Pan, casa y palabra. La esencia del evangelio según Marcos. Entrevista de J. M. Capapé a X. Pikaza (con resumen final de Mercabá)

Hay otras trilogías importantes: Fe, esperanza y caridad;  Padre hijo y Espíritu Santo; cuerpo, alma y espíritu....  Pero ésta es la más significativa. Nos sitúa ante el centro del evangelio, ante la tarea de renovación de la Iglesia.

Dirigí hace tiempo un seminario sobre el tema en la Universidad Pontificia de Salamanca. -Comenzaba insistiendo en el pan/comida; que todos los hombres coman, compartan la comida y así vivan, ése es el principio del evangelio.  Ponía de relieve la importancia de la casa, entendida como espacio y camino de encuentro entre los hombres y mujeres, desde  la familia y comunidad, hasta la iglesia y la humanidad y el mundo, casa común de todos los humanos. - Terminaba el libro con una reflexión sobre la palabra, que es Dios y la comunicación entre todos los seres humanos.

Dom 21.7.24. Ovejas con pastor. Cristo pan, palabra y casa (Mc 6, 30-34)

Tuve la suerte de que un compañero y amigo (José Miguel Capapé, activista cristiano de Zaragoza, cf. FB) me hiciera una entrevista que anda por ahí. Quiero recogerla aquí, porque recoge mis estudios de pasado (publicados en un libro  ya descatalogado, que se titulaba titulado Pan, Casa y Palabra. El Evangelio de Marcos

Solo me  queda dar gracias a José Miguel Capapé, y felicitarle por su trabajo al servicio del pan, casa y palabra no sólo en la iglesia, sino en la sociedad civil, de un modo crítico, audaz, inteligente, como podrá ver quien entre en su FB o busque su nombre y trabajos en Google. 

-- Xabier, empiezo de un modo directo: ¿por qué has escrito este libro?

*José Miguel, Gracias por preguntar. Por necesidad interior y coherencia temática. Acababa de publicar una introducción literaria sobre Mc (Para vivir el evangelio. Lectura de Marcos, EVD, Estella, 1995) y sentí con agrado  que a mucha gente le gustaba, y que incluso se iba traduciendo a varias lenguas. Sin embargo, yo estaba seguro de que lo más importante me quedaba dentro. Por otra parte, había iniciado hace tiempo un proyecto de  Teología Bíblica Cristiana, del que había publicado dos volúmenes (El Evangelio. Vida y Pascua de Jesús; Antropología bíblica).  Un día, en otoño, sentí la necesidad de expresar lo que tenía dentro. Dejé a un lado las restantes ocupaciones, me puse en cuarentena y, casi de un tirón, escribí este libro.

-- Pero ¿se puede escribir un libro así, de un tirón? ¿Cuánto tiempo necesitas para hacerlo?

*Lo del tirón es una imagen. El 60% del material lo tenía publicado ya, en revistas de especialidad y divulgación (tal como indico en pág. 9, nota 3). Aproveché además la oportunidad de dirigir un curso cuatrimestral de especialidad sobre la iglesia en Mc; puedes leer los nombres de los alumnos que me escucharon y ayudaron en pág. 9, nota 4. Eran dos clases por semana, lunes y martes; cada semana llevaba a los alumnos unos 10 folios escritos, para contárselos y ver, escuchar, sentir su reacción. El resto del tiempo lo dedicaba a precisar lo escrito  y a preparar  lo nuevo. Puedes suponerte: nada de cine, salidas cronometradas, como si estuvieras de oposiciones. En total cuatro meses de durísima y gozosa tensión y al final doscientos folios apretados en la mano, que entregué a los alumnos para que estudien, comparen y juzguen.

--Y con eso a la editorial ¿no es cierto?

