Cuando una religión y una Iglesia no infunde paz, no trabaja por la paz, no es la Iglesia de Jesús.




01. TRAS EL “FRACASO” DE JESÚS.
Los discípulos de Jesús se quedaron abatidos tras el “fracaso” de Jesús el viernes santo a mediodía, quedaron embargados por la decepción, el miedo y la huida del grupo: los de Emaús, Tomás.






HUÉRFANOS
La sensación de aquellos discípulos era de desolación y orfandad.
En sentido amplio uno queda huérfano cuando la otra parte de la relación personal falta: el hijo queda huérfano cuando falta el padre / madre, cuando falta la amistad con la que tenía relación, etc. Aquel grupo quedó como huérfano del amor del Señor y de su idealismo.


Cuando nos vemos privados de una relación que llena nuestra vida, quedamos como huérfanos. Cuando un amigo se va queda, un espacio vacío, cantaba Alberto Cortés. Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma, cantan los andaluces.




02. EL RECUERDO Y EL AMOR DE JESÚS LES REÚNE, LES CONSUELA, LES VUELVE A LA VIDA.
Si me amáis guardaréis mis mandamientos … el Padre os dará consuelo, un Defensor … Si me amáis, guardaréis mi Palabra, los mandamientos.
Los discípulos no creyeron en Jesús por vía legislativa, porque cumplieran las leyes de Jesús, sino porque recordaban, amaban y vivieron en el amor del Señor.
El amor no es un sentimiento, al menos no es solamente un sentimiento, sino que implica toda la persona
¿Quién llenará el vacío y la nostalgia de Jesús que les ha quedado? El amor del Señor.
¿Quién llenará nuestro vacío y nostalgia? El amor, no la ley.
Consolar significa caminar con quien está sólo, acompañar en la soledad.
El amor del Señor, la Palabra, el Espíritu de la Verdad, que es Jesús les acompañará, alentará nuestra vida.


Les tuvo que costar “Dios y ayuda” a aquellos primeros discípulos (cristianos) “volver”, llegar a recordar (kardias - corazón) dentro de su alma a Jesús. No os dejaré huérfanos.



La Iglesia, la comunidad de cristianos no nació instantáneamente el domingo de Pascua por la mañana, sino que seguramente fue un proceso lento de reflexión, de oración, de fe y esperanza hasta que aquellos discípulos de Jesús llegaron a creer en el Señor resucitado. Cada cual se volvió a su casa, a su barca, a las redes. Probablemente fue un intenso camino, posiblemente largo, hasta que llegaron a la fe en el Señor resucitado.

03. EL ESPÍRITU DE JESÚS ES CONSUELO EN LA VIDA
En la tradición de San Juan hay unas ideas, unas magnitudes que son negativas: el mundo, las tinieblas, los judíos, etc.
El Espíritu de Jesús es bueno, es un tono vital de ayuda, consuelo, entendimiento. El Espíritu de Jesús es audacia, no cobardía, es sosiego no acusaciones. En estas semanas de Pascua hemos escuchado con frecuencia que Jesús y el Espíritu de Jesús confieren paz.



Cuando una religión y una Iglesia no infunde paz, no trabaja por la paz, es evidente que no es la Iglesia de Jesús.


La Iglesia debe ayudar a vivir en paz interior a los creyentes y no atemorizar como los falsos pastores. Vivir en paz de Dios y trabajar por la paz es algo muy evangélico y proviene del Espíritu de Jesús: mi paz os dejo, no como la da el mundo.
Y la Iglesia ha de trabajar también por la paz en las diversas situaciones políticas. La Iglesia ha de entrar en los procesos de pacificación de los pueblos, de “sus” pueblos. Este es uno de los carismas del movimiento cristiano de San Egidio, (Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia).

¿Estará presente el Espíritu de Jesús en nuestra diócesis?


04. ¿Y NOSOTROS? VERDAD, CONSUELO Y AMOR.

Posiblemente nosotros también estamos un tanto decepcionados como los de Emaús, como Tomás. Nosotros esperábamos …, pero esto sigue por donde venía y vivimos un gran vacío socio-político, vacío eclesiástico, cultural, de confianza. Con la excepción del tono de papa Francisco, se sigue viviendo en una nostalgia llena de ritos, normas y dogmas, pero vacíos del amor del Señor.
La jerarquía habla y cree que dice verdad, pero no es más que una doctrina, un cúmulo de afirmaciones teológicas, un catecismo, pero que no entiende mucho de amor, ni de que arda nuestro corazón. La doctrina no llena vacíos, ni consuela, ni acompaña.


Muchas veces nos peguntamos ¿por qué la Iglesia dice tan poco a las gentes de hoy? ¿Por qué las masas han marchado de la Iglesia? Pues posiblemente porque decimos poco interesante y sin amor, sin consuelo, sin cercanía y sin afecto. La jerarquía ordena, dispone, corrige, ¿pero anima, consuela, acompaña?



Resulta llamativo como ya casi ni aparece en los medios de comunicación un artículo medianamente interesante sobre cuestiones decisivas para el ser humano: sentido de la vida, confianza y fe, esperanza, etc. Muchos sectores de la Iglesia en España, en el País Vasco, en nuestra diócesis de San Sebastián ¿no estaremos viviendo en una mediocridad espantosa, faltos de aliento vital, de ánimo y de espíritu?


¿Esta iglesia en que nos toca vivir tiene el espíritu de JesuCristo: Espíritu de verdad, de entendimiento, de consuelo, de ganas de vivir, de animar a nuestras gentes?
Personal y comunitariamente necesitamos el espíritu de Jesús: espíritu de vida, espíritu sanante, de paz, de verdad, de libertad: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

Vivamos sin miedos, en libertad, en paz, en audacia, en sosiego, en felicidad. Algo de eso, y mucho más, es el tono vital, el espíritu de Jesús.





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