La inteligencia práctica, o inteligencia prudencial, atiende siempre al carácter siempre contingente del marco empírico, o real, en el que se inscribe la acción que atiende a situaciones particulares y complejas. La prudencia es la virtud intelectual que dispone a comprender y ajustar la actuación a la complejidad de las circunstancias en cada momento. Lo contrario de la prudencia es lo que los clásicos griegos llaman hybris, esa suerte de falta trágica en que incurren algunos de los principales personajes de las tragedias, tales como Agamenón, Creonte, Edipo Rey. Se podría traducir por obcecación, una especie de ceguera causada por la obstinada, jactanciosa y altanera fijación del personaje en una norma de conducta. PD.: "Qué es la hybris?", me poeguntaron algunos lectores.