Testigo directo del funeral por Miguel Olaortúa Laspra OSA "Monseñor, tú te vas, pero tus hijos nos quedamos"

Iquitos despide a Miguel Olaortúa
Iquitos despide a Miguel Olaortúa

"Nuestro querido obispo nos dejaba para ir a la casa de Padre, pero nosotros, sus hijos, nos quedábamos para continuar la labor que él hizo, nuestra iglesia amazónica seguía su caminar"

"Monseñor en vida expresó su deseo de quedarse con su pueblo amazónico aun después de la muerte como signo de entrega total en su misión"

"Mons. Miguel Olaortua Laspra, OSA, “nos ha adelantado” como decimos acá, porque sabemos que estamos en camino y que nuestra meta final es el encuentro con nuestro Dios cara a cara"

La iglesia del Vicariato de Iquitos ha vivido estos últimos días momentos muy intensos, dolorosos pero también llenos de esperanza. Nos ha tocado aceptar que nuestro obispo, Mons. Miguel Olaortua Laspra, OSA, partió a la casa del Padre de forma repentina y muy pronta el primero de noviembre, día de todos los santos, en la residencia episcopal de Iquitos.

Las primeras noticias confirmando su deceso se hacían públicas a las primeras horas de la mañana. Por la tarde de ese mismo día, a las 4:00 p.m su cuerpo era traslado, en medio de cantos, lágrimas y el repiqueo de campanas, de su casa a la iglesia catedral de nuestra ciudad para ser expuesta al pueblo de Dios.

Desde ese día hasta el cuatro desfilaron por su féretro cientos de personas que venían a despedir al pastor que guío la grey del Vicariato de Iquitos por más de ocho años. En el tiempo que estuvo siendo velado por la iglesia de nuestro vicariato se pudieron ver gestos de cariño y tristeza a la vez por parte de hijos que se sienten la partida de su padre espiritual. Se ha observado llantos, palabras de agradecimiento, ruegos por su eterno descanso y gestos silenciosos que también hablan del dolor y esperanza. En definitiva, el pueblo de Dios expresaba con su compañía el enorme aprecio que siente por su pastor Mons. Miguel Olaortua.

Monseñor Olaortúa
Monseñor Olaortúa

La misa por las exequias de nuestro obispo se realizó en la Plaza de Armas de nuestra ciudad. Fue una hermosa expresión de la catolicidad de la iglesia de Cristo, pues se dio con la asistencia de toda la Iglesia, y digo toda la Iglesia porque estuvieron presentes hermanos campesinos, animadores de las comunidades ribereñas, agentes de pastoral, personas de buena voluntad, obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas venidos de varias partes del Perú para acompañar hasta su última morada a nuestro querido Mons. Miguel, aquí en la catedral de Iquitos, porque el mismo monseñor en vida expresó su deseo de quedarse con su pueblo amazónico aun después de la muerte como signo de entrega total en su misión.

Oración ante el féretro de monseñor Olaortúa
Oración ante el féretro de monseñor Olaortúa

Bien pudo pedir ser llevado a su tierra natal y descansar al lado de sus familiares donde sus hermanos, sobrinos y demás parientes podían ir hasta su nicho a rezarle; pero nuestro obispo, coherente con el espíritu misionero que ha caracterizado por muchas generaciones a los agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, a la que él perteneció, no lo quiso así, sino que decidió que su morada final sea en el mismo lugar donde ejerció su labor como pastor.

Retumba en mi memoria la frase que repetían espontáneamente las personas al paso del cuerpo de Mons. Miguel, desde el estrado preparado para la misa de exequias hasta la catedral, donde sería enterrado: “Monseñor, tú te vas, pero tus hijos nos quedamos”, no estaba organizado, no estaba previsto, nadie había ensayado nada, pero todos los asistentes unidos por un mismo sentimiento lo repetían. Fue una hermosa frase que expresaba perfectamente el resumen de estos días. Nuestro querido obispo nos dejaba para ir a la casa de Padre, pero nosotros, sus hijos, nos quedábamos para continuar la labor que él hizo, nuestra iglesia amazónica seguía su caminar y su trabajo de hacer presente el Reino de Dios en medio de estas tierras calurosas.

La frase no había salido de un discurso elaborado por un teólogo, periodista o literato; había salido del corazón humilde y sincero de una anciana que impotente al no poder tocar por última vez el féretro de Monseñor Miguel sólo pudo decirle eso a la distancia y que, rápidamente adoptaron las demás personas; fui testigo privilegiado de ello porque junto a otros hermanos sacerdotes, yo llevaba aquel féretro de monseñor hasta su morada final.

Ante el féretro de monseñor Olaortúa
Ante el féretro de monseñor Olaortúa

Admito que había guardado la compostura en los días que duraba el duelo, no había llorado hasta ese momento, pero tras escuchar esa voz que se reproducía en otras voces más, no pude contener las lágrimas. A paso lento y con el llanto disimulado avanzaba hasta la puerta de la catedral para una oración final a cargo de Mons. Julián García, obispo emérito del Vicariato de Iquitos. El corazón me latía cada vez más rápido al saber que pronto le daría el último adiós, al igual que las cientos de personas reunidas en la plaza. Era momento de decirle adiós; de despedirnos de su cuerpo y darle la bienvenida a su recuerdo duradero y oraciones constantes por nuestra iglesia loretana.

Mons. Miguel Olaortua Laspra, OSA, “nos ha adelantado” como decimos acá, porque sabemos que estamos en camino y que nuestra meta final es el encuentro con nuestro Dios cara a cara. Él ha ido a la casa del Padre. Creemos firmemente, sin embargo, que no se fue del todo, no sólo su recuerdo queda con nosotros, su trabajo por los pobres, por llevar el evangelio de Jesucristo a todos los hombres y mujeres de nuestra amazonía, su ejemplo y consejos, también queda con nosotros y para nosotros sus oraciones desde el cielo. Ahora nos toca a seguir caminando, acompañados por él de una forma más espiritual, y aunque no sentimos su presencia física, siempre sentiremos su presencia en la iglesia porque estamos en comunión como Cuerpo Místico de Cristo.

El cuerpo de Mons. Miguel finalmente fue depositado en un nicho al lado izquierdo de la entrada de la catedral de Iquitos en una ceremonia privada al que, por el espacio reducido, pudieron asistir sus familiares venidos de España, los obispos que nos acompañaron, sacerdotes y algunas personas encargadas de sellar el nicho.

Nuestro querido obispo descansa en la Iglesia donde se encuentra su sede, la misma iglesia donde también reposan los restos mortales de sus antecesores Mons. Sotero Redondo, OSA y Mons. García Pulgar, OSA. Será el lugar a donde todas las personas que quieran podrán ir a seguir elevando una oración por su descanso y seguir pidiéndole su ayuda por nuestra iglesia amazónica, pues como se dijo en el discurso de despedida: “Aún contamos con tu ayuda para trabajar por la Iglesia de Iquitos”.

Descansa en Paz, querido Mons. Miguel Olartua Laspra, OSA.

Funeral Olaortúa

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