Leones en El Quijote



Leones en El Quijote

Cervantes, al introducir la aventura de los leones, en II.17, da remate cómico a la tradición legendaria del león vencido o domeñado por el caballero.

león: 18; leonado: 5; leoncitos: 2; Leonela: 44: [respondió Leonela: 3]; leonero: 15; leones: 34; leoneses: 1

león (doc. ±1140, del lat. leo, -onis, -onem ) m. «Latine leo, a graeco gr. léon; animal conocido universalmente, o vivo o pintado, aunque suelen decir, que no es el león tan bravo como le pintan; y esto se suele atribuir a los que publican por muy valientes. Dejado esto aparte, el león es animal ferocísimo, y juntamente generosísimo entre todos los animales después del hombre.», Cov. 761.b.7.

El león es el enemigo por antonomasia; por eso el vencerlo o el arrancarle una víctima es altamente simbólico: «Kitar de las garras del león; {o} Kitar de la boka del león. Kuando una kosa fue difikultosa de sakar o negoziar.», Corr. 421.a.

Locuciones verbales proverbiales: ««Sakar de las garras. Sakar de las uñas. Sakar de las uñas del león.» Kuando algo se saka de donde era mui difikultoso», Corr. 668.a.

Libros de Caballerías: «Y partiéndose de la cibdad el valeroso Conde, yendo por su camino, se dize que halló un gran león que llevava en la boca una criatura, y por la mucha gente que le siguía no se osava parar a comerla. Quando Guillén de Varoique se vio delante del león que llevava el niño en la boca, apeóse del cavallo muy presto y sacó su espada; y el león, que vio que venía contra él, dexó la criatura y arremetió contra el Conde, donde muchos quieren dezir que entre los dos fue una tan brava batalla que se venieron a abraçar, estando debaxo unas vezes el uno, otras vezes el otro; hiziéronse muchas llagas. Al fin el Conde sobrepujó de fuerça al león y matóle, y tomó la criatura en los braços, que era tan pequeña que aún mamava, y el cavallo de rienda, y fuesse a pie hazia la cibdad, que tan herido estava, que no podía cavalgar. Y assí caminando halló la madre con mucha gente que venían siguiendo el león, y dioles el niño.», J. Martorell, Tirante el Blanco, 1490, cap. XXXVIII, ed. MdeRiquer, 1990, p. 85.

|•| La frase hiperbólica de Sancho alude a la forma vulgar del adagio latino: Ex ungue leonem: ««Por la uña se saka el león». Komo en latín: «Ex ungue leonem».», Corr. 472.a.: • «el tal león, cuya debe de ser la tal uña, es mayor que una montaña.», II.17.41; ® leones: AVENTURA DE LOS LEONES

|| el furibundo león manchado: parece anticipo del sobrenombre de el Caballero de los Leones, que DQ llevará a partir de II.17 (Gaos).

Profecía del barbero: «—¡Oh Caballero de la Triste Figura! No te dé afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso. La cual se acabará cuando el furibundo león manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno», I.46.33. ® manchado

|| «El León de España»: ® Carolea.

|| León Hebreo: «judío natural de Lisboa, vivía en Castilla el año de 1492, en que la expulsión de los judíos, hecha por orden de los Reyes Católicos, le obligó a volver a su patria. De allí pasó a Nápoles y después a Génova, donde vivió ejerciendo la medicina. Escribió los Diálogos de amor, de que según D. José Rodríguez de Castro en su Biblioteca de Rabinos españoles, se hicieron tres versiones al castellano, una por Guedella Jahia, impresa en Venecia, año de 1568, otra por Garcilaso Inca de la Vega en Madrid el de 1590, y otra por Micer Carlos Montesa, que se publicó en Zaragoza, año de 1584, las dos primeras se dedicaron al rey D. Felipe II. Don Nicolás Antonio, en su Biblioteca Española, cita otra versión hecha por Juan Costa aragonés.», Clem. 1005.a. ® Hebreo

leonado (doc. 1490, de león ) adj. 'rojizo' :: 'rubio obscuro': «es una color rubia del pelo del león», Cov. 762.a.24; en heráldica 'esmalte rojizo'.