Resultado de imagen de Xabier Pikaza, Libros

*¡Pues no! Yo conversaba de forma estable con el editor y amigo de Sígueme, el biblista D. Jesús Pulido, hoy obispo de Cáceres/Coria. También conversaba con Mercedes Navarro, amiga y biblista, que preparaba entonces su tesis doctoral sobre la unción de -Betania (cf. Ungido para la vida. Mc 14 y Jc 12, EVD, Estella  1998).  Conversé también mucho con otros amigos, el biblista Senén Vidal y mi compañero psicólogo Antonio Vázquez. Todos me ayudaron más que lo que ahora puedo aquí expresar. Estaba rodeado de Mc por todas partes, con los temas en caliente, y, como puedes suponer, eso era peligroso. Hay que dejar que se enfrían los folios y las ideas por unos meses: te olvidas de ello, como si hubiera sido un sueño, cambias de ocupación, contestas a las cartas apiñadas, ves a los amigos, escribes cositas de menos pelaje y, un día, sientes la necesidad de volver al texto ya enfriado: ¿por qué no reviso aquello?  Para ello necesitas unos días buenos, para situarte ante el libro como un extraño, como si no fuera tuyo; entonces  empleas la tijera y la imaginación, cortas aquí, añades allí y cuando te siente menos insatisfecho imprimes el material, haces un índice de autores y con el disquete en la mano vas a ver al editor, que en este caso estaba a tiro de cerveza en Salamanca. El resto es cosa suya. Ha hecho de verdad un buen trabajo.

--¿Y por qué escogiste esos términos clave: pan, casa y palabra?

No empecé por ellos. Yo quería hallar en Mc un tipo de iglesia más convencional, casi con misa de domingo y obispo diocesano. Quería ver las leyes y estructuras sociales del evangelio. Pero no las encontraba y, poco a poco, ya al final del curso fueron emergiendo por sí solos esos símbolos. No pienses que los he inventado. Otros los habían visto y habían dicho cosas parecidas leyendo a Mc, pero pienso que he aportado algo nuevo, unificando  el evangelio y la iglesia de Mc en torno a esos símbolos fuertes, que nos sitúan en el mismo centro de la vida y de la historia humana.

Pero ¿no te parece un poco extraña esa forma de enfocar la iglesia? Cuando se habla de iglesia, la mayoría de la gente busca o espera otras cosas: una organización, un cultivo social de la sacralidad, un tipo de poder...

*De ninguna manera! Los alumnos de la facultad entendieron el tema a la primera, animándome a profundizar en esos signos. Empecé a estudiar los temas desde una perspectiva bíblica (de lectura de Mc), pero muy pronto me vi inmerso en el centro de la antropología social y/o cultural. Todo el mundo sabe que los problemas básicos del ser humano son el pan compartido (la economía al servicio de todos, especialmente de los pobres)  y la casa (es decir, la red encuentros  y relaciones sociales, que defienden por un lado al grupo y por otro le abren hacia los restantes humanos, hasta formar con ellos una gran familia). Esa unidad humana sólo puede establecerse a través de la palabra, es decir, de la comunicación abierta al conjunto de los humanos. Mc nos sitúa así en el centro de la problemática humana. 

-- Pero ¡no estarás manipulando a Mc? El evangelio parece más ingenuo, más piadoso, se sitúa en otro plano más sacral...

*¿Quién te ha dicho eso? Mc es ingenuo y piadoso, pero de un modo mesiánico, abriendo para todos los humanos un camino de vida que se centra en el pan compartido (tema que va de las multiplicaciones a la última cena), la casa familiar (hogar de la nueva familia de Jesús donde caben todos, de un modo especial los excluidos de las familias sacrales del mundo) y la palabra sembrada en el campo de la tierra (cf. Mc) y abierta a todo el mundo en el mensaje de la pascua. Yo no he inventado nada, he querido que el mismo texto hable.

-- ¿Te sientes creador de un nuevo tipo de exégesis?

Revolución en el palacio de Dios (Sal 82: J. D. Crossan; X. Pikaza).

--¡De ninguna manera! Soy un artesano con un poco de imaginación. Leo mucho, recojo lo que dicen otros, me dejo sorprender por el evangelio y, luego, desde ese maravilloso lugar que es la escuela, procuro escribir lo que he descubierto. Soy uno más entre cientos de exegetas. Escribo más que algunos, pues tengo un ritmo vital rápido y necesito expresar lo que siento. Pero no me siento creador, sino amigo entre amigos biblistas y cristianos. Mi exégesis ha estado más inclinada a lo teológico; ahora procuro vincular el aspecto teológico, literario y antropológico del texto, pues pienso que no pueden separarse

-- ¿Qué imágenes de iglesia privilegia el evangelista Mc?¿Cómo las descubres?

