Prohibido comulgar en Compostela

Llegamos a la ciudad del Apóstol una radiante mañana de sol y sentimos el bullir de cien naciones peregrinas en la Rúa de los Francos; pensé que el centro y meta de su camino era la Catedral, y en la Catedral Jesús, el Señor del Apóstol Santiago (mensajero de paz en los confines de la tierra), el Cristo de la comunión universal o Eucaristía.
Llegamos a la Puerta de las Platerías y allí empezó la triste aventura de comulgar como católico cristiano en Compostela, en la Misa del Peregrino, a las doce de la mañana.
Ésta es la historia de los tres obstáculos y del gran escándalo de la Comunión en Compostela. Buen día a todos, buen deseo de que corrijan algunas cosas en la Catedral de Santiago.
Primer obstáculo, la mochila.
Yo no tenía problema, había dejado las maletas en San Clemente. Pero al llegar a la plaza de la muerte de las Platerías vi muchas mochilas en el suelo, y pregunté ¿qué pasa?

Me dijeron que no dejan entrar y comulgar con la mochila peregrina, la que traen desde Canfranc o Roncesvalles, con el deseo de llegar con ella hasta el Señor de Compostela.
No dejan entrar con ella y, por eso, hay muchos que no suben al templo, que no pueden comulgar, pues no hay un sitio donde colocarlas, a la entrada de la Iglesia (poniendo una consigna en la primera capilla de la derecha o en la sacristía).
Para comulgar en Compostela tienes que dejar la mochila viajera, quizá porque estorba, porque huele, porque… ¿No podrían arbitrar los canónigos de la rica Basílica del apóstol una forma de evitar este primer obstáculo?
Segundo obstáculo: cintas de protección y gorilas
Con el asunto de las mochilas llegué al templo un poco tarde, cuando estaba entrando el Canónigo a la misa. Estaban llenos los bancos del crucero, la nave centrar quedaba lejos y en obras… Quise pasar pero me lo impidieron unas cintas colocadas en los laterales, y unos guardias de seguridad (hombres y mujeres) cerrando los caminos.
Logré pasar, a pesar de todo, diciendo a una guardesa que quería entrar a misa y ponerme en un lugar del que pudiera ver al cura/canónigo de la celebración. Me puse en el ángulo formado entre la nave lateral izquierda y el crucero. Había dentro mucho sitio vacío, pero guardias y guardesas impedían la entrada.
Escuché la misa en pie, no quise sentarme en el suelo. Una monja del interior descorrió la cinta e introdujo en el lugar vacío del principio de la nave a una mujer cansada y a un hombre mayo. Pero llegó un guardia/gorila y les quiso sacar a la fuerza, aunque sobraba sitio y sitio… El señor salió, pero la monja agarró a la mujer y dijo de aquí no sale.
La cosa quedó así, pero era claramente difícil oír misa y comulgar en Compostela, no por falta de sitio, sino por las cintas inútiles de seguridad y los gorilas que las guardaban.
Tercer obstáculo: Una fila custodiada… una comunión vigilada
Yo estaba fuera de la cinta de seguridad, pero pensé que el llegar la comunión se abrirían los espacio y/o vendrían los encargados de ofrecerla. Pero no fue así, nadie vino, nadie nos invitó al pan de Jesús.
Aproveché un momento de incertidumbre de los guardias de seguridad y levanté la cinta y me colé en la fila, mientras la guardesa me decía “espere” y me quería retener alejado, señalando el camino que debía haber seguido.
Pero el problema no fue ése, sino otro, mucho más fuerte, más escandaloso. Mientras se iniciaba la comunión sonó una voz de altoparlante (no la del cura celebrante, sino la de algún funcionario sin alma “cristiana”), diciendo algo así como lo siguiente:
‒ La comunión es para católicos, no se acerquen los no católicos
‒ La comunión es para gente sin pecado, no se acerquen pues los que están en pecado
‒ La comunión..
Me encendí por dentro en la fila “equivocada”, mientras me miraba la guardesa… Esperaba oír algo distinto, que el celebrante dijera que el Camino de Santiago culmina en el Pan de Jesús… que Compostela está allí donde hombres y mujeres comparten el pan de comunión de Cristo, ratificando así su comunión… Que de un modo profundo todos los creyentes pueden comulgar en Compostela, con respeto al pan de Cristo, con compromiso de amor y de unidad, desde Jesús, el maestro y amigo del apóstol de Compostela
El gran escándalo: ¡Estos japoneses no pueden comulgar!
Pensando en lo anterior estaba (en la necesidad de ofrecer la eucaristía como don, un regalo de Jesús que se extiende desde la Iglesia a todos los cristianos, a todos los hombres y mujeres que hacen el camino del apóstol…) cuando sucedió algo que me enfureció sobremanera (un escándalo, es decir: un tropiezo, algo que hace caer a la gente...).
Delante de mi avanzaban dos japoneses (¿coreanos?) mayores (¿ochenta años?), peregrinos y turistas a la vez, pero llenos de devoción… La guardesa/gorila que había querido impedirme el paso por la cinta iba “riñendo” a muchos comulgantes que llevaban todavía en la mano la forma “consagrada”, mandándoles que la tomaran inmediatamente.
Era desagradable, pero lo más desagradable empezó luego. No sé cómo esa gorila sabía quiénes era católicos y estaban preparados y quienes no, y así fue dejando pasar a la gente. Pero al llegar los japoneses se encaró con ellos y en mal span-inglish les preguntó algo así como si eran católicos. No sé si ellos entendieron lo que decía (creo que no). No sé si era cristianos (quizá no), pero venían con inmensa devoción a recibir el Pan del Señor del Apóstol.
No sé si entendieron, pero captaron el rostro amenazante de aquella gorila, bajaron la cabeza, se inclinaron con honda reverencia, y dejaron la fila, saliendo sin comulgar.
Quedé sin aliento. Supe que eso no se hace, y menos en Santiago, en la misa del Peregrino.No se puede abrir la puerta de la Catedral, en una misa de comunión, y amenazar después a los posibles no católicos (y pecadores) dejándoles así sin comulgar.
Supe que esa actitud no era la de Jesús, sentí que aquella Catedral de Peregrinos, en ese momento, no era mi casa. Quizá decir algo a los japoneses, pero estaban tan turbados que no supieron (no supimos) comunicarnos. Simplemente nos inclinamos…unos y otros.
Paso con eso el tiempo y los que daban la comunión se fueron… y quedé solo en el lateral del crucero, sin ilusión, sin comunión, con rabia. A mi lado quedaron un par de peregrinos que habían llegado de México DF y me dijeron: "no habíamos venido para esto a Compostela".
Postdata
No sé cómo se resuelven estos casos, lo de las mochilas, lo de las cintas de seguridad, lo de los “gorilas” del templo, lo de la comunión a los “no católicos” en un santuario universal de peregrinos.
No lo sé, hay problemas que nos son fácil de solucionar. Pero estoy seguros de que aquellos gorilas machos y hembras no son dignos de la Iglesia del Apóstol. Estoy seguro de que a los japoneses no se les puede “echar” de esa manera.
Al obispo y canónigos de Compostela: ¡Cuídenme la liturgia de la Misa de los Peregrinos! De lo contrario, llegará pronto el día en que peregrinos y caminantes vendrán a Compostela por otras razones (culturales, sociales, míticas…) pero no entrarán a saludar al Apóstol, ni a Comulgar con el verdadero Señor de Compostela, que es Jesús Eucaristía.