La vestimenta del loco de Sierra Morena: «los muslos cubrían unos calzones, al parecer, de terciopelo leonado, mas tan hechos pedazos, que por muchas partes se le descubrían las carnes», I.23.39.

Don Quijote en las calles de Barcelona: «Aquella tarde sacaron a pasear a don Quijote, no armado, sino de rúa, vestido un balandrán de paño leonado, que pudiera hacer sudar en aquel tiempo al mismo yelo.», II.62.15.

Aventura de los rebaños: «trae en el escudo un gato de oro en campo leonado», I.18.22. Más de un lector ha advertido lo gracioso que resulta, en esta logorrea paródica de don Quijote, el traer un gato en un campo leonado

leoncito (doc. 1605, dimin. despect. de león) m. || ¿Leoncitos a mí?: La pregunta de don Quijote, al provocar la aventura de los leones, se ha convertido en frase proverbial, para expresar quien la dice que no se acobarda ante un peligro o una amenaza: «—¿Leoncitos a mí? ¿A mí leoncitos, y a tales horas?», II.17.21.

Leonela (◊ castellanización feminizada del fr. Lionel de lion 'león' µ 'persona audaz y valiente') f. Leonela, tipo de crudo realismo, es confidenta y cómplice de Camila desde el momento en que ésta se rindió, I.34.36. ® «NOVELA DEL CURIOSO IMPERTINENTE»

|| su Leonela: lleva el posesivo expreso, en paralelo con su galán, para hacer ver qué debiendo comportarse como criada de Camila, no lo hace (Gaos): «aunque vio una y muchas veces que su Leonela estaba con su galán en un aposento de su casa, no sólo no la osaba reñir, más dábale lugar a que lo encerrase, y quitábale todos los estorbos, para que no fuese visto de su marido.», I.34.36.

leones enjaulados: Sobre la costumbre de tener fieras en las cortes, ver la descripción de la llegada del embajador de Persia a la corte de Praga, donde, dice el autor: «nos mostraron jaulas con animales extraordinarios: particularmente vimos cuatro leones y cuatro tigres, de los mayores que jamás pensamos ver», Relaciones de Don Juan de Persia, l604, II, v, ed. N. Alonso Cortés, Madrid, l946, p. 235.
Otro ejemplo en el Viaje de Turquía, ed. cit. II, p. 89.

|•| Aventura de los leones: «—El carro es mío; lo que va en él son dos bravos leones enjaulados, que el general de Orán envía a la corte, presentados a su Majestad», II.17.17. ® leones: AVENTURA DE LOS LEONES

||…leones…|| AVENTURA DE LOS LEONES, II.17 § 17-64. Frase proverbial: «De otros leones más bravos nos sabemos aká librar... nos avemos librado.», Corr. 682.b.

He aquí el testimonio de El Inca Garcilaso sobre el prestigio simbólico del león: «en toda parte, por ser animal tan fiero [el león], se deve estimar en mucho, principalmente si lo mata sin tiro de ballesta o arcabuz, como lo hizo Juan Ortiz. Y, aunque es verdad que los leones de la Florida, México y Perú no son tan grandes ni tan fieros como los de África, al fin son leones y el nombre les basta, y aunque el refrán común diga que no son tan fieros como los pintan, los que se an hallado cerca dellos dizen que son tanto más fieros que los dibuxados, cuanto va de lo vivo a lo pintado.», La Florida, p. 152.

Cervantes leyó sin duda ninguna en la obra de Avellaneda esta réplica de don Quijote: «Sancho, de aquí adelante no pienses asombrarme, aunque me pongas adelante más tigres que produce la Hircania, y más leones que sustenta la África», DQA, 4.4.

Esta aventura ofrece a don Quijote la oportunidad de demostrar su valentía ante el Caballero del Verde Gabán, que será su testigo privilegiado.

