En Israel, sacerdotes y levitas eran los más obligados a practicar la caridad. El samaritano allí era el extranjero, el hereje; aquel de quien normalmente no se podía esperar más que odio.
El Señor responde mostrando, con el relato del buen samaritano, que cada uno debe convertirse en prójimo de toda persona con quien se encuentra. «Ve y haz tú lo mismo» (Lc 10, 37). Amar, por tanto, viene a decirnos Jesús, es comportarse como el buen samaritano.
Sólo el amor, suscitado en nosotros por el Espíritu Santo, nos convierte en testigos de Cristo. Como Buen Samaritano, Cristo se acerca hoy a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Estaban allí, en Nicaragua, asistiendo como buenas samaritanas al apaleado por el camino, al enfermo de cáncer, al desasistido, a los niños sin escolarizar; en las guarderías, escuelas, comedores, etc.
"La riqueza de su carácter y la actualidad de las problemáticas por él afrontadas no tardaron en hacer de su persona toda una figura decisiva en la historia del cristianismo contemporáneo"
«De su figura exterior, majestuosa y sacerdotal, se transparentaba su dignidad interior, y su conversación grave y sencilla tenía acentos de simple bondad evangélica. Infundía reverencia y simpatía. También Nos estamos entre quienes lo han admirado y amado en mayor medida» (San Pablo VI sobre Atenágoras)
«Os escribimos desde Oriente poco antes de la pasión del Señor. La mesa está preparada en la habitación de arriba y nuestro Señor quiere comer la pascua con nosotros. ¿Rehusaremos?» (Atenágoras a Pablo VI: 21 de marzo de 1971).
Falleció de insuficiencia renal a las 22:00h del 7 de julio de 1972, poco después de haber concelebrado en su lecho del dolor una divina liturgia junto a su inseparable y bienamado metropolita Melitón de Calcedonia.
Los samaritanos debían mostrarse especialmente hostiles con los peregrinos de Jerusalén. De ahí que se evitase, en lo posible, pasar por su territorio. De los evangelistas, sólo Lucas y Juan mencionan el paso de Jesús por tierra cismática.
«Te seguiré adonde quiera que vayas» (Lc 9, 57) es mucho, sin duda, pero, según vamos a ver, no lo es todo, porque hay dos reacciones más que también cuentan, aunque no pocos predicadores comenten sólo la primera.
A la llamada de Dios debe corresponder nuestro seguimiento. Eliseo abandona la yunta de bueyes y sigue a Elías. San Pablo, por su parte, escribe a los Gálatas sobre la necesidad de abandonar la antigua esclavitud para seguir rumbo a la libertad y al amor viviendo según el Espíritu. Y san Lucas nos exhorta a seguir a Jesucristo buscando su interés, no el nuestro.
San Agustín el Hiponense detectó en los fraccionamientos donatistas una especie de ley interna de la herejía, según la cual, la división engendra división: de frusto frustum (In Ps. 36 II 20; C. Ep. Parm. I, 4,9).
Días atrás, el Consejo de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana llegó a solicitar formalmente a Bartolomé I que le retirase a Kirill su condición de patriarca, culpándole de «interferir» en sus «asuntos internos» y de «propagar la herejía de una doctrina etno-racial basada en la ideología del ‘mundo ruso’».
El gobierno británico sancionó el jueves 16 de junio al patriarca Kirill, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, como parte de un nuevo paquete de medidas en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Esta decisión incluye no poder entrar en el Reino Unido y la congelación de activos en el país.
«El patriarca Kirill tomó personalmente la decisión de ser uno de los ideólogos del sistema político creado por el presidente ruso, Vladímir Putin. Se ha convertido en uno de sus principales aliados hasta el punto de justificar la guerra en Ucrania» (Declaraciones a Efe del teólogo Serguéi Chapnin, que trabajó durante quince años para el Patriarcado de Moscú).
Moscú tiene casi 12.000 de sus 38.000 parroquias en Ucrania. De las 45 diócesis de Ucrania, 22 han dejado de mencionar a Kirill en sus oraciones.
Durante la reunión a nivel de embajadores ante la UE, los Veintisiete aprobaron finalmente la sexta ronda de sanciones atendiendo las demandas de Budapest para no incluir en la ‘lista negra’ a Kirill, según Europa Press. ¿A cambio de qué?
Para ambas Iglesias (la de Onufrio y la de Epifanio), la guerra que se libra en Ucrania, es una cuestión existencial. Si Ucrania se impone en la guerra, la Iglesia fiel a Moscú (la de Onufrio, que acaba de abandonar a Kirill) tendrá los días contados. Y viceversa.
Pentecostés consolida los vínculos fraternales, aleja el escándalo de Babel, sutura la división eclesial, acaba con la frialdad en las obras y con la cobardía frente al empuje de la fe.
Al esforzarnos con ahínco por actuar juntos en el servicio y la misión, el evento del primer Pentecostés nos anima a abrirnos de nuevo a la experiencia del Espíritu manifestada ese día.
