El amor en nuestro tiempo (y Claves de la vida 98)
Quizás los dragones
sean princesas (Rilke)
En su obra Los cuadernos de Malte, Rainer M.ª Rilke describe París como la ciudad símbolo del maquinismo contemporáneo, al modo como nuestro García Lorca describe Nueva York en su aspecto de ciudad fabril y febril. Tanto el poeta español como el poeta austrohúngaro denuncian una vida y una muerte no apropiadas, sino desapropiadas o expropiadas por la técnica deshumanizadora. Ambos son escritores solitarios aunque bien acompañados, que encuentran su sentido existencial en la proyección de un amor humanizador caracterizado por la amicalidad.
Federico se encuentra en Nueva York atrapado “entre la sierpe y el cristal”, entre la naturaleza bruta y la racionalidad instrumental, buscando la salida en una cultura del alma de signo humano y fraterno. Por su parte, Rilke indaga frente al puro inmanentismo de la ciudad, en la trascendencia cuasi mística del amor femenino de ciertas mujeres como Gaspara Stampa y Mariana Alcoforado. Un amor religador y apropiado pero no apropiador, que se sitúa por encima del propio amante o amado: “ser amada quiere decir consumirse en la llama, amar es irradiar una luz inextinguible”. Se trataría pues de feminizar el amor, ponderando los valores de la mujer, como ya hiciera a su modo y manera nuestro Unamuno, señalando una masculinidad femenina que incluye lo maternal, pues “hay hombres muy hombres que tienen corazón de madres”.
No deberíamos olvidar ni obviar que el amor maternal es el amor primigenio, aquel que funda la vida y por el que somos fundados, el que nos ha parido y por el que hemos aparecido, el amor originario e incondicional. Ello se corrobora si asumimos la etimología indoeuropea del amor como am=madre, raíz que muestra la raíz de nuestra existencia. Así que nuestra vida animal se convierte en existencia humana por mor del amor, es decir, por amor del amor. Ahora bien, si el amor maternal es el amor primigenio o esencial, el amor fraternal es el amor existencial o universal. Por eso Rilke propugna que la mujer y el hombre se encuentren como hermanos o personas, para que dos soledades finitas o confinadas se entiendan y atiendan en el horizonte infinito o indefinido que simboliza el Dios-amor.
El viejo Dios-padre patriarcal evoluciona hoy en un Dios-madre maternal, y finalmente en un Dios-hermano fraterno. El amor patriarcal es tirano o dictador, propio del padre-patrón o patrono, mientras que el amor fraternal es amigo o cofrade de toda la cofradía humana. Por eso la Ilustración racionalista acaba asumiendo el concepto romántico de la fraternidad de inspiración cristiana; proveniente del cristianismo abierto, compasivo y liberador de Jesús, pero no del cristianismo cerrado, inquisitorial y negativo. Deberíamos pasar, estaríamos ya pasando con turbulencias, del amor patriarcal vertical al amor fraternal horizontal, como lo atestigua la posmodernidad crítica, cuya divisa amatoria actual parece ser: te amo porque amas que te ame. Yo mismo afirmaría una Intramodernidad que acogería el “interno eterno” de san Agustín, así pues el eterno femenino temporal, la fémina y la feminidad oprimida y reprimida sea del hombre o de la mujer, asumiendo la animación liberadora o salvadora del ánima respecto a la animosidad propia del ánimo masculinista.
El feminismo sensato, que no sensacionalista, ha realizado la crítica del amor patriarcal en nombre del amor maternal propio de la cura o el cuidado del hombre y la mujer, aunque critique su viejo masoquismo. También critica al sádico amor patriarcal, en nombre del amor fraternal siquiera con un retoque feminista, aunque no debería interiorizar al enemigo patriarcal en su actitud agresiva. En efecto, la fratria o hermandad es la comunidad masculina y femenina, de la mujer y el hombre, ámbito amical o amistoso y no enemistoso, convirtiendo a la mujer en sujeto del amor y no ya en objeto del mero deseo posesivo. Pues el humano es el hermano y la humanidad es la hermandad, de modo que la fratria es el ámbito del sentido común interhumano. Desembocamos así en el amor auténticamente humano, el cual dice en su raíz afecto o afección, frente al desafecto y la desafección, de modo que la esencia del amor es el afecto existencial.
