Sibilino Tomás de Aquino...
Pero también qué sublime pérdida de tiempo. Hoy día dudo que haya teólogo alguno que quisiera hincar el diente o hacer seguidismo de tamaña elucubración, donde el discurrir filosófico hace seguidismo de la teología imperante.
En Tomás de Aquino hay más pensador, filósofo y persona humana de lo que a primera vista parece, quizá tanto más que teólogo.
En la “Summa Theologica” todas las “Quaestiones” tienen la misma estructura:
enunciado –
dificultades, herejías y errores: “parece que” –
argumentos de autoridad –
argumentos racionales –
argumentos teológicos y bíblicos–
conclusiones.
Hasta se podría encontrar una similitud entre la esructura de cada artículo y el “peso” que tenía cada estamento en la sociedad de su tiempo e incluso cada aspecto de la persona: opinión del vulgo, razón, ciencia precedente, peso de la teología, Biblia...
El “parece que” es la mejor exposición de argumentos científicos o filosóficos de su tiempo relacionados con la creencia... pero con el raro atrevimiento de dejar claro que había muchos que pensaban de otra manera (¿y él?).
Al razonar asumiendo la doctrina oficial, la Iglesia lo consideró uno de sus “doctores”.
Parece ser que todo lo que vemos en el mundo puede ser explicado por otros principios... Las cosas naturales pueden ser reducidas a un principio, que es la naturaleza y todas las cosas voluntarias pueden ser reducidas a un principio, la razón humana o la voluntad. Por lo tanto no hay necesidad de suponer la existencia de Dios.
Tomás no hace más que incorporarse a una línea de pensamiento tan antigua como los mismos griegos, pero sin hacerlo a las claras, como lo hizo su contemporáneo Roger Bacon. El rodeo merecía la pena.
¿O es que Santotomás era tonto? No, desde luego que no. ¿O no veía la verdad que se escondía en muchos de los “errores” que luego rebatía? No podía ni asumirlo públicamente ni decirlo. Era hijo de su tiempo.
Al final de sus días, entregado a la mística, consideró polvo y paja todo lo que había escrito. ¿Y si no fuera un acto sobrenatural de humildad sino un reconocimiento de la futilidad del contenido de la creencia? Permítasenos, al menos, pensarlo.