay duda posible. La tradición sobre los acontecimientos de Mirmidonia va incluida entre los relatos de su resumen sobre los milagros de Andrés. J. Flamion (Les Actes Apocryphes de l’Apôtre André, Lovaina, 1912; París-Bruselas, 1911: Les Actes Apocryphes de l’Apôtre André. Les Actes d’André et de Mathias, de Pierre et André et les textes apparentés, Lovaina, 1911) y J. M. Prieur (Acta Andreae, CCSA 1-2, Brepols, 1989) niegan la pertenencia de los HchAndMt a los primitivos HchAnd. MacDonald (“The Act of Andrew and Matthias and the Acts of Andrew”, Semeia 38 (1986) 9-26; The Acts of Andrew and Matthias in the City of the Cannibals, Atlanta, 1990) la defiende partiendo del dato narrado por Gregorio de Tours y confirmado por varias versiones latinas. Esto querría decir que la tradición de los sucesos más importantes en este apócrifo se remontaría al siglo II aunque la redacción final fuera obra del siglo IV.

Flamion estimaba que los HchAndMt no eran una parte de los HchAnd, sino que formaban parte de un ciclo distinto de leyendas sobre el Protocleto. La tercera parte de su libro (209-324) tiene como título “Hechos independientes de la novela primitiva de Andrés”. Se refería concretamente a los HchAndMt.

Mateo había sido encarcelado, le habían sacado los ojos, lo habían cargado de cadenas con intención de darle muerte para que sirviera de alimento a los antropófagos. Un ángel del Señor se dirigió a Andrés para encomendarle la liberación de Mateo. El mismo Jesús, de incógnito, le proporcionó la nave precisa para llegar hasta la ciudad de Mirmidonia. Por los HchAndMt (5,2) sabemos que el mismo Jesús hacía de timonel. Andrés cumplió su misión, devolvió a Mateo los ojos y la libertad. Luego empezó a predicar a los habitantes de la ciudad “la palabra del Señor Jesús”. Pero los mirmidonios apresaron a Andrés, le ataron los pies y lo arrastraron por las calles y plazas de la localidad. Una vez más Dios acudió en auxilio de su siervo y realizó prodigios que convencieron a los antropófagos de la maldad de su conducta y de las razones de Andrés. En consecuencia, los habitantes de la ciudad se convirtieron a la fe y recibieron el bautismo.

En consonancia con el título general de la obra Libro de los milagros del bienaventurado apóstol Andrés, más de la mitad de los cuarenta capítulos son relatos más bien breves de milagros. Unos milagros que responden al esquema habitual de los signos realizados por Jesús y por los apóstoles: ciegos curados, leprosos limpiados, cojos sanados, demonios expulsados, muertos resucitados. Eran los elementos precisos para señalar la llegada del Reino según la respuesta de Jesús al requerimiento del Bautista (Mt 11,5).

En el resumen de Gregorio, aparecen sin grandes comentarios los siguientes relatos: el ciego iluminado (c. 2), el joven resucitado (c. 3), expulsión de siete demonios (c. 6), resurrección de un muerto (c. 7), la tempestad calmada (c. 8), el niño enfermo curado (c. 13), otro muerto resucitado (c. 14), curaciones en Filipos (c. 15), sanada la hija del rico Nicolás (c. 16), expulsión de un demonio (c. 17), resurrección de un soldado y del hijo del procónsul (c. 18), muerte de la gran serpiente y del joven envenenado (c. 19), rescate del joven ahogado (c. 21), cuarenta muertos resucitados (c. 24), curación de varios endemoniados (c. 27), conversión del fornicario impenitente por la oración de Andrés (c. 28), liberación de varios endemoniados (c. 29), curación de Maximila, esposa del procónsul de Patrás (c. 30), un enfermo sanado (c. 31), tres ciegos iluminados (c. 32), curación con agua del mar del paralítico ulcerado (c. 33), curación del criado de Estratocles (c. 34).

El capítulo 34 coincide ya con el inicio de los HchAnd griegos. Los cuatro capítulos que van del 34 al 37 resumen drásticamente el contenido de los HchAnd en las ediciones de Prieur y la nuestra. El capítulo 34 habla de la curación del criado de Estratocles, muy querido de su señor, narrada en HchAnd 3-5. El incidente de la urgencia orgánica del procónsul Egeates, obligado por las circunstancias a “purgar el vientre” para que los fieles tuvieran tiempo de abandonar con seguridad el pretorio, ocupa el c. 35 del libro de Gregorio y el c. 13 de los HchAnd. El martirio del Apóstol lo condensa Gregorio en el breve c. 36, que recoge también los detalles de su sepultura.

Todos estos capítulos forman el contexto y el desarrollo de la actividad taumatúrgica de Andrés. Pocas palabras acompañan la marcha de los acontecimientos. Como suele decirse, un hecho vale más que mil palabras, o lo que ello solo se alaba no es menester alabarlo. Es sin más la tozudez de los hechos. En la curación del criado de Estratocles, Andrés lo dejaba claro. En casos extremos como aquél, nada podían hacer ni magos ni charlatanes. Era el dedo de Dios.

Aunque los capítulos con narraciones de milagros sobresalen por el número en el bloque de los prodigios, hay otros pasajes que ilustran la figura de Andrés desde otros puntos de vista. Siempre con el foco puesto en las uirtutes. Porque de otros variados acontecimientos se desprende también la suprema lección del poder de Dios, presente en la palabra y en los hechos de su apóstol.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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