Es una tarea difícil, y más teniendo en cuenta la escalada de declaraciones y acusaciones contra la actuación de la Santa Sede vertidas desde el
Parlamento y el Gobierno irlandeses en el horrible escándalo de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes. Ayer, la Santa Sede contestaba, dos meses después, a las denuncias de Irlanda, que poco menos que apuntaba que Roma había ayuda a obstaculizar las investigaciones. Desde Roma se reaccionó, entonces, relevando al embajador en el país, y
prometiendo una respuesta ponderada. Ayer la hubo.
La Iglesia deplora los abusos sexuales y trabajará para erradicarlos. Al tiempo, reconoce que hubo graves deficiencias en el gobierno de algunas diócesis, como la de
Cloyne. Pero de ahí a inferir que,
hoy, la Santa Sede animó u ocultó los absos, va un mundo.
Benedicto XVI ha puesto el mayor empeño de su pontificado en acabar con esta lacra. Por eso, y pese a los informes desfavorables de la Curia,
Ratzinger sigue empeñado en visitar el año próximo Irlanda. Un viaje complicado, y en el que el Papa seguramente no se encuentre un ambiente tan relajado como el de su reciente visita a Gran Bretaña, o su aún más cercano viaje a Madrid. Pero que demostraría, una vez más, la actitud de
"tolerancia cero" de Benedicto XVI ante la pederastia.baronrampante@hotmail.es