La única teología de la Iglesia ha sido y sigue siendo la Biblia La Palabra se hizo Carne. Teología de la Biblia

Este libro  es un “manifiesto teológico” sobre Dios como Palabra hecha “carne”, es decir, vida humana:

Dios, Palabra originaria, no es un milagro externo (imposición sacral, jerarquía religiosa, doctrina o credo superior), sino carne o vida humana (Jn 1, 14). La esencia del cristianismo es la encarnación de Dios (=carne humana) a diferencia de otras religiones y/o interpretaciones  del mismo cristianismo como evasión o imposición divina.

Así lo muestra la misma portada, con un cuadro de Eugène Burnand (1898,  Musée d’Orsay, París), donde Pedro y Juan, oyendo  la experiencia de M. Magdalena y las mujeres, corren ilusionados (y en el fondo equivocados) a la tumba vacía,  donde  Jesús no está, pues ha resucitado en la carne de su vida humana.

    Así lo indicaré exponiendo primero algunos rasgos de ese cuadro, para exponer después el contenido de este libro, como camino que el conjunto de la Iglesia (con Pedro y Juan) ha de hacer a la tumba vacía de Jesús, para reiniciar la experiencia y tarea de la pascua  de Dios, hecho carne en la historia de los hombres.  

El cuadro

Han asesinado a Jesús. Ha muerto en la cruz fracasado. Sus seguidores pensaban que Dios intervendría con un milagro fuerte, liberando a Jesús y destruyendo o humillando a los jerarcas del templo de Jerusalén o del imperio de Roma, pero no ha pasado nada. La han condenado, ha muerto fracaso... Es como si Dios no hubiera movido ni un dedo. No ha habido milagros externos, ni revelaciones especiales, simplemente un muerto fracasado en el amor de Dios, que así aparece como supremo "perdedor" de la historia humana. 

Pero unas mujeres, amigas de Jesús, creadora-madres y testigos de una nueva humanidad han comprendido  que Dios no es "palabra" a pesar del fracaso de Jesús, sino precisamente en su fracaso, y así se lo han dicho a los discípulos-amigos, y ellos, los dos primeros varones corren al sepulcro, para ver si está Jesús. De esa forma van corriendo Pedro y Juan en este cuadro de E. Burnand(1850-1921). Así con ellos (con las mujeres) tenemos que  volver al sepulcro vacío de Jesús, par rehacer desde allí la historia de la Biblia, la teología y vida del Dios que es Carne Humana.

Burnand,Eugene (1850-1921)

Cada uno corre tal cual es. Juan va emocionado, con las manos en el pecho, venciendo con su fe el ocre amarillo de la muerte. Va de blanco, ha renacido. Ha descubierto la humanidad de Dios, la divinidad del hombre, y así camina ingrávido, como teólogo  primero, el y mayor de los teólogos de la Iglesia conforme al cristianismo oriental. Sin un retorno a Juan (es decir, a su evangelio de fe "blanca", emocionada, carece de sentido el cristianismo. En esa línea, ese Juan (=Discípulo amado, con María Magdalena y la otras mujeres) es el principio de la teología de la Iglesia. Precisamente  Juan,  teólogo primero de la Iglesia,  nos dice con su vida y evangelio (con las tres marías de la cruz y del Calvario, cf. Mc 15-15; Jn 20) que la Palabra de Dios es carne de amor/vida (Jn 1, 14), no jerarquía de dogmas o  instituciones eclesiales.