El humano amor no es ni realista ni idealista, ni materialista o animalesco ni espiritualista o angélico, sino real-idealista. El amor humano es anímico y medial, espíritu encarnado y carne espiritualizada. El amor es como la belleza oscura a la que rinde culto en G. Lorca y Rilke, la sublimación del eros y el alma sensible del mundo. Por ello el amor en nuestro tiempo es el espacio abierto de nuestra realización posible e imposible. Pues, como aducía el propio Rilke, quién habla aquí de victorias: sobreponerse es todo. Hay que ponerse a amar sin conquistar lo amado, lo cual suele llevar sin duda a enquistar nuestros amores.
CLAVES DE LA VIDA 98
---Jesús es el sanador de los oprimidos por el diablo opresor: en el nombre del Dios salvador (Hechos 10,37-38).
---Según san Juan de la Cruz, lo espiritual excede el sentido: porque el cuerpo es lo sentido, el alma el sentido y el espíritu lo transentido.
---La inteligencia no se reduce al entendimiento: se abre a la comprensión.
---El símbolo es el sacramento de una surrealidad implícita o implicada: el sentido.
---Buscar para encontrar, y encontrar para seguir buscando (San Agustín).
---Reconocer para poder conocer.
---El audiente como obediente (ob-audire).
---Parresía significa lenguaje abierto (pan-rehsis).
---El sistema es un acabado que acaba con las partes.
---Como dice H.Lubac, la madurez consiste en conseguir el espíritu de infancia.
---Guardaos de los falsos dioses o ídolos (I Juan 5,21).
---Mi oratorio es la biblioteca: allí medito sobre los vivos muertos y los muertos vivos.
---El universo inflacionario a partir del big-bang: del caos mítico al logos enfriado pasando por el diálogos humano.
---Bultmann concluye en la interrogación final: yo concluyo y no concluyo en la apertura final.
---El hombre separa lo que Dios reúne: lo que Dios asocia en cuanto coímplice de todas las cosas.
---El diálogo nos emplaza en la plaza: en el ágora democrática. (Para José Bada).
---El amor-odio de los contrarios.
---El colega que me trata mal si lo trato bien: y me trata bien si lo trato mal.
---Según D.Joel, el cerebro es andrógino: hermafroditismo cerebral.
---En el Parménides de Nietzsche la Diosa impulsa la unión de los odiosos o contrarios: los elementos que se odian tienen un deseo recíproco.
---La hemorragia universal de neguentropía hacia la muerte (J. Ladrière).
sean princesas (Rilke)
En su obra Los cuadernos de Malte, Rainer M.ª Rilke describe París como la ciudad símbolo del maquinismo contemporáneo, al modo como nuestro García Lorca describe Nueva York en su aspecto de ciudad fabril y febril. Tanto el poeta español como el poeta austrohúngaro denuncian una vida y una muerte no apropiadas, sino desapropiadas o expropiadas por la técnica deshumanizadora. Ambos son escritores solitarios aunque bien acompañados, que encuentran su sentido existencial en la proyección de un amor humanizador caracterizado por la amicalidad.
Federico se encuentra en Nueva York atrapado “entre la sierpe y el cristal”, entre la naturaleza bruta y la racionalidad instrumental, buscando la salida en una cultura del alma de signo humano y fraterno. Por su parte, Rilke indaga frente al puro inmanentismo de la ciudad, en la trascendencia cuasi mística del amor femenino de ciertas mujeres como Gaspara Stampa y Mariana Alcoforado. Un amor religador y apropiado pero no apropiador, que se sitúa por encima del propio amante o amado: “ser amada quiere decir consumirse en la llama, amar es irradiar una luz inextinguible”. Se trataría pues de feminizar el amor, ponderando los valores de la mujer, como ya hiciera a su modo y manera nuestro Unamuno, señalando una masculinidad femenina que incluye lo maternal, pues “hay hombres muy hombres que tienen corazón de madres”.
No deberíamos olvidar ni obviar que el amor maternal es el amor primigenio, aquel que funda la vida y por el que somos fundados, el que nos ha parido y por el que hemos aparecido, el amor originario e incondicional. Ello se corrobora si asumimos la etimología indoeuropea del amor como am=madre, raíz que muestra la raíz de nuestra existencia. Así que nuestra vida animal se convierte en existencia humana por mor del amor, es decir, por amor del amor. Ahora bien, si el amor maternal es el amor primigenio o esencial, el amor fraternal es el amor existencial o universal. Por eso Rilke propugna que la mujer y el hombre se encuentren como hermanos o personas, para que dos soledades finitas o confinadas se entiendan y atiendan en el horizonte infinito o indefinido que simboliza el Dios-amor.
