28 1. 08. Tomás de Aquino, teólogo.. Un recuerdo emocionado

Una evocación
Tomás de Aquino (Rocaseca 1225 – Fossanova 1274). Murió el 7 de marzo (día antiguo de su fiesta), pero su memoria se celebra hoy, 28 de enero (día de su nacimiento). Ha sido, y en algún sentido sigue siendo, el teólogo católico por excelencia: promotor máximo del diálogo entre la tradición cristiana (Sagrada Escritura, Patrística, Magisterio eclesial) y la filosofía de origen griego, representada de un modo especial por Aristóteles, tal como se está conociendo en ese momento (en el siglo XIII) por las traducciones realizadas a través de los árabes.
Fue un hombre de frontera. Apendió de los musulmanes, renovó por dentro el pensamiento católico, se abrió a la ciencia, quiso ser moderno (siendo fiel a la Iglesia), fue perseguido por los tradicionalistas de su tiempo y casi condenado... Al final, cansando de tanto bregar, obeso y melancólico, quiso quemar todo lo que había escrito... después que Jesús le dijera al corazón "bien has escrito sobre mí, Tomás"... Allá, en la Iglesia de S. Domenico de Orvieto, donde se recuerda esa historia del Tomás que sabe que todo lo que ha hecho (¡y es tánto!) es al final polvo y basura ante el misterio de Dios y de la vida, sentí la grandeza de la teología católica, romana, el año 1985..., mientras pasando unos días inoolvidables con los compañeros y amigos mercedarios de aquella ciudad, la Iglesia. Descubrí que la teología puede ser muy libre, muy moderna, siendo muy eclesial, como la de Tomás de Aquino.
Por eso y por muchas otras coss quiero recordar hoy al Tomás de la Teología Trinitaria que está en el centro de mi Enquiridion, después de muchos años de haber enseñado teología trinataria en Salamanca, dialogando año tran año con Tomás de Aquino, no para repetir lo que decía, sino para seguir pensando, a partir de lo que él y otro grandes han dicho.
Tomás de Aquino y la Trinidad, el misterio de Dios
Varias de las obras de Santo Tomás han sido traducidas al castellano, como la Suma Teológica I-XIV, BAC, Madrid 1955-1960. Obra latina completa en edición virtual: en Pamplona (ad Universitatis Studiorum Navarrensis aedes A. D. MMI). La edición básica sigue siendo la Leonina, que comenzó en Roma en 1882. Entre los libros sobre la Trinidad en Santo Tomás sólo citamos, por su cercanía, los siguientes:
G. LAFONT, Estructuras y Métodos en la Suma Teológica de S. Tomás de Aquino, Rialp, Madrid 1966; Peut-on connaître Dieu en Jésus-Christ?, Cerf, París 1969.
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Teología y antropología. El hombre "imagen de Dios" en el pensamiento de Santo Tomás, Ed. Moneda y Crédito, Madrid 1967.
A. ARANDA, «Santo Tomás, teólogo trinitario», Scripta theologica VI/1 (1974) 273-296.
M. CORBIN, Le chemin de la théologie chez Tomás d'Aquin, Beauchesne, Paris 1974.
D. GRACIA G., «Persona y comunidad. De Boecio a Santo Tomás de Aquino», Cuadernos Salmantinos de Filosofía 11 (1984) 63-106.
G. FERRARO, "La pneumatologia di S. Tommaso d'Aquino nel suo commento al quarto Vangelo", Angelicum 66 (1989) 193-263; "L'origine dello Spirito Santo nella Trinità, secondo le tradizioni greca e latina", CivCat 147/I (1996) 222-231.
S. FUSTER, "El Espíritu Santo como Amor mutuo del Padre y del Hijo en Santo Tomás de Aquino", Estudios del Vedat 15 (1985) 7-54.
A. HUERGA, "El Espíritu Santo en la teología mística aquiniana", DC 34 (1981) 247-263.
A. KREMPEL, La doctrine de la rélation chez saint Thomas Paris 1952 335. G. MARENGO, Trinità e creazione. Indagine sulla teologia di Tommaso d’Aquino, Roma 1990, 142 148.
F. MARINELLI, Personalismo trinitario nella storia della salvezza (Rapporti tra la SS. Trinità e le opere ad extra nello Scriptum super Sententiis) Roma Paris 1969.
A. MALET, Personne et amour dans la thélogie trinitaire de Saint Thomas d'Aquin, París, 1956.
J. MERRIEL, To the Image of the Trinity. A Study in the development of Aquinas' Theaching, Toronto, 1990.
H. Ch. SCHMIDBAUR, Personarum Trinitas. Die trinitarische Gotteslehre des heiligen Thomas von Aquin (= MThS.S 52), St. Ottilien 1995.
Teniendo en cuenta la aportación de sus predecesores, Tomás pudo ofrecer una noción elaborada de las personas en términos de relación subsistente. De esta manera introdujo una novedad clave en la visión de la persona, en la línea de Ricardo de San Víctor. La persona trinitaria no es "individua sustancia" (Boecio), sino relación subsistente, de forma que cada una es en la otra, por la otra y con la otra. De esta forma, al decir que Dios es persona, aplica en el mismo centro de Dios (de la realidad) el tema de la "oposición" de las relaciones, no en forma de lucha de amo-esclavo (como dirá más tarde Hegel: Fenomenología del espíritu IV), sino como engendramiento y comunicación. Esta oposición creadora hace posible el surgimiento de la realidad, pues define el mismo ser divino.
