El papel de León XIV y el veto de Sánchez: los entresijos del nuevo nuncio en España De Auza a Pioppo: ¿continuismo o retroceso en la nunciatura de Madrid?

Como dice un curial romano con décadas de experiencia en los pasillos vaticanos: “Los últimos meses del Papa Bergoglio fueron un auténtico coladero. Los conservadores aprovecharon para situar en primera fila nombres como el de Pioppo”
Cercano al cardenal Angelo Sodano, figura clave en el pontificado de Juan Pablo II, Pioppo encarna el arquetipo del diplomático curial: culto, experimentado, discreto y, sobre todo, de perfil doctrinal conservador
Los obispos progresistas, alineados con el espíritu de Francisco y su apuesta por una “Iglesia en salida”, esperaban un nuncio que consolidara el giro pastoral iniciado por el Papa Bergoglio
En cambio, el sector conservador del episcopado español celebra la llegada de Pioppo como un triunfo. Para ellos, su perfil clásico, su experiencia diplomática y su ortodoxia doctrinal son garantía de estabilidad en un país donde la secularización y las tensiones con el gobierno de Pedro Sánchez desafían a la Iglesia
Los obispos progresistas, alineados con el espíritu de Francisco y su apuesta por una “Iglesia en salida”, esperaban un nuncio que consolidara el giro pastoral iniciado por el Papa Bergoglio
En cambio, el sector conservador del episcopado español celebra la llegada de Pioppo como un triunfo. Para ellos, su perfil clásico, su experiencia diplomática y su ortodoxia doctrinal son garantía de estabilidad en un país donde la secularización y las tensiones con el gobierno de Pedro Sánchez desafían a la Iglesia
La llegada del italiano Piero Pioppo como nuevo nuncio apostólico en España, en sustitución del filipino Bernardito Auza, ha desatado un torbellino de lecturas y tensiones que reflejan las fracturas internas de la Iglesia y los entresijos vaticanos.
Este nombramiento, fraguado en los últimos estertores del pontificado de Francisco, cuando su salud ya flaqueaba, no es un hecho aislado, sino un capítulo más en la compleja relación entre la Santa Sede y la Iglesia española, marcada por una polarización que no da tregua.
Como dice un curial romano con décadas de experiencia en los pasillos vaticanos: “Los últimos meses del Papa Bergoglio fueron un auténtico coladero. Los conservadores aprovecharon para situar en primera fila nombres como el de Pioppo”.
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En España, la elección de nuevo nuncio tampoco ha pasado desapercibida. De hecho, reavivó el enfrentamiento entre los sectores episcopales progresista y conservador, con ecos de un debate que trasciende lo diplomático y toca el alma de la Iglesia.
Un nombramiento en la penumbra
El nombramiento de Pioppo, un diplomático de 65 años con una larga trayectoria en la curia vaticana, se gestó en un momento de fragilidad del Papa Francisco. La Secretaría de Estado, con su maquinaria bien engrasada, propuso al arzobispo italiano como sucesor de Auza, quien, obligado por Roma, dejó la nunciatura de la calle Pío XII para asumir la representación ante la Unión Europea.
Pero este proceso no estuvo exento de sombras. Según fuentes vaticanas, la propuesta de Pioppo emergió como un movimiento estratégico de los sectores más conservadores de España y del Vaticano, que vieron en la debilidad del final del pontificado de Francisco una oportunidad para consolidar perfiles afines.
Su currículum incluye destinos en Corea, Chile, Camerún, Guinea Ecuatorial e Indonesia, además de un paso controvertido como prelado del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el “banco del Vaticano”, durante una etapa marcada por escándalos financieros.
Aunque nunca estuvo formalmente implicado, su nombre apareció en investigaciones que sacudieron la Santa Sede. Cercano al cardenal Angelo Sodano, figura clave en el pontificado de Juan Pablo II, Pioppo encarna el arquetipo del diplomático curial: culto, experimentado, discreto y, sobre todo, de perfil doctrinal conservador.