*¡Las imágenes son las que vengo diciendo! Ciertamente, hay otras: la barca en el lago, el camino al calvario... Pero pienso que esas tres son privilegiadas. Las descubro dejando que el texto me hable; para eso lo leo cuidadosamente, empleando las técnicas literarias, pero empleando también un poco de imaginación, mucho de arte  ¿Sabes que Mc es una obra literaria genial?

-- No lo conozco bien, puede ser. Pero ¿no te parecen demasiado poco sacrales, poco dogmáticos, los símbolos que empleas?

*¿Cómo dices eso?  Lee el evangelio (no mi libro) y verás que en el centro del grupo de Jesús en Mc está el tema de la comida. Esta es la nueva sacralidad de Jesús, el pan compartido, a campo abierto, para limpios y manchados, enfermos y sanos, el pan que se hará signo y presencia de la Vida Pascualde Jesús (eucaristía). Mc es un evangelio dramático, texto de nacimiento de Iglesia: quiere narrar el sentido y origen de la comunidad mesiánica de Jesús donde puedan vincularse en acogida y comunión, en palabra compartida y gozo, todos los humanos. Supongo que estarás recordando el Credo, cuando expande la fe de la iglesia diciendo "creo en la comunión, en el perdón, en la vida eterna". Esto es lo que Mc dice en su evangelio.

-- ¿Hace falta ser un gran exegeta para entender estas cosas?

* ¡De ninguna manera! --Basta con estar atento al evangelio. Si tienes algo de oficio (saber griego, técnicas literarias, literatura del entorno), pues mejor. Pero el gran tecnicismo te puede perder en detalles accesorios de erudición. Yo pido a mis lectores que lean directamente a Mc; si lo pueden hacer y se sienten a gusto, que dejan, por favor, mi libro; que descubren ellos mismos la trama del texto bíblico, que la comenten y apliquen a su vida. Habrá algunos que agradezcan una ayuda. Para esos he escrito este libro, que es un medio, no un fin, una escalera no la meta; el fin y meta que busco es el mismo evangelio vivido en comunidad.

-- Permíteme una pregunta indiscreta: ¿Cómo se relaciona lo que dices en el libro con la iglesia que conocemos, los dogmas y obispos, las leyes y ceremonias?

* Supongo que preguntas de broma. La iglesia que conocemos es  el grupo de creyentes empeñados en recorrer juntos el camino de Jesús, con su pan en la mochila, en grupos formales o informales, de iglesia o de sociedad civil. En esa iglesia, al servicio del pan común, de la casa "católica" donde caben todos y de la palabra compartida, están los obispos y todos los restantes ministros. Pero en Marcos hay poco ministro y mucho obrero…. Están los oficiales (Pedo, zebedeos…) que son para Marcos muy peligrosos, está el exorcista que anda por libre, que habla de Jesús, pero no va la Iglesia…Mc no los ha nombrado a todos…, no porque no le importen, sino porque vienen en segundo lugar. Él  ha querido fundar la iglesia universal de los discípulos, enraizada en el camino de la entrega de Jesús, de su muerte y resurrección. Porque, al final, supongo que lo habrás supuesto, estas tres notas de la iglesia (pan, casa y palabra) se condensan en una: La presencia activa de Jesús resucitado.

* He ojeado el libro y me parece que Pedro no es muy cristiana. ¿De donde sacas eso?

*Lee el evangelio, no leas mi libro… Verás que Pedro dice y hace casi siempre cosas inconveniente… y al final no se sabe si cree o no en Jesús. Da la impresión de que no ha cumplido todavía los deberes cristianos.

--¿Quiénes quedan al final?

* Queda el camino de Jesús, quedan los Doce, aunque no se sabe todavía sin van a creer en el valor salvador de la muerte de Jesús, en su resurrección como ratificación de lo que Pablo llama el Logos o verbo de la Cruz… Está en juego la identidad del evangelio.

-- Perdona, pero esta interpretación ¿no se separa de la doctrina normal de la Iglesia, de las enseñanzas del Magisterio?

*¿Quién te ha dicho eso?  Precisamente el Magisterio actual defiende con gran fuerza el aspecto económico (pan) familiar (casa) de la Iglesia  y pone de relieve la identidad y valor de la palabra, como expresión de vida compartida. De esa forma se vincula el aspecto sacramental (pan, casa) y el dialogal (palabra) de la iglesia, abriendo un camino de encuentro para católicos y protestantes y para católicos o ortodoxos, dentro de un cristianismo que vuelve a sus raíces… y en esas raíces las dos figuras bíblicas fundamentales son por una parte Pablo y por otra Marcos. Por eso he escrito este libro como punto de partida de una experiencia cristiana fundada en la vida y mensaje de Jesús.

