El dichoso cáncer (y Claves de la vida 69)
El cáncer es una enfermedad dicha y redicha, por cuanto nos atañe a un número cada vez mayor de cancerosos. Los afectados por el dichoso cáncer invertimos nuestras menguadas energías en su cura o cuidado, acompañados por la familia y los amigos, médicos y enfermeras, radio y quimioterapia, análisis y síntesis en hospitales y residencias. Internet puede ayudarnos para obtener alguna idea al respecto, pero cada caso es especial y la red puede acabar embarullando nuestro cerebelo amenazado.
La brecha cancerígena que sufre el cuerpo puede empero reactivar el espíritu, aunque el espíritu es espíritu incorporado o encarnado y, por tanto, compadece y sufre con el cuerpo. Las oscilación vital-mortal entre la semana mala y la semana buena, entre la semana de quimio y la semana de recuperación, representa la dialéctica propia de una enfermedad grave que el enfermo vive en carne viviente y muriente. Pero en fin, todo podría ser peor, y de hecho hay personas que no lo cuentan porque están desahuciadas o han sucumbido.
Y, sin embargo, el dichoso cáncer puede resultar dichoso hasta cierto punto y límite, si es que se puede decir y contar. En efecto, esta enfermedad, como otras, te permite conjugar la existencia desde su declinación, ver la vida desde su sombra mortal. Para un joven ello resulta más dramático, para un viejo como yo se trata de asumir la muerte como horizonte abierto y no cerrado, abriéndonos por tanto y no encerrándonos. Aquí es donde uno puede recobrar la lucidez existencial, ya que como adujeron Sócrates y Platón en su Simposio, los ojos del espíritu se hacen lúcidos cuando los del cuerpo se apagan.
Ahora bien, ¿en qué consiste esta paradójica lucidez en la enfermedad? La lucidez es la luz que solo puede divisarse en la oscuridad de las tinieblas, la luz oscura o entreluz que surge del límite sombrío. Como comentara al respecto Martin du Gard en “Los Thibault”, la salud y la felicidad son anteojeras, pero la enfermedad descubre al fin la lucidez. Yo definiría esta lucidez como una especie de luz ácida: acaso por ello nadie queremos ser demasiado lúcidos hasta que nos llega la noche, con su sombras claroscuras y sus enigmas fosforescentes.
Decía F.Pessoa que todas las cosas tienen una incierta esencia o sentido oculto, que el hombre debe sonsacar o extraer. En el caso del propio hombre, esa esencia que alberga es el alma que exhala al final de su vida, el sentido existencial herido de muerte: la cual resulta así pérdida y hallazgo, negación y positivación o trasfiguración. En este contexto pesssoano de carácter simbólico o místico, la muerte comparece como negativa o espantosa en castellano (oscura, terrible) y al mismo tiempo como positiva o espantosa en lusitano (lúcida o luminosa).
Es así como la enfermedad del cáncer resulta para los que la padecemos un espanto negativo en español y un espanto positivo en portugués, algo tremendo y al mismo tiempo especial y aun estupendo. Por lo primero vemos el límite o frontera que se cierra en su inmanencia; por lo segundo vemos más allá del límite y al otro lado de la frontera trascendentemente. Pues bien, yo vivía con cierto espanto español mi enfermedad de cáncer, hasta que mi buen amigo Rui Branco Ribeiro me recordó y reconcilió con el buen espanto lusitano. Dichoso cáncer dichoso precisamente por la presencia oscura del amigo preclaro.
CLAVES DE LA VIDA 69
---Dime qué Dios tienes y te diré qué sostienes.
---La Bestia hace el bestia: la Bella le da un beso y la despierta.
---Clave final de la existencia: asumir el propio destino.
---La filosofía griega del ser se contingencia en el cristianismo como filosofía del ser encarnado: en el hombre.
---Me gusta que la miel sepa a cera: y la cera a cirio.
---No hay nada como asumirlo todo: asimilarlo y metabolizarlo (transustanciarlo).
---Hemos venido a este mundo para morir finalmente a este mundo.
---Morir es malo, la muerte es buena: nos acoge piadosamente.
---Estamos metidos en una vorágine existencial.
---Necesitamos hacernos una idea de todo: para poder afrontarlo.
---Sócrates es un filósofo comadrón (mayéutico): Platón es ya un filósofo copatrón (el filósofo-rey).
---La vida como una novia esquiva: cuyo matrimonio resulta forzado y forzoso.
---Cohabitar los intersticios: dotándolos de sentido simbólico.
---Alberto Cardín me parecía un ángel frío: un tipo humano de alabastro, con una gran sensibilidad congelada (por el estructuralismo).
---Envejecer entre tus paisanos y tu paisanaje: donde ya nada tienes que demostrar.
---Me reconcilio con cierta valentía aragonesa: crítica tradicional del gabacho afrancesado.
---En la vejez podemos y debemos hacer el gran elogio fúnebre del final del ciclo: su apertura a la trascendencia.
---La felicidad de acercarse al más allá: atisbado desde el más acá.
---Encrucijada existencial: vivir naturalmente hasta la muerte como Wittgenstein o bien sobrevivir artificialmente hasta la muerte como todos los demás: lo primero resulta más candente o romántico, lo segundo más decadente o posromántico.