Eugène Burnand - Los discípulos Pedro y Juan corriendo al sepulcro-detalle3

Este Pedro, en cambio, sigue calculando con los dedos de una mano sobre el corazón, como queriendo aguantar su latido, y con otra abierta, como contando, matizando, discutiendo consigo mismo... No ha cambiado la túnica ni el manto, sigue como siempre, con los colores viejos de la vida,  el pelo descuidado,  los ojos perdidos de asombro  y de miedo... presintiendo que la resurrección tiene que ser él, cambiando de vida...  Siente que su misma carne es la resurrección de Dios, pero no se atreve todavía a confesarlo. Él es necesario en la barca y en la calle de la Iglesia, como sabe y dice Jn 21,  pero no se le puede dejar nunca solo, sino que ha de andar siempre con Juan (y con Pablo, y las mujeres), pues de lo contrario acaba destruyendo su misión  y la misma Iglesia.

Eugène Burnand - Los discípulos Pedro y Juan corriendo al sepulcro-detalle4

Fijémonos mejor en las caras y en las manos. Ellos son los primeros "testigos varones" de la Iglesia.  Nos hubiera gustado que el pintor hubiera puesto el rostro y las manos de las mujeres, de María de Magdala, de María de Nazaret. Pero no se ha atrevido, ha puesto a Juan y Pedro. Veamos nuevamente sus rostro y sos manos: 

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   Más de una vez he mirado, admirado y sentido como propio este cuadro... Por eso he sentido alegría al ver que los editores de Verbo Divino,lo han puesto de portada interpretadora de mi l libro.

Del prologo del libro: Una teología de la Palabra hecha carne

Quien quiera conocer el contenido  y primer capítulo del libro pase directamente a la nota editorial . Aquí sólo ofrezco un esbozo de su intención fundamental,de su manera de entender la teología bíblica, partiendo de la "carne" de Jesús, hecha carne/vida de la vida humana:

 El único texto de teología cristiana es la Biblia. Ciertamente, ella es un libro de historia y geografía, literatura y liturgia, oración y derecho, economía y política y bastantes cosas más. Pero, al mismo tiempo y sobre todo, es la Palabra de Dios (=teo‒logía), para judíos y cristianos. Así lo supieron por más de doce siglos los creyentes de todas las iglesias, que no tenían más texto de Teología que la Biblia (Sacra Pagina, Página Sagrada).

Sólo a partir del siglo XIII, por interés racionalista y de organización eclesial, se empezaron a elaborar en el occidente latino libros de Derecho y Teología Dogmática, de carácter normativo, dejando la Biblia en el trasfondo como lectura arcana o cantera para sacar de ella propuestas, normas o doctrinas de una Iglesia que empezaba a crear su propio sistema doctrinal, apelando a la Biblia, pero en realidad casi sin ella. Esta situación se agudizó a partir del siglo XVI con la disputa católico‒protestante, que terminó dañando a unos y a otros.

 Teniendo eso en cuenta, en sentido estricto, este libro debería titularse sin más Teología, pues, en principio, no hay la Iglesia más texto de teología que la Biblia, como testimonio de un camino que los creyentes han de rehacer y recorrer dentro de la tradición de la Iglesia. De todas maneras, he querido mantener el lenguaje más corriente y por eso he titulado este libro Teología de la Biblia, no como si ella fuera una entre otras teologías (dogmática, moral, pastoral, canónica…), sino para insistir en su carácter bíblico.

Un encuentro con la Biblia, un curso de teología y vida.

 Este Curso, así entendido, toma como punto de partida y clave el enunciado de Jn 1, 14 (la Palabra se hizo carne, es decir, se hizo hombre, humanidad). En esa línea, este libro podría haberse titulado Curso de Antropología Bíblica, pues trata ante todo del hombre, llamado y “habitado” por Dios, desde el Génesis (Gen 1‒3) al Apocalipsis (Ap 21‒22). Pero he preferido titularlo Teología, es decir, Tratado de Dios que es Palabra que vive y se encarna en la vida de los hombres, completando así el argumento de  mi libro anterior sobre Ciudad-Biblia

Ciudad Biblia. Una propuesta de lectura en 12 meses

Éste no es un libro de evocación poética (aunque hubiera deseado que lo fuera), sino un texto, es decir, un tratado de la Biblia en su conjunto, un curso de sobria historia y pensamiento, escrito desde una perspectiva creyente, confiando en el mensaje de la Biblia y empleando para desvelarlo los métodos y el arte de la crítica histórico‒literaria, que nos permiten explorar y describir su tema de fondo y su argumento[1].

