Jesús resucitado nos visita continuamente. Se hace presente en la comunidad (Mt 18,20: “allí donde dos o tres se reúnan en mi nombre”); los hermanos, sobre todo más débiles (Mt 25, 34-36: “venid benditos de mi Padre...”), los sacramentos, signos de su amor... Pidamos tratarle como María diciendo: “queremos escucharte, Señor”.
Por la Iglesia:
- que el Evangelio, la palabra y la vida de Jesús, sea lo fundamental cristiano;
- que escuche a Jesús, a su Espíritu, y le siga.
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Por la autoridad en la Iglesia:
- que favorezca el desarrollo de los carismas en las comunidades;
- que promueva comunidades adultas, dignas del evangelio.
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Por nuestra sociedad civil:
- que cuide la educación de los niños;
- que sea participativa, pacifíca, comprometida con los derechos humanos.
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Por las religiones:
- que colaboren en la humanización de la sociedad;
- que imiten al misterio de Dios “que hace salir el sol...” sobre todos.
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Por las víctimas de la violencia:
- que les ayudemos a recuperarse;
- que no devuelvan mal por mal, sino bien por mal.
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Por esta celebración:
- que nos afine la escucha del misterio de Amor-Dios;
- que nos inspire obras buenas, iniciativas de amor, de perdón...
Roguemos al Señor: “queremos escucharte, Señor”.
Bendice, Señor, nuestros buenos deseos. Queremos, como tú, explicar tu evangelio con nuestra vida de amor compartido. Por los siglos de los siglos.