Según el antiguo Pontifical Romano La mitra era el escudo de fortaleza y salud para que el obispo “aparezca terrible a los adversarios de la verdad”

Casaldáliga utilizó un sombrero de paja campesino por mitra
Casaldáliga utilizó un sombrero de paja campesino por mitra

Las dos partes que acaban en ápice decían representar el Antiguo y Nuevo Testamento, la ciencia, el conocimiento de los dos Testamentos, Antiguo y Nuevo,  que debe tener el obispo.

Es un elemento que tiene su origen en los sacerdotes de las religiones paganas de Persia, que fue pasando de religión en religón hasta el cristianismo.

La mitra de los obispos es un tocado o adorno de la cabeza que tiene un antiquísimo origen pagano, se sabe que fueron los sacerdotes y sacerdotisas idólatras persas los primeros que comenzaron a usarla. Luego fueron copiándola los sacerdotes de las distintas religiones, como los bramanes en la India.

La Biblia recogió usos y costumbres de  los sacerdotes de las primitivas religiones. Éxodo 28 y 29 es todo un protocolario a cumplir por quienes iban a ser consagrados sacerdotes del Viejo Testamento, en este caso concreto Aarón y sus hijos. "Harán las vestiduras siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, una tiara y una faja. Harán, pues, a tu hermano Aarón y a sus hijos vestiduras sagradas para que ejerzan mi sacerdocio", concreta el versículo 4. Del judaísmo pasó al cristianismo.

Santiago y san Juan llevaron mitra en las comunidades que presidieron. Del resto de apóstoles y discípulos no se sabe. Es profusa, confusa y difusa la historia de las mitras en el cristianismo. Parece que fue el Papa Clemente I quien otorgaría la mitra como insignia episcopal y no podían llevarla los obispos sino les hubiera dado privilegio el Papa. Paulo II tuvo que prohibir a algunos obispos indeseables llevar mitra. Últimamente los Papas a este tipo de obispos los sientan en sus despachos y les obligan a firmar el escrito de dimisión, les dejan sin Diócesis para que no sigan haciendo más estragos. Incluso les reducen al estado laical.

Surtido de mitras.
Surtido de mitras.

A partir del año 1000 se iría extendiendo la costumbre de andar mitrado no sólo en los actos litúrgicos, también a diario. Vendrían las modas y vanidades. Se clasificaría las mitras en tres categorías: pretiosa, auripfrygiata y simplex, de acuerdo con la pedrería que le pusiera al aparejo.

Se le añadiría por detrás unas cintas –ínfulas- para mayor ornato y barroquismo que se les quiso justificar y explicar como “símbolo  de la prontitud que debe tener el obispo y diligencia en defender la de hasta con su propia sangre. Caen sobre sus espaldas para significar el peso de la predicación del Evangelio que debe llevar y la obligación que tiene de cumplir con sus obras lo que enseñan sus palabras”.

Técnicamente, la mitra es un bonete redondo por su base y prolongándose remata en un ápice con dos hojas. Santo Tomás también quiso explicar y justificar la mitra en el sentido  de que representa la ciencia, el conocimiento de los dos Testamentos, Antiguo y Nuevo,  que debe tener el obispo. La fórmula del antiguo Pontifical Romano en el momento de imponer la mitra al obispo electo decía que la mitra es el escudo de fortaleza y salud para que el nuevo obispo amparado con las fuerzas de uno y otro Testamento “aparezca terrible a los adversarios de la verdad”

Hoy en las ceremonias de consagración se ha rebajado y dulcificado el tono. Se le dice al neoepiscopo: Recibe la mitra, brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita”. Nada que ver con las peroratas de antaño.

El Papa no podía ser menos y llevaba tiara, por representar el sacerdocio y el imperio, pero no era la simple Aarón. Fue una triple corona utilizada, por última vez, por el papa Pablo VI. El nombre de "tiara" se refiere a la totalidad del sombrero, sin importar cuantas coronas o diademas la hubieran adornado a través de los siglos, tres niveles, invento del siglo XIV, el triregnum, la triple corona. Una representación del triregnum, combinada con las dos llaves cruzadas de San Pedro, continúa siendo utilizado como un símbolo del papado y aparece en sus documentos, edificios e insignias.

Mitras episcopales
Mitras episcopales

Clemente IV autorizó a los abades a llevar mitra en 1266. La pueden llevar en los lugares de su estricta jurisdicción y durante el tiempo en que son designados Abades. Las mitras de los abades siempre han sido pequeñas, más pequeñas que las de los obispos. Algún sacerdote nombrado abad en un derroche de vanidad llegó a hacerse mitras exageradamente grandes. Es famoso el caso en Valencia del abad que recién nombrado se hizo una mitrad de tres palmos de altura. En una visita que el arzobispo hizo a su Colegiata el secretario del prelado discretamente le dijo que se quitara dicha mitra y no la usara pues doblaba la del prelado. Su vanidad no respetaba la norma ni la tradición, la desbordaba.

La mitra de Casaldáliga

En las periferias, hay obispos que no usan la mitra ni siquiera en la Misa de su consagración. El primer obispo que renunció a colocarse una mitra fue el español Pedro Casaldáliga, que la cambó por un sombrero campesino de paja. Fue el 23 de octubre de 1971 al ser nombrado obispo titular de São Felix do Araguaia, en el Mato Grosso, Brasil.

El mismo día de su ordenación episcopal, Casaldáliga hizo público un extenso documento donde analizaba los casos de explotación y maltrato de pequeños campesinos e indígenas por parte de los terratenientes y el Estado. El documento, titulado "Una iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social", es considerado uno de los más importantes en la historia de la lucha por la tierra en Brasil. No le hizo falta ni la mitra, ni las ínfulas, le bastó con el puro y desnudo Evangelio.

En la tarjeta recordatorio de la consagración, Pedro Casaldáliga escribió sobre el obispo que quería ser: «Tu mitra será un sombrero de paja campesino; el sol y la luz de la luna; la lluvia y el sereno, la mirada de los pobres con los que caminas y la mirada gloriosa de Cristo, el Señor. Tu báculo será la verdad del Evangelio y la confianza de tu pueblo en ti. Tu anillo será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Libertador y la fidelidad a la gente de esta tierra. No tendrás otro escudo que la fuerza de la Esperanza y la Libertad de los hijos de Dios; ni usarás otros guantes que no sean el servicio del Amor ».

 Ha pasado medio siglo y la Iglesia oficial no se ha movido ni un ápice en esta cuestión de vanidad y paganidad. Les encanta llevar y fotografiarse con sus mitras, mirarse en el espejo con ellas.  Ha tenido que ser una anciana religiosa misionera Mercedes Loring la que haya removido el punto de la vanidad de los tocados de la cabeza de los obispos como ya pasados de rosca, moda y Evangelio.

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