Evangelio de Marcos: La buena noticia de jesús: Pikaza Ibarrondo ...

-- ¿Crees que ha merecido la pena escribir este libro? ¡Estás contento?

* Básicamente estoy contento.Han seguido otros libros sobre Marcos y sobre Jesús, pero en el comienzo de mi compromiso por la Biblia, en contacto con mi amito Senén Vidal está esta lectura de Marcos.. He disfrutado y aprendido al escribirlo, me ha valido. Disfrutaron algunos alumnos al acompañarme. Espero que lo disfruten ahora algunos lectores. Pero eso lo dejo en manos de la Providencia, es decir, de la comunidad eclesial y cultural. El libro ya no es mío, es de aquellos que lo lean de un modo interactivo.

--¡Por qué has dicho eso de interactivo?

*Porque el libro sólo se hace verdaderamente libro allí donde alguien lo acoge y lo revive, sea de un modo personal, sea en grupo, en discusión interna y de grupos.

-- Y ahora, el año 2025, pasado mucho tiempo desde que escribiste este libro ¿tienes en mente algo nuevo sobre el evangelio de Marcos?

* Dentro de diez días (el jueves 17, en la Universidad María Cristina de El Escorial tengo una ponencia sobre el exorcista no comunicaría de Marcos… Intentaré presentarla en este blog dentro de unos días, por si alguno quiere pasarse por el Escorial.   

-- Gracias, Xabier, nada más. Quizá nos vemos. Un abrazo.

PAN, CASA Y PALABRA.TEMA CONDENSADO POR MERCABÁ 

Lo primero es el Pan, sin pan no igualdad. Ciertamente, el hombre no vive sólo de pan, pero sin para no puede ni vivir. El evangelio según Marcos es pan compartido, y así debe mostrarlo la Iglesia, con su vida y ejemplo, en un mundo que priva de pan a gran parte de los hombres y mujeres, no sólo allí fuera (entre africanos o manchúes), sino en Madrid y Tudela, mientras gran parte de la Iglesia calla y parece amañarse con los que roban el pan a los pobres..

Lo segundo es la Casa, que es fraternidad y comunión, que es vida social y acogida mutua… empezando por la casa material, que ahora los Bancos hipotecan, en manos de un Diablo llamado Mamona. La misma Iglesia ha de ser una gran casa… (muchas veces lo olvida). La Iglesia ha de garantizar casa (cien casas) para cada uno de los creyentes, y son pocos en la Iglesia los que dicen en voz alta, mientras crece la corrupción de los que roban casa sobre (como decía hace 2700 años Amós, criticando a los Bancos de su tiempo).

Lo tercero es la Palabra… Conforme al esquema de Marcos, la Palabra es la libertad, que dada uno pueda decir (decirse) y ser, de un modo autónomo. Ésta es la libertad para todos, hombres y mujeres, de un mundo y del otro… Una libertad que es Palabra, fundada en el pan y en la casa... La Iglesia ha de ser espacio de Palabra para todos. Así la quiso Jesús, así lo dijo Marcos en su evangelio.

Éstos eran los temas centrales de la Revolución de Jesús según Marcos, tal como los exponía de forma introductoria en un escrito antiguo, tal como los he recogido en mi nuevo y extenso comentario de Marcos. 

Pan, casa y palabra, esencia de la Iglesia


Marcos ha escrito un evangelio interactivo, que presenta nuestra opción (nuestra historia) presentando la de Pedro y los discípulos primeros. Tanto Pedro como las mujeres tienen que dejar Jerusalén e «ir a Galilea», para contemplar a Jesús resucitado, asumiendo la misión universal del evangelio. Marcos sabe que la Iglesia ha corrido el riesgo de cerrarse en los límites de una comunidad judeocristiana, vinculada a la estructura vieja de la ley israelita. Por eso quiere que el evangelio empiece a proclamarse y expandirse en todo el mundo (cf. 13, 10; 14, 9).