---Me gusta la gente: pero no la gentica ni la gentuza.
---Porque tú amas saben lo que es amor: y que amor ama.
---Obviamente el hombre proyecta a Dios: pero la cuestión está en quién o qué ha proyectado a Dios en el hombre y lo ha introyectado.
La brecha cancerígena que sufre el cuerpo puede empero reactivar el espíritu, aunque el espíritu es espíritu incorporado o encarnado y, por tanto, compadece y sufre con el cuerpo. Las oscilación vital-mortal entre la semana mala y la semana buena, entre la semana de quimio y la semana de recuperación, representa la dialéctica propia de una enfermedad grave que el enfermo vive en carne viviente y muriente. Pero en fin, todo podría ser peor, y de hecho hay personas que no lo cuentan porque están desahuciadas o han sucumbido.
Y, sin embargo, el dichoso cáncer puede resultar dichoso hasta cierto punto y límite, si es que se puede decir y contar. En efecto, esta enfermedad, como otras, te permite conjugar la existencia desde su declinación, ver la vida desde su sombra mortal. Para un joven ello resulta más dramático, para un viejo como yo se trata de asumir la muerte como horizonte abierto y no cerrado, abriéndonos por tanto y no encerrándonos. Aquí es donde uno puede recobrar la lucidez existencial, ya que como adujeron Sócrates y Platón en su Simposio, los ojos del espíritu se hacen lúcidos cuando los del cuerpo se apagan.
Ahora bien, ¿en qué consiste esta paradójica lucidez en la enfermedad? La lucidez es la luz que solo puede divisarse en la oscuridad de las tinieblas, la luz oscura o entreluz que surge del límite sombrío. Como comentara al respecto Martin du Gard en “Los Thibault”, la salud y la felicidad son anteojeras, pero la enfermedad descubre al fin la lucidez. Yo definiría esta lucidez como una especie de luz ácida: acaso por ello nadie queremos ser demasiado lúcidos hasta que nos llega la noche, con su sombras claroscuras y sus enigmas fosforescentes.
Decía F.Pessoa que todas las cosas tienen una incierta esencia o sentido oculto, que el hombre debe sonsacar o extraer. En el caso del propio hombre, esa esencia que alberga es el alma que exhala al final de su vida, el sentido existencial herido de muerte: la cual resulta así pérdida y hallazgo, negación y positivación o trasfiguración. En este contexto pesssoano de carácter simbólico o místico, la muerte comparece como negativa o espantosa en castellano (oscura, terrible) y al mismo tiempo como positiva o espantosa en lusitano (lúcida o luminosa).
Es así como la enfermedad del cáncer resulta para los que la padecemos un espanto negativo en español y un espanto positivo en portugués, algo tremendo y al mismo tiempo especial y aun estupendo. Por lo primero vemos el límite o frontera que se cierra en su inmanencia; por lo segundo vemos más allá del límite y al otro lado de la frontera trascendentemente. Pues bien, yo vivía con cierto espanto español mi enfermedad de cáncer, hasta que mi buen amigo Rui Branco Ribeiro me recordó y reconcilió con el buen espanto lusitano. Dichoso cáncer dichoso precisamente por la presencia oscura del amigo preclaro.
CLAVES DE LA VIDA 69
---Dime qué Dios tienes y te diré qué sostienes.
---La Bestia hace el bestia: la Bella le da un beso y la despierta.
---Clave final de la existencia: asumir el propio destino.
---La filosofía griega del ser se contingencia en el cristianismo como filosofía del ser encarnado: en el hombre.
---Me gusta que la miel sepa a cera: y la cera a cirio.
---No hay nada como asumirlo todo: asimilarlo y metabolizarlo (transustanciarlo).
---Hemos venido a este mundo para morir finalmente a este mundo.
---Morir es malo, la muerte es buena: nos acoge piadosamente.
---Estamos metidos en una vorágine existencial.
---Necesitamos hacernos una idea de todo: para poder afrontarlo.
---Sócrates es un filósofo comadrón (mayéutico): Platón es ya un filósofo copatrón (el filósofo-rey).
---La vida como una novia esquiva: cuyo matrimonio resulta forzado y forzoso.
---Cohabitar los intersticios: dotándolos de sentido simbólico.
---Alberto Cardín me parecía un ángel frío: un tipo humano de alabastro, con una gran sensibilidad congelada (por el estructuralismo).
---Envejecer entre tus paisanos y tu paisanaje: donde ya nada tienes que demostrar.
---Me reconcilio con cierta valentía aragonesa: crítica tradicional del gabacho afrancesado.
---En la vejez podemos y debemos hacer el gran elogio fúnebre del final del ciclo: su apertura a la trascendencia.
---La felicidad de acercarse al más allá: atisbado desde el más acá.
---Encrucijada existencial: vivir naturalmente hasta la muerte como Wittgenstein o bien sobrevivir artificialmente hasta la muerte como todos los demás: lo primero resulta más candente o romántico, lo segundo más decadente o posromántico.
---Me gusta la gente: pero no la gentica ni la gentuza.
---Porque tú amas saben lo que es amor: y que amor ama.
---Obviamente el hombre proyecta a Dios: pero la cuestión está en quién o qué ha proyectado a Dios en el hombre y lo ha introyectado.