El viejo Dios-padre patriarcal evoluciona hoy en un Dios-madre maternal, y finalmente en un Dios-hermano fraterno. El amor patriarcal es tirano o dictador, propio del padre-patrón o patrono, mientras que el amor fraternal es amigo o cofrade de toda la cofradía humana. Por eso la Ilustración racionalista acaba asumiendo el concepto romántico de la fraternidad de inspiración cristiana; proveniente del cristianismo abierto, compasivo y liberador de Jesús, pero no del cristianismo cerrado, inquisitorial y negativo. Deberíamos pasar, estaríamos ya pasando con turbulencias, del amor patriarcal vertical al amor fraternal horizontal, como lo atestigua la posmodernidad crítica, cuya divisa amatoria actual parece ser: te amo porque amas que te ame. Yo mismo afirmaría una Intramodernidad que acogería el “interno eterno” de san Agustín, así pues el eterno femenino temporal, la fémina y la feminidad oprimida y reprimida sea del hombre o de la mujer, asumiendo la animación liberadora o salvadora del ánima respecto a la animosidad propia del ánimo masculinista.
El feminismo sensato, que no sensacionalista, ha realizado la crítica del amor patriarcal en nombre del amor maternal propio de la cura o el cuidado del hombre y la mujer, aunque critique su viejo masoquismo. También critica al sádico amor patriarcal, en nombre del amor fraternal siquiera con un retoque feminista, aunque no debería interiorizar al enemigo patriarcal en su actitud agresiva. En efecto, la fratria o hermandad es la comunidad masculina y femenina, de la mujer y el hombre, ámbito amical o amistoso y no enemistoso, convirtiendo a la mujer en sujeto del amor y no ya en objeto del mero deseo posesivo. Pues el humano es el hermano y la humanidad es la hermandad, de modo que la fratria es el ámbito del sentido común interhumano. Desembocamos así en el amor auténticamente humano, el cual dice en su raíz afecto o afección, frente al desafecto y la desafección, de modo que la esencia del amor es el afecto existencial.
El humano amor no es ni realista ni idealista, ni materialista o animalesco ni espiritualista o angélico, sino real-idealista. El amor humano es anímico y medial, espíritu encarnado y carne espiritualizada. El amor es como la belleza oscura a la que rinde culto en G. Lorca y Rilke, la sublimación del eros y el alma sensible del mundo. Por ello el amor en nuestro tiempo es el espacio abierto de nuestra realización posible e imposible. Pues, como aducía el propio Rilke, quién habla aquí de victorias: sobreponerse es todo. Hay que ponerse a amar sin conquistar lo amado, lo cual suele llevar sin duda a enquistar nuestros amores.
CLAVES DE LA VIDA 98
---Jesús es el sanador de los oprimidos por el diablo opresor: en el nombre del Dios salvador (Hechos 10,37-38).
---Según san Juan de la Cruz, lo espiritual excede el sentido: porque el cuerpo es lo sentido, el alma el sentido y el espíritu lo transentido.
---La inteligencia no se reduce al entendimiento: se abre a la comprensión.
---El símbolo es el sacramento de una surrealidad implícita o implicada: el sentido.
---Buscar para encontrar, y encontrar para seguir buscando (San Agustín).
---Reconocer para poder conocer.
---El audiente como obediente (ob-audire).
---Parresía significa lenguaje abierto (pan-rehsis).
---El sistema es un acabado que acaba con las partes.
---Como dice H.Lubac, la madurez consiste en conseguir el espíritu de infancia.
---Guardaos de los falsos dioses o ídolos (I Juan 5,21).
---Mi oratorio es la biblioteca: allí medito sobre los vivos muertos y los muertos vivos.
---El universo inflacionario a partir del big-bang: del caos mítico al logos enfriado pasando por el diálogos humano.
---Bultmann concluye en la interrogación final: yo concluyo y no concluyo en la apertura final.
---El hombre separa lo que Dios reúne: lo que Dios asocia en cuanto coímplice de todas las cosas.
---El diálogo nos emplaza en la plaza: en el ágora democrática. (Para José Bada).
---El amor-odio de los contrarios.
---El colega que me trata mal si lo trato bien: y me trata bien si lo trato mal.
---Según D.Joel, el cerebro es andrógino: hermafroditismo cerebral.
---En el Parménides de Nietzsche la Diosa impulsa la unión de los odiosos o contrarios: los elementos que se odian tienen un deseo recíproco.
---La hemorragia universal de neguentropía hacia la muerte (J. Ladrière).