Como lo hizo con la aventura de los Molinos de Viento en la Primera Parte, el don Quijote cervantino llega al zenit de su propia trayectoria aventurera con esta aventura, que viene a ser la aventura por antonomasia de la Segunda Parte. En ambos casos la justificación compositiva del Autor es análoga: parodiar los libros de caballerías.

Una parodia de los libros de caballerías sería inconcebible tanto sin una aventura de gigantes (los molinos de viento y la aventura de los cueros de vino) como sin una aventura de fieras (los leones). Triunfando sobre estos dos enemigos altamente simbólicos de las fuerzas de la Naturaleza, el héroe se muestra capaz de imponerse a cualquier fuerza hostil, por malévola que sea.

En el caso de los leones, el Autor desea intensificar el aspecto de temeridad absoluta e integral de don Quijote, al hacer que su aventura constituya igualmente un acto de agresión contra la más odiosa autoridad estatal (FMV). No es, pues, indiferente que los leones pertenezcan al rey, ya que así la misma aventura plantea igualmente el conflicto del caballero con la autoridad suprema del rey (recuérdese, por ej., el conflicto de Amadís con el rey Lisuarte de Gran Bretaña). En este aspecto la aventura de los leones de la Segunda Parte hace juego con la de los de los galeotes de la Primera, ya que en ambas se entreve al rey como personaje desagradecido con el caballero y presto a dar oídos a malos consejeros, actitudes ambas habituales en la tradición caballeresca.

Don Quijote recuerda episodios caballerescos en los que el héroe vence a leones feroces, en Palmerín de Oliva, Primaleón, Belianís de Grecia, etc. (Ver las citas de Clemencín).

En el Amadís de Gaula la lucha con un león del rey Perión de Gaula, futuro padre de Amadís, bajo la mirada admirativa de su futuro suegro, el rey Garínter de Bretaña, ennoblece el linaje del propio Amadís, cuyo hijo Esplandián, será en su día amamantado por una leona:

«Y tomando sus armas descendió del cavallo, que adelante espantado del fuerte león ir no quería, poniendo su escudo delante, la espada en la mano, al león se fue, que las grandes bozes que el rey Garínter le dava no lo pudieron estorvar. El león, assí mesmo, dexando la presa contra él se vino, y juntándose ambos teniéndole el león debaxo en punto de le matar, no perdiendo el Rey su gran esfuerço, heriéndole con su espada por el vientre lo hizo caer muerto ante sí, de que el rey Garínter mucho espantado entre sí dezía: —No sin causa tiene aquél fama del mejor cavallero del mundo.», AdeG, p. 229.

¿Ha querido don Quijote provocar una aventura de puesta en libertad de leones, por antítesis con la de encerramiento del propio Amadís de Gaula?: «Amadís, que la gente vio que fuían al muro y a las torres y quedava dellos libre, en tanto que los fuertes leones se empachavan en los que tenían ante sí, fuese luego lo más que pudo a la puerta del castillo, y saliendo fuera cerróla tras sí, de guisa que los leones quedaron dentro; y él se assentó en una piedra muy cansado, como aquel que havía muy bien guerreado, su espada desnuda en la mano», AdeG, p. 465.

La asociación del león con el héroe y con su linaje se basa en cualidades de nobleza, intrépidez y ferocidad atribuidas a ambos en la tradición heroico-caballeresca. La tradición del león agradecido, que acompaña y sirve al caballero en sus aventuras, para mostrarle de esta manera su noble agradecimiento por haberle salvado la vida, se formó en la Edad Media a partir de varias leyendas de gran antigüedad. Uno de los poemas caballerescos más tempranos y más divulgados, el Yvain o el Caballero del León (en francés) de Chrétien de Troyes (finales del s. XII) se basa sobre este tema.

Cervantes, al introducir la aventura de los leones, II.17, da remate cómico a la tradición legendaria del león vencido o domeñado por el caballero, o, si se quiere, reverente y reconocedor de su virtud, ver, p.e., Poema de Mío Cid, vss. 2278-2310, (Murillo).