Que tu Espíritu, Señor, fortalezca nuestra función profética; sea, cuando lo necesitemos, suave brisa de consuelo y seguridad, y cuando estemos demasiado cómodos y debamos hablar con firmeza, fuerte viento de valor y gran coraje de juventud.
El Espíritu, no obstante, viene para reanimar a la entera creación, «sosteniendo el cosmos creado así como a sus habitantes». El epílogo de esta remembranza, por eso, debe llegar desde la Secuencia de Pentecostés: “Veni Sancte Spiritus & Alleluia”.
Una Iglesia cuya imagen es la Ciudad Santa. Una Iglesia cuyo templo es Dios Todopoderoso. Una Iglesia, en fin, cuya lámpara es el Cordero. Pero Iglesia pascual en todo caso, llamada a servir de modelo a la que en este siglo XXI se esfuerza por romper lanzas a favor de la sinodalidad.
Con la oración crecemos en el amor de Dios y abrimos las puertas del alma para que la Santísima Trinidad venga a morar en nosotros, ilumine, caliente, guíe nuestra existencia.
Nos invita Jesús en esta solemnidad a no quedarnos mirando hacia lo alto, sino a estar juntos y unidos en la oración, para invocar el don del Espíritu, pues sólo a quien «nace de lo alto», o sea del Espíritu Santo, se le abre la entrada en el reino de los cielos (cf. Jn 3,3-5).
«Bajó del cielo por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también con él por la gracia. No es que queramos confundir la dignidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de la cabeza. La Resurrección del Señor es nuestra esperanza, su Ascensión, nuestra glorificación» (San Agustín, Sermón 261,1).
Los dos discípulos que el día de Pascua iban de camino desde Jerusalén hacia Emaús (cf. Lc 24, 13-35), hablan de Jesús, pero su «rostro triste» (cf. v. 17) expresa esperanzas defraudadas, incertidumbre y melancolía.
Sólo recostando el corazón en las Escrituras, pues, podremos guardar su Palabra. Cuando esto se dé, será posible añadir que el amor de Dios en nosotros y para nosotros ha llegado a su plenitud.
El encuentro con Cristo resucitado, posible también hoy, nos da de esta suerte una fe más profunda y auténtica, sólida, porque no se alimenta de ideas humanas, sino de la palabra de Dios y de su presencia real en la Eucaristía.
Quédate con nosotros ahora y hasta al fin de los tiempos. Haz que el progreso material de los pueblos nunca oscurezca los valores espirituales que son el alma de su civilización. Ayúdanos, te rogamos, en nuestro camino. Nosotros creemos en Ti, en Ti esperamos, porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna (cf. Jn 6,68).
Los reformadores de primera hora comprendieron el término hermanos (adelphoi) en sentido de primos. Algunas corrientes minoritarias protestantes afirman siempre la virginidad perpetua, que interpretan como consagración particular de María, mujer, madre y figura de la Iglesia.
Los dogmas de la Inmaculada y de la Asunción constituyen uno de los capítulos del contencioso ecuménico, y su contenido, fórmulas y fundamento suscitan serios debates.
El Concilio Vaticano II «exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la palabra divina a que se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración cuanto de una excesiva mezquindad de alma al tratar de la singular dignidad de la Madre de Dios» (LG 67).
Católicos y protestantes concuerdan en reconocer, con las Escrituras, que hay que venerar, es decir, amar, respetar, honrar a la Virgen María y alabar a Dios por ella. Que es preciso imitarla y considerarla como un ejemplo.
Los reformadores del XVI defendieron un pensamiento mariano más firme que sus descendientes del XIX y XX. El siglo XIX y los tiempos de la restauración católica quieren que la piedad mariana reflorezca.
Lo determinante en mariología católica es el Vaticano II con el capítulo VIII de la Lumen Gentium. Redactado con sobriedad, aporta una carga escrituraria a la mariología que nunca había tenido, y también buena ayuda de los Padres de la Iglesia.
La Reforma deniega a la Virgen María otro puesto que no sea el suyo, aquel que le atribuyó el ángel […] Se rebela contra todo intento de establecer un paralelismo entre Ella y Cristo, así como entre Ella y la Iglesia, confiriéndole títulos que, a sus ojos, la desfiguran en vez de atestiguar su verdadero rosto.
El decreto sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio) recuerda que «existe un orden o “jerarquía” en las verdades de la doctrina católica, ya que es diverso el enlace de tales verdades con el fundamento de la fe cristiana» (UR 11).
«En la teología devocional y en la predicación de la teología católica, se procede a veces como si se olvidase esta jerarquía. Se dedica más atención a la mediación de algunos santos, y especialmente de María, que a la mediación de Cristo» (Napiórkowski, p. 645).
«La fe católica hay que exponerla con mayor profundidad y con mayor exactitud, con una forma y un lenguaje que la haga realmente comprensible a los hermanos separados» (UR 11).
