El arzobispo de Granada y dos monjas indias.

No le conozco de nada y en alguna ocasión he sido crítico con alguna de sus decisiones. Sigo pensando que en Córdoba no acertó pero también me parece que aprendió no poco y ha llegado a Granada con un bagaje importante.
Creo que los católicos españoles tenemos una regla del nueve para saber quien es un buen obispo. Yo la aplico siempre. Si los enemigos de la Iglesia, declarados o disimulados, ponen mal a un obispo es que ese obispo es bueno. Y a Don Francisco Javier lo ponen a escurrir un día sí y otro también. Por el motivo que sea. Todo vale.
Se pretendió, incluso, que se lo llevaran de Granada, como se hizo de Córdoba. Me parece que las aguas han vuelto a su cauce y ya han decaído las noticias permanentes de que le quedaban dos telediarios. Pienso que se ha asentado en Granada y que aquella hermosísima ciudad va a tener arzobispo para largo. Y también creo que los granadinos van a tener un buen arzobispo. Porque este es de los que mejoran con los años.
Ahora se la pretenden armar con dos monjas indias que el arzobispo no ha querido recibir en su diócesis. Evidentemente no hay el menor racismo en la decisión del prelado. Si ya tiene cincuenta monjas no andaluzas en sus conventos.
Aquí se produce una colisión de intereses. El de unas monjas, envejecidas y escasas, que ven como se mueren sus monasterios o conventos, y que recurren a cualquier medio para repoblarlos, y el del arzobispo que quiere tener monjas y no sucedáneos.
Entiendo a las monjas. Entiendo su amor a la congregación y a su casa. Y también su preocupación por quien las cuidará cuando ya no puedan ni moverse. Y se traen a indias que muchas veces no pasan de ser muchachas de servicio bien tratadas y vestidas de monjas.
También entiendo, y más, al arzobispo. Bienvenida la que tenga vocación de monja. Sea india, andaluza o peruana. Pero una chiquita reclutada forzosamente apenas con la promesa de que no va a pasar hambre nunca y, en ocasiones, hasta con una recompensa monetaria a la familia, hace muy bien el arzobispo en no recibirla como monja en su obispado.
Bendita sea la India si sus conventos nos llenan los nuestros. Como nosotros llenamos antaño los de tantos países del mundo. Pero que vengan monjas. No jovencitas que huyen del hambre y la miseria y que ni tienen ni idea de lo que es la vocación.
Don Javier Martínez: Tal vez no me tenga usted demasiada simpatía por algún encontronazo anterior. Yo sí se la tengo. Por lo de la Facultad, por lo del canónigo, por lo de las monjas... Y, sobre todo, porque le cae ustad fatal a quienes odian a la Iglesia. Con eso a mí me sobra para caerme muy bien.