Un ejemplo de teología trinitaria. Elaboración de la noción de persona
Sigue el texto de Tomás de Aquino:
(Persona en Dios significa relación). Una cosa es indagar la significación de la palabra persona en general, y otra distinta la de la persona divina: porque persona en general significa sustancia individual de naturaleza racional (S.Th. I., q. 29, a. 1); y se entiende por individuo lo que es indistinto entre sí, pero distinto de los otros. Así pues persona en cualquiera naturaleza significa lo que es distinto dentro de ella, como en la naturaleza humana significa estas carnes, estos huesos y esta alma, que son los principios, que individualizan al hombre: y, aunque estos elementos no entren en la significación común de la palabra persona, sí empero en la definición de la persona humana. Ahora bien: en la divinidad no se hace distinción sino por relaciones de origen, según lo dicho (S.Th.I., q. 27, a. 2 y 3); y la relación en Dios por otra parte no es como un accidente inherente a un sujeto, sino que es la misma divina esencia: y por lo tanto es subsistente, como subsiste la divina esencia; y, como la Deidad es Dios, del mismo modo la paternidad divina es Dios Padre, que es una persona divina. La persona divina significa pues una relación, como subsistente; y esto es significar la relación por modo de sustancia, que es la hipóstasis, subsistente en la naturaleza divina... (S. Th. I, q. 29 a. 4 co).
(Hay en Dios tres personas: tres relaciones opuestas). Responderemos que, según lo dicho anteriormente (S.Th.I, q. 30, a. 1, y q. 29, a. 4), es necesario reconocer en Dios no más que tres personas. Acabamos de demostrar (S.Th.I, q. 30, a. 1) que muchas personas suponen muchas relaciones subsistentes, realmente distintas entre sí; y esta distinción real entre las relaciones divinas no se funda sino en la razón de su oposición relativa. Luego necesariamente las dos relaciones opuestas corresponden a dos personas; y, si hay relaciones no opuestas, deberán pertenecer a una misma persona. Así, siendo la paternidad y la filiación dos relaciones opuestas, corresponden necesariamente a dos personas: y en efecto la paternidad subsistente es la persona del Padre, y la filiación subsistente es la persona del Hijo... [Por otra parte] la espiración conviene a las personas del Padre y del Hijo, puesto que no hay en ella oposición relativa ni a la paternidad ni a la filiación. Pero la procesión conviene a otra persona, la del Espíritu Santo, que procede por modo de amor, según lo dicho. Resulta por consecuencia que son tres las divinas personas, a saber: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (S. Th. I, q. 30 a. 2 co)
(El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo). Hay que afirmar que el Espíritu Santo procede del Hijo; porque, si no procediera, de ningún modo se podría distinguir de él personalmente. Esto resulta evidentemente de lo anteriormente dicho (S.Th. I, q. 27, a. 3; y q. 30, a. 2). En efecto: no es posible decir que las personas divinas se distinguen entre sí por algo absoluto; porque se seguiría de aquí que no es una misma la esencia de las tres, pues todo lo que se predica absolutamente de Dios, se refiere a la unidad de esencia. Es preciso pues que las personas divinas se distingan entre sí solo por sus relaciones; y estas no pueden distinguir las personas, sino en tanto que son opuestas. Esto se hace notorio, observando que el Padre tiene dos relaciones, de las cuales la una se refiere al Hijo y la otra al Espíritu Santo: estas relaciones no constituyen sin embargo dos personas; porque no son opuestas, dado que pertenecen a una sola y misma persona, que es el Padre. Y, si por otra parte en el Hijo y el Espíritu Santo no hubiese más que dos relaciones, por las que uno y otro se refiriesen al Padre; esas relaciones se serían opuestas entre sí, como no lo son las dos, que refieren el Padre a ellos. Por consiguiente, como la persona del Padre es una sola; se seguiría que la persona del Hijo y del Espíritu Santo sería también única, por tener dos relaciones opuestas ambas a las dos del Padre: lo cual es herético, puesto que destruye el dogma d la Trinidad. Es necesario pues que el Hijo y el Espíritu Santo se refieran recíprocamente por relaciones opuestas... Así pues nos vemos obligados a decir, o que el Hijo procede del Espíritu Santo (lo que nadie admite), o que el Espíritu Santo procede del Hijo, como confesamos nosotros... Por tanto, si de la única persona del Padre proceden las dos del Hijo y del Espíritu Santo, es forzoso que haya alguna relación u orden entre ellas... No puede por tanto decirse que el Hijo y el Espíritu Santo proceden del Padre, sin que ninguno de los dos proceda del otro; a no suponer entre ambos una distinción material, lo cual es imposible (S. Th. I, q. 36 a. 2 co).
Edición virtual para este texto y para los que siguen:
http://e-aquinas.net/summa/html.php?p=1&q=45&PHPSESSID=60d0a467c851bd65e7a154c88eba14b5; http://www.dominicos.org/biblioteca/suma/suma2.htm )