Por qué crees y Life starts when the Church ends

Este título es la respuesta final de alguien que respondió de determinada manera a la pregunta que hacía yo a ciertas personas de mi entorno: “Y tú ¿por qué crees en Dios?”

Hasta ahora, los que rechazaban la idea de Dios –la esencia, sus cualidades, la existencia y la subsistencia— parece como si tuvieran la obligación de aportar razones para ese rechazo. Es admitido por cualquiera que haya estudiado Lógica Filosófica y por cualquiera que piense un poco que es aquel que afirma algo el que tiene que aportar las razones, los argumentos o la demostración de su existencia, no quien niega.

Razones, por otr

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a parte, que ningún creyente estaba dispuesto a admitir. En este blog hemos incidido una y otra vez en tales razones… que no sirven a quien cree. Quizá le sirvan a quien todavía cree, pero está inmerso en un mar de dudas.

Y retornando a quien goza de tal convicción: ¿se ha preguntado alguna vez el creyente por qué cree en Dios? La mayoría, no. A lo que asistimos es un a “suppositum”, a un presupuesto, a un “por descontado”: Dios es algo que no se discute, se parte de él, se da por supuesto. Y a partir de ahí viene todo lo que viene.

Pero, de nuevo la pregunta: ¿por qué crees en Dios?Aventuro respuestas:

1. Porque se ha revelado al mundo
2. Porque el Universo demanda un creador
3. Porque la historia no tendría sentido sin él
4. Porque lo siento dentro de mí
5. “Yo creo en Dios porque me molestan los que no creen Dios”.

La mayoría de estas respuestas son respuestas “inducidas”. Es decir, son respuestas aprendidas. Sí, claro, dirán, también las razones para no creer en él son respuestas inducidas. Hay una diferencia esencial: lo que “mi” razón me dice, me sirve “a mí”.


Hace tiempo pedí a una joven –que dice llamarse Mª José, que ya es contradicción el nombre con lo que ahora piensa—que me escribiera en un folio para incluirlo como artículo en Religión Digital las razones por las que dejó de creer en todo lo que le habían inculcado desde niña. Ésta fue su respuesta.

Crecí en una familia ultra católica, yendo a misa todos los domingos, participando en misiones juveniles y adorando a Dios a ojos cerrados. Llego un punto de la vida en el cual comencé a cuestionarme todas estas cosas de las cuales estaba tan segura y me di cuenta de que nada tenía sentido.

Concuerdo con la mayoría de las cosas que escribes. No porque no tengamos respuestas para ciertas cosas tenemos que inventarlas. No hay nada malo en tener preguntas sin respuestas. ¿Existe Dios? Nadie sabe, y tanto negarlo como asegurar su existencia es responder a una pregunta sin respuesta sin tener argumentos objetivos.

Por otro lado, no tiene sentido que un Dios de amor, misericordioso, humilde, y acreedor de todos estos pomposos adjetivos calificativos, nos haya creado con el fin de alabarlo y glorificarlo. ¡Que vanidoso! ¡Que egocéntrico! ¿No les parece? Por otro lado, si fuera tan generoso, amoroso y misericordioso, les daría la bienvenida a todos los miembros de su creación en el "reino de los cielos" y no tendíamos una sola oportunidad para "aprobar el test del pecado", para condenarnos por los siglos de los siglos al terrible infierno o acceder a su esplendoroso reino.

Más aun teniendo en cuenta que el ser humano tiende por naturaleza "al pecado" seria una broma de mal gusto habernos creado así para luego condenar al 99% de los humanos a arder por toda la eternidad.

Desde que deje mis creencias religiosas a un lado, me siento libre, con la capacidad de reconocer por mi misma mis errores y mis faltas, y reconocerlas para arrepentirme por el daño que le pude haber causado a alguien/algo en vez de arrepentirme por el terror de ser condenada.

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