 - Éste es un curso de iniciación, es decir, de introducción en camino del Dios de la Biblia, entendida como libro de identidad cristiana (y judía). No es un manual de historia, ni un tratado de filosofía, sino una exposición razonada del despliegue (marcha, pascua) del Dios que está en el fondo del complejo y fascinante relato del AT y el NT, en línea de maduración humana (Hch 17, 28).

 ‒ No es un estudio de pura historia, aunque sitúa cuidadosamente a Dios y al hombre en un arco de tiempo que va desde el siglo XII a.C. (tradiciones patriarcales) hasta el II d.C. (origen de la Iglesia).  No es tampoco un curso de filosofía o filología, en línea de investigación académica de los textos originales, en hebreo, arameo y griego, aunque he debido fijarme siempre en ellos.  

Éste es un estudio sobre el Dios de la Biblia, Señor y Salvador de judíos y cristianos, no de las religiones en general. Por eso no ofrezco una investigación general sobre las ideas religiosas comparadas, antiguas y modernas, de oriente y occidente, sino un curso monográfico sobre el camino del Dios de la Biblia, con sus elementos distintivos de tipo personal y social, en línea de justicia y esperanza escatológica.   

Éste es un tratado de teología bíblica cristiana, pues entiende y explica su primera parte (el AT) desde la perspectiva de Jesús de Nazaret, judío mesiánico, a quien sus seguidores veneran como Cristo (Hijo de Dios), según el NT. Tanto judíos como cristianos seguimos leyendo y aplicando la misma Biblia Hebrea (AT), pero desde perspectivas distintas: Los judíos la toman como Biblia entera, Testamento de Dios y documento de identidad israelita, aunque su testimonio puede abrirse al conjunto de la humanidad. Los cristianos, en cambio, toman la Biblia Hebrea (y/o su traducción al griego: LXX) como Antiguo o Primer Testamento que culmina y se cumple en la “carne” de Jesús y de la iglesia (atestiguada por el NT), en apertura a todos los pueblos.

 Palabra universal, Biblia de la humanidad

Para trazar una teología cristiana de la Biblia, este curso empieza ofreciendo una visión israelita del AT, como dije en la introducción al Diccionario de las tres religiones (2009), confesándome de raíz judío por ser (y para ser) verdaderamente cristiano. Por eso, he debido oponerme a la postura de Marción y de otros gnósticos del II-III d.C. que rechazaban el AT por contrario al Evangelio, añadiendo que la biblia judía es no sólo insuficiente, sino incluso falsa.

En una línea algo distinta, otros cristianos posteriores, hasta el mismo siglo XX, han rechazado (e incluso perseguido y matado) a los judíos como enemigos de Jesús, corriendo así el riesgo de condenar también (al menos, implícitamente) su Biblia (el AT) y con ella la raíz del cristianismo. Pues bien, en contra de eso, la Iglesia cristiana optó por la Biblia entera, declarando canónicos no sólo los libros del NT, sino también los del AT, a diferencia de los musulmanes que, absolutizando el Corán, prescindieron de los dos “testamentos” anteriores.

 ‒ La Iglesia ha mantenido el camino y palabra de Israel, no sólo como recuerdo pasado, sino como revelación permanente de Dios, centrada en el pueblo elegido, pero abierta, desde ese pueblo, a las naciones, de forma que Israel, al descubrir su verdadera identidad, ha debido trascenderla (no perderla), a fin de que todos los pueblos, siendo distintos, puedan vincularse a través del Dios de Jesucristo (que es el mismo de Israel).  

