La señal...envueltos en pañales y rodeados de cuidados "Gaudete" en la unción de los enfermos (Parroquia)
Me escribe una feligresa cercana esta mañana de Domingo de Gaudete (Alegría)
"Gracias Pepe, eres un magnífico médico de almas. Hacía tiempo que no veía a mi suegro tal y como yo lo recuerdo, y mucho menos tan feliz, así siguió todo el día y la noche que la ha pasado durmiendo tranquilo, porque él se sabe bendecido. Y no te digo mi suegra, que está más contenta porque nos bendijeras a nosotros que a ella, esa es su generosidad. Gracias Pepe, te queremos ".
Fuí yo el que recibí la alegría de un sacramento como antesala de este Domingo...Gracias Padre, porque has revelado estas cosas a la gente sencilla...
Fuí yo el que recibí la alegría de un sacramento como antesala de este Domingo...Gracias Padre, porque has revelado estas cosas a la gente sencilla...
| José Moreno Losada
“Gaudete” en las unciones de enfermo (Desde la parroquia)

Ayer reflexionaba sobre este misterio, recordando a mi amigo Manuel Méndez, que nos regaló para la parroquia la casulla con el color litúrgico rosa de este domingo para la alegría (Gaudete), tras haber superado momentos duros en su vida personal. Todos los años si puede viene a esta celebración y yo en su honor me visto de rosa, con su regalo. Pero buscaba en la vivencia del día momentos de alegría y de gozo sacerdotal y me encontraba dos muy especiales, pues había celebrado la unción de los enfermos con dos familias en situaciones muy distintas pero muy trabadas las dos por una alegría intensa. Encontraba yo las razones profundas para el cambio de nombre de este sacramento cuando se comenzó a llamar “unción de enfermos” y se olvidaba el de “extremaunción”.
Por la mañana estuve con Roge e Isabel, acompañados de sus dos hijos, nuera y su cuidadora, por la tarde estuve con María y sus cuatro hijos y algunos nietos, entre ellos mi querido Alberto.

La unción matinal, me la pidieron el último Domingo en la Eucaristía, al finalizar, Encarni junto a Isabel, su suegra, me pidieron si podría ir algún día a su casa, porque el abuelo ya no puede salir y que allí recemos y le imparta la unción de enfermos a los dos. Ella acaba de salir de una situación bastante enferma durante meses en el hospital, él lleva ya tiempo sufriendo ictus que le han afectado en memoria, movilidad, etc. El sábado me puse en contacto y allí nos encontramos con la familia. Isabel venía de la peluquería bien acicalada para la ocasión, los demás allí esperando un ratito para comenzar nuestro rito. Primero, junto a la camilla y el brasero, nos pusimos al tanto de la vida, las anécdotas, los lugares y personas queridas que conocíamos mutuamente, en especial Don Manuel Calvino sacerdote de Oliva de la Frontera donde han estado ellos viviendo hasta hace poco. Recordamos como don Manuel iba a visitarlos con frecuencia y les decía esa frase ya emblemática de “P´adelante”. Llegado el momento trajimos el óleo de la tierra para consagrarlo y ungirlos en medio de una oración tranquila y gozada. La madre me pidió que también ungiera a sus hijos, deseándoles salud para sus cuerpos y sus almas, algo hice para que también quedara tranquila. Para ella era una celebración de la familia, quería ser ungida junto a su esposo, ya 58 años casados, y rodeada de sus hijos. Para la ocasión había comprado unos buenos langostinos de los que antes se servían en las buenas bodas, su vinito de la tierra, y sus viandas ibéricas. Nos reímos y hasta cantamos… están clavadas dos cruces. Roge, el marido, nos dio hasta sus chascarrillos y nos decía que Isabel era una mujer y que lo era por mucho tiempo… la bendecía en su modo de decir y alegrarse desde su enfermedad y postración. Hubo momentos entrañables, instantes de emoción, también de risas y de carcajadas. Quedó claro que este sacramento era para la vida y la luz, en un momento que como decía ella cualquiera de los dos puede faltar y hay que estar preparados, cercanos a Dios y a su iglesia.

Por la tarde, atiendo a mi amigo Alberto, que ya me había avisado del ingreso de su abuela Marían, porque el corazón no puede más y se va agotando. Ella desea en estos momentos recibir la unción y la sagrada comunión. Está ya muy agotada pero su cabeza perfectamente y sabe lo que desea. Me acerco al hospital a su habitación, allí la encuentro rodeada de sus cuatro hijos, algunos han venido de fuera para ocasión ya de final, está también sus nietos y algún familiar más. Me recibe con una gran alegría, y me dice que me estaba esperando, que lo deseaba. Me habla con mucha paz y conciencia del momento que está viviendo. Quiere despedirse de lo suyos y vivir con paz estos momentos últimos, en toda su vida ha estado muy cercana de Dios y confiada en él y sabe que ahora le acompañará en su tránsito. Pero también me dice que está dispuesta a recibir de Dios un añito más para estar aquí con los suyos, aunque sabe que Sebastián su esposo le tiene preparado un buen sitio en el cielo y que ya lleva mucho tiempo esperando. Agradece que, siendo viuda joven, ella ha podido llevar a todos sus hijos adelante y goza viendo su crecimiento y madurez. Ha visto a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación, tiene, me dice orgullosa, cinco bisnietos. Rezamos juntos en comunidad, damos gracias por todo lo bueno de su vida y de su persona, la ponemos en brazos de Dios. Ella recibe piadosamente la unción, el perdón y se abraza silenciosa a la comunión. Nos da un testimonio de fe y de bondad radical y en todo momento con la sonrisa, el agradecimiento, el abrazo, el beso. Nos da el testamento de la bondad y de la fidelidad a Dios.
Yo salgo tocado de gracia, ungido por la alegría, del hospital y me dirijo a mi parroquia, que está muy cercana. Allí celebro la eucaristía con la comunidad parroquial, escucho la homilía de mi compañero Paco sobre la alegría, y la voy viviendo desde los acontecimientos del día. Hoy estoy alegre, feliz porque he celebrado la unción de enfermos en la mayor de la Alegría de la fe. En situaciones de mayor vulnerabilidad, rodeados de los mayores cuidados y ternura. Bendigo a Dios por las razones para la alegría que me da todos los días, en los lugares y en las personas insospechadas y débiles. Hoy he sentido lo que es la verdadera alegría de la unción de los enfermos y de los débiles en la plena confianza en Dios. He visto la señal: “Alegraos os ha nacido un salvador”.