E. Trías (1942-2013). Te has ido y nos has dejado en el desierto

Ha sido filósofo y escritor, un humanista, fondo cristiano, interesado por la música y el cine y en especial por la historia del pensamiento... y serán muchos los que estos días evocarán su figura. Yo quiero recordarse desde una perspectiva religiosa (recogiendo la nota que le dediqué en mi Diccionario de Pensadores Cristianos, Verbo Divino, Estella 2011)
Eugenio Trías
Fue un hombre cercano, gran profesor, escritor fino, de estilo lúcido, conversador y fumador impenitente... quizá por ello ha muerto de cáncer de pulmón. Ha muerto aún joven, en la plenitud de su vida intelectual, pero ha dejado una de las obras de pensamiento más fecundas de los últimos decenios, en lengua castellana. Quizá nadie ha sabido dialogar como él con la tradición religiosa, en lengua castellana, en el siglo XX y principios del XXI. Yo diría que ha sido el mayor en ese campo, tras M. de Unamuno y X. Zubiri.
Había estudiado la obra de los grandes pensadores alemanes (Hegel, Nietzsche y Marx), pero recibió también el influjo de autores franceses como M. Foucault y G. Deleuze. En un principio, sus obras se centraron en el carácter estético de la existencia. Desde ese fondo quiso construir una ontología del ser humano, vinculando elementos de la literatura, del arte y de la filosofía, poniendo de relieve el papel de las religiones en el despliegue de la evolución de la humanidad y en sus símbolos básicos.
Sin ser un filósofo confesional, se le puede considerar un filósofo de la religión, quizá el mayor de todos, en los últimos decenios. Así lo puso de relieve A. Revilla, A Vueltas Con Lo Religioso: Un Diálogo Teológico con Javier Sádaba, Fernando Savater, Victoria Camps, Eugenio Trías (Salamanca 2002), una obra que yo tuve el honor de valorar, cuando fue presentada como tesis doctoral en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Quedó bien claro entonces que Trías era el más significativo de los pensadores españoles de fondo cristiana, un hombre de diálogo, de apertura intelectual y social, dialogante, intenso en sus formulaciones. Es una pena que hayamos estudiado poco su pensamiento, que hayamos dialogado poco con él los que nos hemos dedicado al quehacer de la filosofía religiosa.
Pero los auténticos conocedores le han valorado y estudiado siempre, sobre todo en Barcelona (menos en Madrid, que en esto ha sido una ciudad más provinciana, tanto en clericalismo como en el anticlericalismo). Es difícil entender sin él el sentido de nuestra cultura, desde sus raíces cristianas y griegas, en un momento fuerte de transformaciones.
Trías ha sido ante todo un hombre de cultura, de apertura intelectual, de pensamiento sosegado, abierto a todas sus riquezas. No ha sido clerical ni anticlerical, sino pensador abierto a las "edades del espíritu", a los símbolos cristianos, a la religión hecha experiencia de vida y de cultura, de arte, de finura.
Con su muerte el yermo intelectual hispano de principios del XXI queda mucho más desierto en el campo de lo religioso... Los pensadores confesionales (casi siempre clericales) le han ignorado en general (menos en Barcelona, donde le han querido, y han dialogado con él). Los pensadores no-confesionales (sobre todo anti-clericales) han tendido a ignorarle. Pero él ha sabido crear su círculo de seguidores, amigos y admiradores, ente los que nos contamos muchos que hemos leído con aprovechamiento, regularmente, su obres.
Entre sus libros, desde un punto de vista religioso, destacan:
El árbol de la vida (Barcelona 2003);
Derechos humanos: la condición humana en la sociedad tecnológica (Madrid 1999);
Diccionario del espíritu (Barcelona 1996);
El lenguaje del perdón (Barcelona 1981);
Los límites del mundo (Barcelona 1985):
Meditación sobre el poder (Barcelona 1993);
Metodología del pensamiento mágico (Barcelona 1970);
Pensar la religión (Barcelona 2001);
Por qué necesitamos la religión (Barcelona 2000);
La razón fronteriza (Barcelona 1999);
Tratado de la pasión (Madrid 1984).
A. Revilla, que ahora trabaja en Madrid como Delegado Episcopal de Enseñanza, se dedica a otras cuestiones... Lo que decía en su tesis sobre E. Trías era muy significativo.
Adiós, Eugenio Trías. Tu obra nos ha influido mucho, nos ha hecho pensar... Que el Espíritu del Amor y de la Vida te acoja en su honda historia. Muchos seguiremos leyéndote, aprendiendo de tu talante vital y de tu obra.