La Santa Sede formaliza el nombramiento, tras el plácet dado por el Consejo de Ministros Ya es oficial: Piero Pioppo, nuevo nuncio en España

Pioppo
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En la designación de Pioppo se ha impuesto, claramente, la posición de la Secretaría de Estado y de los curiales 'perdedores' del último cónclave, que buscan que la figura del Nuncio vuelva a ser la interlocución principal, después de un pontificado donde las conferencias episcopales cobraron peso. También, que Pioppo vueva a ser el único órgano decisor a la hora de designar obispos, un aspecto clave para Francisco, y que no se pudo culminar definitivamente

La verdadera relevancia de este nombramiento estará en función de qué pasos decide dar el Papa (no Roma, el Papa) en el futuro. En esta tesitura, se antoja fundamental el nombre (y estilo) del sucesor del cardenal Omella, para la necesaria 'pinza' sinodal junto al cardenal de Madrid, José Cobo, para continuar el proceso emprendido por voluntad de Francisco

Llega Piero Pioppo a una España polarizada, en lo político, lo social, y también en lo religioso. En sus manos está querer ser un nuncio de todos y para todos, o volver a encerrarse en el búnker de Pío XII

Se cumplió lo previsto y, como adelantó RD, el Consejo de Ministros dio este martes el plácet ("concesión de beneplácitos", según la referencia oficial) al nuevo nuncio de la Santa Sede en España, Piero Pioppo. En una decisión casi inmediata, se envió por valija diplomática la aprobación del nombramiento, y este mediodía, el Vaticano incluía el nombramiento oficial en su Bolletino diario.

En pocas semanas, el hasta hoy responsable diplomático ante Indonesia hará las maletas y llegará a nuestro país como nuevo inquilino del palacio de Avenida Pío XII 46 de Madrid. Un nuncio que, pese a haber sido avalado por el Papa Francisco, toma posesión durante el pontificado de León XIV, y cuyo proceso de negociación ha corrido paralelo a la enfermedad del Papa, sede vacante y nuevo pontificado. Con lo que ello conlleva de luchas de poder internas (tanto en la Iglesia española como en la Curia), y el impacto de la Secretaría de Estado en este tipo de cuestiones.

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Porque, no hay que olvidarlo, la Iglesia española es sumamente importante para Roma. Tanto por su historia como por su proyección hacia Latinoamérica. Y que el representante del Papa en España sea de un 'estilo' u otro no es, ni mucho menos, baladí.

En la designación de Pioppo se ha impuesto, claramente, la posición de la Secretaría de Estado y de los curiales 'perdedores' del último cónclave, que buscan que la figura del Nuncio vuelva a ser la interlocución principal, después de un pontificado donde las conferencias episcopales cobraron peso. También, que Pioppo vueva a ser el único órgano decisor a la hora de designar obispos, un aspecto clave para Francisco, y que no se pudo culminar definitivamente. ¿Volveremos a los tiempos de obispos con dotes de mando, en lugar de la de los prelados pastores? Este parece ser uno de los desafíos.

Llega Pioppo, además, con una (dos, en realidad, aunque vinculadas) piedra en su mochila. Su cercanía al todopoderoso Angelo Sodano, y su papel (enfrentado a Gotti Tedeschi) en los años oscuros del IOR, han puesto de uñas a los sectores más progresistas (que los hay) en el episcopado español. Con todo, la verdadera relevancia de este nombramiento estará en función de qué pasos decide dar el Papa (no Roma, el Papa) en el futuro. En esta tesitura, se antoja fundamental el nombre (y estilo) del sucesor del cardenal Omella, para la necesaria 'pinza' sinodal junto al cardenal de Madrid, José Cobo, para continuar el proceso emprendido por voluntad de Francisco.

Piero Pioppo, nuncio apostólico en España
Piero Pioppo, nuncio apostólico en España

En la otra orilla, el peso del presidente Argüello (la púrpura, o la ausencia de ella, también serán un gesto a tener en cuenta), y los cada vez más envalentonados cantos de sirena de los grupos ultraconservadores, convenientemente alentados por sus terminales mediáticas y por arzobispos que han dejado de tener miedo (y respeto) a la sinodalidad.

Sea como fuere, llega Piero Pioppo a una España polarizada, en lo político, lo social, y también en lo religioso. En sus manos está querer ser un nuncio de todos y para todos, o volver a encerrarse en el búnker de Pío XII (la Nunciatura, desde Monteiro de Castro, dejó de ser un lugar de acogida), para entregarse a la restauración. Desde RD le deseamos ánimo y un buen trabajo, y estaremos atentos para alabarlo, cuando toque, y para criticarlo, si es preciso.

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