En ese sentido quiero destacar el carácter interactivo (dialogal) del evangelio. Marcos no es un libro para entender y discutir, sino para descubrir a Jesús y caminar con él, iniciando con los demás cristianos una marcha de Reino. Fueron ellos, los discípulos antiguos, somos nosotros, lectores modernos, quienes debemos asumir e interpretar con nuestra vida el evangelio ¿Cómo realizar esa tarea y camino de Jesús?

Ciertamente, debemos anunciar el reino (1, 14) y expulsar demonios, curando a los enfermos (3, 14-15; 6, 12-13), como hizo Jesús, para fundar con él la nueva comunidad mesiánica centrada, como he dicho ya, en la casa, el pan y la palabra, desde Galilea. Es bueno que no aparezca la palabra Iglesia, tomada en sí misma, podría parecernos suficiente, separándonos de los elementos esenciales del proyecto y camino de Jesús con sus discípulos, a lo largo de su vida histórica. Por eso, debemos volver a Galilea, reiniciando allí camino que nos permita comprender el sentido (autoridad) de esos tres grandes signos eclesiales:

• Experiencia de Casa fraterna (cf. Mc 3, 20-35).
Los escribas de Jerusalén le juzgan endemoniado porque acoge a los posesos; sus parientes de la Iglesia judeocristiana le declaran loco. Jesús responde acogiendo en su corro (igualdad fraterna, círculo de comunicación) a los que cumplen la voluntad de Dios, haciéndolos su madre, hermana y hermano. Esta es su autoridad: ofrece familia a quienes carecen de familia, a los expulsados del sistema sacra) y social israelita. Los judíos de aquel tiempo constituían una casa honorable de hijos de Abraham y de cumplidores de la Ley; ellos se definen a sí mismos como casa de Israel, centrada en los grandes valores de la identidad genealógica (origen común) y la pureza común, lograda por el cumplimiento de la Ley.

Marcos quiere que la Iglesia sea casa… y que los creyentes compartan sus casas, familiar, de manera que los seguidores de Jesús (superando el egoísmo particular) puedana tener cien casa, por fraternidad

Superando ese nivel de casa nacional, Jesús ha querido ofrecer espacio de vida y casa de fraternidad a todos los necesitados, sin más condición que la escucha de la palabra y el amor mutuo. Construir sobre el mundo una casa de fraternidad, abierta desde los excluidos y pobres, desde los enfermos e impuros, a todos los humanos, superando así las limitaciones de ley nacional: esta es la primera tarea de la Iglesia en Marcos. Construir mil casa, para todos, sin diferencia entre ricos y pobres, ésa es la esencia del evangelio

• Experiencia de Pan compartido, igualdad (pan para todos).
Conforme a la ley del jubileo y a toda su legislación nacional, el judaísmo se constituye como pueblo de hermanos que comparten el buen pan (bien purificado), con manos limpias, en comunidad de mesa. Pues bien, superando el límite de pureza israelita, Jesús quiere que sus discípulos se definan y vinculen en torno a un pan y unos peces que comparten con todos los necesitados. Por eso ha comenzado enviando a sus discípulos sin dinero ni provisiones, para anunciar con libertad el reino, diciéndoles que acepten el pan de aquellos que quieran recibirles; ellos ofrecen curación y evangelio, fraternidad creadora; así pueden acogen el pan de aquellos que quieran recibirles (cf. Mc 6, 6-13). Pero luego, cuando esos mismos discípulos tienen pan y peces, les pide que los compartan con los necesitados del entorno, que vienen sin comida (cf. 6, 30-44; 8, 1-8).

Ellos, los discípulos, querían dominar la tierra, con un poder sagrado. Jesús empieza poniéndoles en manos de los demás (han de ir a sus casas sin provisiones, sin seguridades). Después les hace servidores de una mesa que debe abrirse para todos los que vienen y buscan. Esta es su autoridad, esta la esencia de la Iglesia: repartir el pan con los necesitados israelitas (primera multiplicación: Mc 6) y con los no israelitas (segunda multiplicación: Mc 8), sin miedo a que falte lo necesario, sin cálculos o compra-ventas de tipo monetario. Por eso, cuando van de misión al otro lado del mar, ellos llevan un sólo pan en la barca de la Iglesia (cf. 8, 14-21): es el pan de Jesús, la verdadera eucaristía de la vida compartida, de la presencia mesiánica, que no debe estropearse con la mala levadura de los fariseos (pureza y separación nacional israelita) y de Herodes (el pan de la imposición política).