La Iglesia ha tomado y entendido la Biblia de Israel desde la perspectiva de Jesús, no para cerrar su contenido, ni para tomarlo como propiedad exclusiva), sino para reconocer por un lado su origen judío, y para afirmar, al mismo tiempo, que ella está abierta a todos los pueblos, a fin de que llegue a su plenitud o cumplimiento mesiánico. 

 Desde ese fondo he querido trazar unas líneas comparativas entre judaísmo y cristianismo, en clave histórico‒teológica, desde la perspectiva del Dios de Moisés, que es la Ley, siendo, al mismo tiempo, el Dios de Jesús, respetando sus matices y sus diferencias, pero trazando al mismo tiempo su más honda identidad. Ofrezco así un testimonio del Dios de la resurrección, que entiendo como Dios de la Biblia entera (AT y NT), respetando siempre la aportación e identidad judía que está en la base del cristianismo[4].

‒El Dios bíblico es infinito (más allá de toda Palabra), haciéndose al mismo tiempo finito en Jesucristo, para ratificar así su trascendencia. No es ley impositiva, ni principio físico‒matemático que se demuestra, sino presencia y comunión personal, que dice su verdad (se dice) al expresarse y crear (poner en marcha) el mundo, dialogando por y con los hombres, haciéndose “carne”, identidad y/o vida humana en Jesucristo. No es libro‒ley de la Ciudad Santa de Jerusalén (como supone Eclo 24), ni se expresa sólo en (por) un pueblo, con sus normas nacionales (como supone el judaísmo), sino que se encarna en un hombre Jesucristo (cf. Hch 17, 28‒31), para hacerse, por su muerte y resurrección, “todo en todos” (1 Cor 15, 28).

Este Dios bíblico cristiano ha sido y sigue siendo el Dios originario, de forma que resulta incomprensible (perdería su sentido) sin la historia y libro del Antiguo (=Primer) Testamento, que prepara y sostiene la novedad de Cristo. Ciertamente, para los cristianos, la verdadera Palabra de Dios no es la Biblia, sino Jesús, pero un Jesús sin Biblia no sería el mesías cristiano.En esa línea, el argumento central de esta Teología Bíblica Cristiana es el mismo Jesús, preparado en Israel (NT) y testimoniado en la Iglesia (NT)[5].           

Un curso en tres partes, siete unidades, veintiocho lecciones

             Éste es un curso “orgánico”, desarrollado en 28 lecciones o “clases”, que tiene un argumento unitario: El despliegue de Dios en la historia y palabra de los hombres, según la Biblia Cristiana, que aquí tomo en sentido “canónico”, dejando a un lado, no por secundarios o “heréticos”, sino por no‒canónicos, los apócrifos del AT y el NT, con otros textos del entorno bíblico (= para‒testamentarios), que tendremos en cuenta, pero sin tratarlos de manera sistemática. Según eso, he reducido mi trabajo a los libros “oficiales”, pero entendidos de un modo dialogal, ofreciendo un curso de estudio, para aquellos que, siendo creyentes o no, quieren conocer mejor el despliegue temático y el contenido teológico de ls Biblia. Sobre la división, argumento y aporte de sus diversos libros he dicho lo esencial en Mundo‒Biblia, aunque aquí ofrezco también unas bases generales sobre el tema.

En un sentido, éste es un libro confesional (es decir, escrito desde una perspectiva cristiana, creyente), pues toma como punto de partida el canon de la Biblia (no otros libros de su entorno, por importantes que sean) y se dirige básicamente a cristianos deseosos de conocer de un modo razonado el contenido y alcance de su fe, desde la Biblia. Pero, al mismo tiempo, es un libro abierto a todos los que quieran conocer la Biblia como un testimonio muy significativo de la cultura humana.