Epílogo de la aventura de don Quijote: «el acometer los leones que ahora acometí derechamente me tocaba, puesto que conocí ser temeridad esorbitante, porque bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos estremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario que no que baje y toque en el punto de cobarde», II.17.64.

Este epílogo nos hace recordar que el caballero andante, desde que el román courtois de Chrétien de Troyes creó su figura de valiente, ha de aceptar cualquier aventura que se le ofrezca, y en especial las más temerarias y desesperadas, por ser precisamente las únicas que puedan darle merecida fama y separar el oro de la alquimia:

«Ni todos los que se llaman caballeros lo son de todo en todo, que unos son de oro, otros de alquimia, y todos parecen caballeros; pero no todos pueden estar al toque de la piedra de la verdad.», II.6.11. ® león ® leones enjaulados

«Los requesones que Sancho pone en la celada y la indiferencia del león introducen elementos paródicos. Pero no puede cuestionarse el valor de DQ, que es exaltado por el leonero y maravilla a don Diego de Miranda. El encomio del caballero que hace en este capítulo el «autor», encomio que llama la atención del «traductor», ayuda a conformar la visión más positiva, profunda y compleja del personaje que emerge en la Segunda parte del Q. y a la cual no es ajeno este acto temerario y memorable.», Randolph D. Pope, en Rico 1998 b, p. 141.

|| Caballero de los Leones: El escudo de Amadís de Gaula, cuando se le llamaba Caballero de los Leones, tenía el campo de oro, y en él estaban pintados dos leones azules en actitud de morderse:

«el escudo que él llevava havía el campo de oro y dos leones en él azules, el uno contra el otro, como si se quisiessen morder», AdG, p. 318.

Tras su prueba de valentía ante los leones, don Quijote de la Mancha anuncia al leonero, testigo privilegiado de su virtud, que cambia de nombre:

«—Pues si acaso su Majestad preguntare quién la hizo, diréisle que el Caballero de los Leones; que de aquí adelante quiero que en éste se trueque, cambie, vuelva y mude el que hasta aquí he tenido de el Caballero de la Triste figura», II.17.59.

«Hago memoria de tres caballeros que llevaron el nombre de Caballero de los Leones, a saber: don Lucidaner de Tesalia y don Clarideo de España, en la historia de don Belianís (lib. I, cap. XLVIII), y Amadís de Gaula, que se llamaba así cuando armó caballero a su hermano don Galaor (Amadís de Gaula. cap. XI). Otros se llamaron del León solamente.», Clem. 1605.b.

|| desenvainar los leones: µ 'sacar a la luz los leones' :: 'abrir la puerta a los leones' • El leonero intenta poner a salvo sus mulas, al comenzar la aventura de los leones:

«—Señor mío, vuestra merced sea servido, por caridad, dejarme desuncir las mulas y ponerme en salvo con ellas antes que se desenvainen los leones, porque si me las matan, quedaré rematado para toda mi vida», II.17.34 ® desenvainar

|| no le asombren leones: ® asombrar

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Fuente del texto: Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid. Las entradas del Diccionario enciclopédico, reunidas en este artículo, aparecieron en 2005.

Fuente de la imagen:QGDSGB.II.017.A

Consultar aquí la contextualización del texto preciso ilustrado por Gustave Doré

Encuentro con el Caballero del verde gabán.
Aventura de los leones.
Diálogo entre don Quijote y el leonero

“—El carro es mío; lo que va en él son dos bravos leones enjaulados, que el general de Orán envía a la corte, presentados a su Majestad; las banderas son del rey nuestro señor, en señal que aquí va cosa suya.
—Y ¿son grandes los leones?—preguntó don Quijote.
—Tan grandes—respondió el hombre que iba a la puerta del carro—, que no han pasado mayores, ni tan grandes, de África a España jamás; y yo soy el leonero, y he pasado otros; pero como éstos, ninguno. "

El Q.II.17.17-19.

Edición francesa: [Tome II. Seconde partie. Fig. en bandeau du chap XVII : Don Quichotte et son "combat" contre le lion.]
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