Progresistas vs. conservadores: la batalla por el nuncio En España
La elección de Pioppo ha reabierto heridas en una Iglesia ya dividida como la española. Los obispos progresistas, alineados con el espíritu de Francisco y su apuesta por una “Iglesia en salida”, esperaban un nuncio que consolidara el giro pastoral iniciado por el Papa Bergoglio, con nombramientos directos, como el de Omella para Barcelona o el de Cobo, para Madrid, y con la creación de una especie de comisión episcopal, que tutelaba y filtraba los nombramientos preconizados por Auza.
“Para seguir poniendo a la Iglesia española a la hora de Roma, se necesitaba un nuncio abierto, dialogante, capaz de tender puentes con un gobierno progresista y una sociedad cada vez más secularizada”, argumenta un obispo de la línea francisquista.
Para este sector episcopal, Pioppo representa un paso atrás, una continuidad con el estilo curial y conservador que, salvo la excepción de monseñor Dadaglio en los años de Tarancón, ha caracterizado a los nuncios postconciliares en España. “Pasar de Auza a Pioppo es más de lo mismo. Para ese viaje…”, lamenta, decepcionado, este prelado.
En cambio, el sector conservador del episcopado español celebra la llegada de Pioppo como un triunfo. Para ellos, su perfil clásico, su experiencia diplomática y su ortodoxia doctrinal son garantía de estabilidad en un país donde la secularización y las tensiones con el gobierno de Pedro Sánchez desafían a la Iglesia.
De hecho, los obispos más tradicionales, que en los últimos años se sintieron marginados por las reformas de Francisco, ven en Pioppo un aliado para recuperar peso en las decisiones vaticanas. Por eso, su nombramiento, según nuestras fuentes, fue impulsado por estas corrientes, que aprovecharon la transición hacia el Papa León XIV para consolidar su influencia.

El papel de León XIV y el veto de Sánchez
Un interrogante planea sobre este nombramiento: ¿hasta qué punto estaba al tanto el Papa León XIV, quien finalmente dio el plácet definitivo? Está claro que la candidatura de Pioppo formaba parte de un intento de recomposición con sectores eclesiales conservadores, alentado por el nuevo clima en Roma tras la elección de León XIV.
Sin embargo, el nuevo pontífice, consciente de las maniobras de las corrientes tradicionalistas, ha dejado claro que no se dejará presionar por “sindicatos de categoría”. Su apuesta por la unidad de la Iglesia podría explicar por qué permitió que el nombramiento siguiera adelante, aunque no sin tensiones.
No obstante, el proceso no estuvo exento de fricciones con el gobierno español. Según varias fuentes, el Ejecutivo de Pedro Sánchez retrasó o incluso bloqueó inicialmente el plácet preceptivo para Pioppo, un gesto que algunos interpretan como un veto tácito motivado por su perfil conservador y su pasado ligado a Sodano y al IOR.
Aunque el Ministerio de Exteriores español negó oficialmente haber vetado al nuncio, la demora en el agrément y el silencio diplomático hablaron por sí solos. ¿Fue una advertencia de Moncloa a la Santa Sede? ¿Un mensaje de descontento hacia una Iglesia percibida como opositora? Lo cierto es que, tras semanas de incertidumbre, el plácet finalmente llegó, y Pioppo asumirá su cargo en Madrid.

España y sus nuncios: una historia de desencuentros
La historia de los nuncios en España tras el Concilio Vaticano II es, salvo excepciones, una crónica de desencuentros y oportunidades perdidas. Solo monseñor Dadaglio, en tándem con el cardenal Tarancón, logró transformar la fisonomía del episcopado español, apostando por pastores abiertos y comprometidos con el espíritu conciliar.
Desde entonces, los nuncios han sido, en su mayoría, diplomáticos curiales de perfil conservador, más preocupados por mantener el statu quo que por impulsar una renovación profunda. Pioppo, con su experiencia vaticana y su talante clásico, parece encajar en este molde.
España, plaza clave para el Vaticano por su tradición católica y su peso geopolítico, merecería un nuncio capaz de dialogar con una sociedad plural y un gobierno progresista, sin renunciar a la misión evangelizadora. Sin embargo, la elección de Pioppo sugiere que, al menos por ahora, la Santa Sede prefiere la prudencia diplomática a la audacia pastoral.

¿Podrá Pioppo, con su experiencia y su tono conciliador, sorprender y tender puentes en un contexto tan polarizado? El tiempo lo dirá, pero la Iglesia española, atrapada entre sus propias tensiones y las expectativas de Roma, sigue esperando un nuncio que, como Dadaglio, marque un antes y un después. En Madrid, la calle Pío XII acoge a un nuevo inquilino, pero la pregunta sigue abierta: ¿será Pioppo el hombre de confianza de León XIV o el eco de un pasado que se resiste a desaparecer?