Este curso se divide en tres partes. La primera y tercera están centradas en los libros del AT y del NT, siendo más extensas; la intermedia, más breve, está centrada en la vida y mensaje de Jesús, que por un lado es judío (AT) y por otro puede tomarse como germinalmente cristiano (conforme al argumento del NT. La primera parte expone la teología del AT, en tres unidades, cada una con cuatro “lecciones” o capítulos, conforme a la división de la Biblia Hebrea: Pentateuco, Profetas y Escritos. La tercera parte se ocupa de la teología del NT, también en tres unidades, con cuatro lecciones cada una (aunque la última lección de la segunda unidad y las cuatro de la tercera forman un compendio de toda la Biblia Cristiana).

‒ Las tres primeras unidades presentan las tres partes del AT (Torah o Pentateuco, Nebiim o profetas anteriores y Ketubim o escritos) y recogen la “verdad” hebrea (judía) del Cristianismo. Cada una de esas partes consta de cuatro capítulos, formando así un total de doce temas o lecciones, que ofrecen una visión de conjunto de la Biblia hebrea, desde una perspectiva literaria e histórica, pero sobre todo teológica[6].

La unidad del centro (cuarta) desarrolla una visión general de Jesús, a quien he presentado como judío y cristiano a la vez (en cuatro lecciones o temas), poniendo así de relieve el hecho de que el centro y clave del cristianismo no es un libro (por importante que sea), sino una persona, el hombre Jesucristo, centro de la humanidad y protagonista de la Biblia[7].

Las tres unidades finales están dedicadas a la teología del NT, entendidas, como cumplimiento de la Ley, Profetas y Escritos de la Biblia judía, desde la vida, muerte y resurrección de Jesús. Consta igualmente de tres unidades, cada una con cuatro temas, en los que expongo la teología de los evangelios y Hechos de los Apóstoles, con las cartas del “corpus” paulino, las católicas y el Apocalipsis[8].

            En esa perspectiva, de un modo consecuente, he querido situarme y comenzar el estudio de la Biblia partiendo del momento en que ella empieza a configurarse en forma “canónica”, en torno al siglo VI-III a.C., para recuperar después, mirando hacia atrás, las tradiciones más antiguas, con las adaptaciones y aplicaciones posteriores. Debo recordar nuevamente que éste es un curso de iniciación, no una enciclopedia o diccionario de la Biblia, ni una historia de Israel o del cristianismo primitivo, ni un comentario filológico a los libros del AT y del NT[9].

Sus 28 lecciones se pueden estudiar por separado, aunque han sido organizadas de un modo unitario. Todas tienen una extensión semejante, con su temática y desarrollo interno, de manera que se podrían verse de un modo independiente… Pero es claro que cada lector o grupo de estudio puede organizar sus ritmos, sabiendo que lo importante es la Palabra de Dios, y que este libro es sólo una herramienta para entender y vivir esa Palabra, en la línea de la Ciudad Biblia, donde podrán verse y resolverse algunos temas que aquí no he detallado (textos y traducciones de la Biblia, otros manuales de estudio etc.).

Siendo nuevo, formulado y redactado en los cuatro últimos años (2016-2020), este libro recoge, unifica y sistematiza reflexiones que empecé desarrollando en el Convento la Merced y en la Universidad Pontificia de Salamanca, a través de una larga docencia (1973-2003), que después he completado y culminado en la casa familiar, con Mabel, mi maestra y mujer. A ella, y a los amigos editores de Verbo Divino, con Guillermo Santamaría y Elías Pérez, sigue dedicado (San Morales 12.6.2020).

Notas

[1] Así he podido y querido componerlo, como síntesis de estudio y lectura de la Biblia, tras medio siglo de enseñanza en escuelas, universidades y academias, dividiéndolo pedagógicamente en 28 capítulos o clases escolares. Como es normal, retomo y recreo para ello trabajos anteriores, como Diccionario de las tres religiones (2009), Gran Diccionario de la Biblia (2015) y Mapa Biblia (2019), con libros y estudios de otros autores, citados en notas y bibligrafía. 