Es bien sabido, en efecto, que el Concilio Vaticano II introdujo un cambio radical en el enfoque de la mariología al encuadrar ésta dentro de la constitución Lumen Gentium.
Un adecuado estudio del papel de la Virgen María en el ecumenismo será, pues, aquel que contemple a Cristo como fundamento del rol que corresponde a María en las iniciativas de unidad de los cristianos.
La teología mariana de la Iglesia antigua es, de hecho, una cristología: un mirar directamente a Cristo, quien incita a hablar de la Virgen María como madre de Jesús, Cristo y Salvador, que es Dios.
La originalidad de la cristología paulina nunca va en detrimento de la fidelidad a la tradición. A la hora de reelaborar, el acento paulino reside siempre en el kerygma de los Apóstoles.
Para san Pablo, la secreta identidad de Jesús se revela, más aún que en la encarnación, en el misterio de la resurrección.
La resurrección de Cristo, por tanto, revela definitivamente cuál es la auténtica identidad y la extraordinaria estatura del Crucificado. Dignidad incomparable y altísima: ¡Jesús es Dios!
«Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado» (1 Cor 5, 7).
La Pascua que el Señor nos pide no es otra que salir del pecado y purificarnos de los viejos fermentos, esto es, del fermento del hombre viejo. Todos tenemos necesidad de este «paso».
En la Pascua hay siempre una llamada íntima, profunda, perentoria a la reconstrucción interior, mucho más importante que la renovación exterior, de las estructuras, del régimen externo de la vida religiosa: es la renovación espiritual y del corazón.
La paz de una ciudad es la concordia bien ordenada en el gobierno y en la obediencia de los ciudadanos (San Agustín).
Error, pecado, cisma, vicio es obra del hombre; el hombre, en cambio, es obra de Dios. Perezca lo que el hombre hizo y sálvese lo que hizo Dios.
Deseo releer el “De civitate Dei” de san Agustín y convertirme aquella doctrina en jugo y sangre para juzgar todo, ante quien se acerca a mi ministerio, con sabiduría que ilumine y conforte (San Juan XXIII en el “Diario del alma”).
Duele y confunde que el dictador del Kremlin y su confidente Kirill I, el metafísico, fomentando en Ucrania una guerra tan injusta y devastadora, y haciendo caso omiso a las reconvenciones internacionales, no lo entiendan así.
Lo más importante de estas horas del Triduo Pascual no tiende a la verdad cristiana, sino a la realidad cristiana. Más que lo gnoseológico, importa lo vital y experiencial.
El camino del Triduo Pascual comprende dos partes fundamentales, a saber: una primera, kerigmática, presenta las obras que Dios ha realizado en la historia por nosotros; la segunda, parenética, las obras a realizar por el hombre.
Naturalmente que la insistencia sobre la realidad cristiana no debe olvidarse de la misma verdad cristiana; la experiencia no tiene que aspirar a sustituir a la teología. Antes al contrario, ha de soportarla y darle eficacia y credibilidad.
"El baldón del sergianismo pesa como una losa en el Patriarcado ruso desde Sergio I hasta Alexis II. El cirilismo de Kirill I, con el apoyo a Putin y la justificación de la guerra en Ucrania ha empezado a marcar otra etapa de indignidad"
"El Estado soviético utilizó a la Iglesia ortodoxa rusa con fines propagandísticos. Se criticó al Patriarcado por conceder tanto y, sobre todo, someter a sí todas las comunidades ortodoxas de las regiones anexionadas por la Unión Soviética, los greco-católicos incluidos"
"Más le valdría (a Kirill) dimitir y que un sucesor devuelva el Patriarcado ruso a la dignidad, y la dignidad al Patriarcado ruso, que no es igual aunque lo parezca. A la vista de su justificación metafísica de la guerra en Ucrania y su indecorosa alianza con Putin, cabe pensar que el cirilismo tenga ya poco que hacer en la Ortodoxia mundial"
El 6 de febrero de 2022, el metropolita Hilarión fue condecorado dentro de una ceremonia solemne de entrega de los más altos premios estatales rusos en el Salón de San Jorge del Gran Kremlin a eminentes representantes rusos de la ciencia, la medicina, la aviación, el arte y la religión
"Gracias al ejército ruso, los terroristas fueron expulsados de Siria. Pero en varios otros países del Medio Oriente, donde los cristianos son atacados por terroristas y grupos radicales, todavía necesitan la protección y la ayuda de Rusia" (Metropolita Hilarión al presidente Putin)
"Dado que el Metropolitano Hilarión, con su silencio, parece adoptar la posición de su Patriarca, declaro que el puesto de profesor titular que se le concedió en 2011 queda suspendido hasta nuevo aviso" (Prof. Dr. Mariano Delgado, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo/Suiza).
"Beatitud, ate corto a su Metropolita; es agresivo con la Iglesia Madre (= Patriarcado Ecuménico) y le va a causar muchos disgustos" (Bartolomé I al patriarca Kirill sobre el metropolita Hilarión).