Verdadera y eterna dicha

Sinfonía n.º 2, Ustvólskaya

¡Feliz jueves! Ya hoy es día de ir recuperando la normalidad tras las fiestas navideñas; aunque, ojalá pudiéramos recobrar la normalidad tal y como la entendíamos hace un año. Aunque estamos todavía en el tiempo litúrgico de Navidad, vamos a descansar algo de música festiva y vamos a echar la mirada a una importante compositora del pasado siglo XX.

Galina Ustvólskaya

Es Galina Ustvólskaya (1919-2006), maestra rusa nacida en San Petersburgo. De hecho, nació en Petrogrado, vivió en Leningrado y murió en San Petersburgo, es decir, la misma ciudad con tres nombres distintas. Se graduó en el conservatorio y luego estudió con Shebalin y Shostakóvich; se dice que el maestro adoraba a su discípula llegando a decir que era Ustvólskaya quien había influido en él. La opinión de ella era otra y decía que él había acabado con sus sentimientos más sinceros y rechazaba su música. A partir de la década de 1950 su música cambió radicalmente haciéndose más desnuda y descarnada. A veces, compone sin barras de compás y con clústeres cromáticos que se intercalan entre líneas sencillas que parecen canto religioso.

Escuchemos su Sinfonía n.º 2 subtitulada «Verdadera y eterna dicha». Está llena de exclamaciones, con acentros extremos e indicaciones en la partitura como espressivissimo!!!, de forma que el mensaje de la obra también es muy críptico y trágico. También escuchamos clústeres con notas en cuartos de tono, en las seis flautas, los seis oboes y las seis trompetas. El ambiente general que suena como a un desastre natural, un terremoto que se hace eco de ese mundo suyo que se desmoronaba. No es para nada una sinfonía al uso y parece más bien una plegaria pero no dirigida al Jesús del Nuevo Testamento sino a ese Dios del Antiguo, lleno de furia y que causa temor.

La interpretación es de la Radio Philharmonic Orchestra dirigida por Reinbert de Leeuw.

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