[2] En un libro publicado con V. Haya (Cuarenta palabras originales para entender a Jesús, San Pablo, Madrid 2018) he buscado el origen y sentido de algunos términos griegos y hebreos del NT, pero en esta Teología no he podido detenerme en ese plano, aunque está siempre presente.

[3] En esa línea he compuesto este curso, incluyendo en el cristianismo la palabra y teología del AT,aunque sin completarla (¿por ahora?) con Corán de los musulmanes,como hice en Diccionario de las tres religiones, que escribí y publiqué con V. Haya (Verbo Divino, Estella 2009).

[4] En una perspectiva semejante, aunque partiendo del judaísmo, se situaba F. Rosezweig (1886‒1929), La estrella de la Redención (1921), en quien me inspiro, aunque con una diferencia: Rosenzweig escribió un tratado filosófico‒teológico, en la línea Hegel o Heidegger, mientras yo he compuesto un simple curso escolar.

[5] Según eso, no existen dos teologías bíblicas, una del AT y otra del NT (aunque a veces se estudien así, por separado, y los judíos se limiten al AT, y muchos cristianos al NT), sino una única Palabra que aparece como despliegue y revelación de Dios, no para negar el valor del testamento bíblico judío, sino para valorarlo plenamente en Cristo.

[6] Éste es un libro de lectura, y cada lector (creyente o no) puede tomarlo como texto de información general. Pero, en otro plano, es un libro de texto, un curso de aprendizaje, de forma que cada lección puede tomarse de un modo independiente, aunque todas se integran, ofreciendo una visión de conjunto de la Biblia (que puede complementarse con los otros libros ya evocados: Diccionario de las Tres Religiones, Diccionario de la Biblia y Biblia Ciudad).

[7] Jesús es totalmente israelita, hombre de la Biblia Hebrea, de manera que algunos pensadores israelitas como Joseph Klausner (1874‒1958) le han tomado como el judío más más radical de todos, pero añadiendo que su radicalidad iba en contra del judaísmo real (nacional), de forma que él debió ser rechazado como “heterodoxo”.

[8] Este curso consta, como he dicho, de 28 tareas o lecciones que, impartiéndose de un modo semanal, durarían algo más de medio año, con tres meses para el AT, otros tres el NT, y un mes intermedio (cuatro semanas) para Jesús. Como introducción general a sus temas puede tomarse mi otro libro (Ciudad Biblia), dirigido a un círculo más amplio de lectores, menos especializados. Sin ser libro de especialidad, este curso supone cierto conocimiento y práctica en el uso de la Biblia, aunque he de añadir que esa práctica puede irse adquiriendo a lo largo del estudio de su contenido, en una línea más personal (de meditación), o más pastoral y catequética, de estudio compartido.

[9] El contenido de este curso deberá completarse con otras obras que iré evocando al comienzo de cada capítulo o lección y en la Bibliografía final. He querido comenzar con Yahvé (¡soy el que soy!), Dios revelándose a sí mismo, al comienzo de la fijación del AT (a partir del V a.C.), y desde ese principio he desarrollado de un modo orgánico los temas y textos de la Biblia judía y cristiana, con Cristo en el centro. Tomada así, esta teología se sitúa en el lugar donde se vinculan y separan judaísmo y cristianismo, partiendo de la Biblia Hebrea, traducida y presentada en el mundo cultural helenista en la versión de los Setenta (LXX), libro de cabecera para los cristianos griegos, desde el comienzo de la Iglesia. En ese fondo he vinculado desde Dios los temas principales de la Biblia, utilizando una línea de progreso (en clave de despliegue o diacronía y otra de armonía, pues iré entrelazando esos temas en un tipo de unidades estructurales (sincrónicas) que desemboca (por medio de Jesús) en el cristianismo posterior, dialogando con el judaísmo (y con el mundo actual).

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