Alguna persona me ha pedido opinión sobre la misa que ayer transmitió Televisión. No puedo darla porque no la vi.
Si en cambio he presenciado la de hoy en la cripta de la Almudena celebrada por el cardenal Rouco. A quien no le espanta el latín. Muy digna toda ella. El cardenal muy bien en una homilía breve, próxima, apropiada al día y que no leyó. Le encontré con excelente aspecto.
No así a Andrés Pardo que renqueaba visiblemente. No sé si será una ciática, reuma, o si se ha dado un golpe en la rodilla con el espantoso báculo del obispo de igual apellido que ahora pastorea la diócesis de Gerona. Pero cojear, cojeaba. Para los mal pensados aseguro que hago votos para que recupere sus gráciles andares en pos del cardenal.
Excelente el coro, creo que se llama Scola Antiqua, que nos hizo gustar la hermosura del gregoriano en un espacio que era de lo más indicado para oírlo.
La comunión la repartió el cardenal con un diácono al lado con la bandeja. Muy bien. Al otro lado el inevitable Andrés que no sé que pintaba allí. Pues para repartir la comunión no se necesita maestro de ceremonias. Lástima de comulgatorio.
Y una pena, también, que no hayan recuperado el negro para las misas de difuntos. El morado es un color de penitencia, no de duelo. Me parece a mí. Pero doctores tiene la Santa Madre Iglesia que igual nos lo aclaran.