El Pan de Jesús, que es pan multiplicado (para todos), un pan material, la comida concreta de cada día… Es el pan del salario justo, para todos los hombres y mujeres, en contra de un dinero que se cierra en sí mismo, de un pan que se pudre en manos de los ricos. Sólo así se puede hablar de pan eucarístico en la iglesia. Sin compartir el pan material la celebración del pan eucarístico es mentira, sarcasmo y blasfemia. (

• Autoridad de la palabra, libertad cristiana y humana.
«Salió el sembrador a sembrar... La semilla es la Palabra» (4, 3. 14). Esta es su misión básica de Jesús, la tarea que ofrece a los discípulos: extender la Palabra, anunciar el evangelio a todas las naciones: ellos buscaban dinero y poder, honor y gloria, para dominar sobre la tierra; pues bien, Jesús les hace sembradores del Mensaje de Dios (evangelio) para todos los pueblos (cf. 13, 10; 14, 9). Así se define la autoridad de los discípulos de Jesús, el tesoro de vida de la Iglesia: la palabra que ellos anuncian y comparten, en gesto misionero, en todos los pueblos de la tierra. Ciertamente, Israel tenía una Palabra, centrada en la Alianza y en la Ley; pero era una Palabra que se limitaba, por ahora, a la nación israelita, pues trataba de lo puro y de lo impuro y se encontraba vinculada a las peculiaridades religiosas y sociales del pequeño pueblo de Abraham y de Moisés.

Pues bien, Jesús ha ofrecido a sus discípulos la Palabra del Reino de Dios, que se identifica con su propia Vida, con su entrega en favor de los demás. Por eso, en la segunda parte del evangelio, de Mc 8, 27 en adelante, la verdadera Palabra del mensaje se condensa y encarna en la misma entrega pascual de Jesús, como ratifica el mensaje de la tumba vacía (Mc 16, 1-8).

Ésta es la palabra de la libertad: Que cada uno pueda ser él mismo, decir su verdad, decirse a los otros…

Tres notas de la Iglesia: Casa del pan y la palabra

Estos tres elementos o tesoros: Palabra y Pan (encuentro persona y comida compartida) definen y expresan el sentido de la Iglesia, entendida como Casa de Dios, para todas las naciones.

Tenían los judíos un templo, que era en principio bueno, pero algunos lo habían "malformado" o pervertido, como sabía ya el profeta Jeremías (cf. Jer 7, 11), haciéndolo cueva de bandidos. Pues bien, Jesús quiere convertirlo de nuevo en casa de oración para todas las naciones (Mc 11, 17; cf. Is 56, 7).

El templo de los cristianos es la comunidad de Jesús, cuerpo del Cristo resucitado, que se abre en forma misionera, a todos los hombres y mujeres de la tierra, como sabe el relato de la unción de Betania (cf. Mc 14, 3-9), comunidad centrada en torno al pan, como casa común, palabra universal.

Marcos no ha elaborado una eclesiología de tipo teórico (no ha tratado de los principios de la vinculación universal de los hombres en torno a unas ideas); ni se ha detenido a organizar la Iglesia en forma estructural, con sus diversos rangos y jerarquías. El ha hecho algo mucho más importante: ha mostrado el surgimiento y sentido de la Iglesia, en el camino de entrega y pascua de Jesús, mostrando también los riesgos que ella tiene de pervertirse, lo mismo que un tipo de templo judío.

La Iglesia es la casa que Jesús ha construido con la entrega de su vida, la casa de la pascua, abierta en misión universal de amor a todos los humanos. Los discípulos querían ser (hacerse) grandes en el Reino de Jesús, para dominar a los demás, dentro de un mundo bien jerarquizado (cf. Mc 10, 42); querían ser gobernadores y primeros, identificando así la Iglesia con un imperio de este mundo, conforme al modelo romano o judío.

Jesús les enseña a servir, sembrando palabra y compartiendo pan, en diálogo fraterno; Jesús les enseña, sobre todo, a dar la vida por los demás, creando de esa forma comunión de amor universal. Por eso, el evangelio puede interpretarse como manual de autoridad mesiánica para mensajeros y portadores del reino.

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