"Todo lo que dice el Papa se puede entender fácilmente, porque usa palabras que usan las personas" Jorge Oesterheld: "Francisco es el regalo de Dios, que nos ha mandado un hombre que está cambiando la Historia"

(José Manuel Vidal).- Nos acompaña Jorge Osterheld. Es el director de la revista "Vida Nueva" del cono Sur. Durante doce años fue portavoz de la Conferencia Episcopal Argentina, y ahora, en España, nos presenta "No basta con un clic. Iglesia y comunicación" (PPC), con prólogo de Antonio Pelayo. "Francisco es el regalo de Dios, que nos ha mandado un hombre que está cambiando la Historia", subraya.

¿Qué te planteas cuando escribes el libro? ¿Cual es el objetivo profundo?

Tenía mucha necesidad en poner en pocas líneas, el fruto de la experiencia de muchos años de trabajo en la comunicación de la Iglesia. También es fruto de mi preocupación, porque veo que se puede mejorar mucho la comunicación de la Iglesia. Sobretodo, en los temas que tienen que ver con las nuevas tecnologías, donde nos seguimos manejando con esquemas del pasado, con conceptos ya superados sobre lo que es el periodismo, y la comunicación social.

Las nuevas tecnologías están transformando el mundo, y la Iglesia. La Iglesia tiene que adaptarse a la velocidad de estos cambios, y, me parece que le está costando en muchos temas.

En ese sentido, el título del libro es todo un pronunciamiento. "No basta con un clic".

Aunque parezca que es cuestión de meternos en una red, armar un portal y empezar a colgar temas, es evidente que necesitamos un cambio de lenguaje. Este cambio tiene que venir de un cambio más profundo. No se trata solo de cambiar palabras y cambiar actitudes. Se trata de cambiar temas, enfoques. Tenemos que encontrar la manera de que nuestros espacios de comunicación logren un ida y vuelta productivo y enriquecedor. Porque sigue siendo una comunicación unidireccional.

Por no hablar de la jerarquía, que ha seguido pronunciándose a través de largos documentos, que la gente común no entiende y no sabe muy bien qué hacer con ellos.

Hay un largo camino, y no sé si lo estamos recorriendo. Y, sobretodo, no sé si tomamos conciencia de la necesidad de ese cambio que tenemos que hacer.

La jerarquía se sigue pronunciando con ese tipo de documentos, sin hacer caso a lo que está haciendo el Papa, que es todo lo contrario. Intervenciones cortas y directas, con un lenguaje muy asequible. ¿Es posible comunicar al estilo del Papa?

Tenemos que intentarlo. No es solamente una cuestión de palabras. También lo es de contenido. La diferencia está, en que el Papa habla de lo que le pasa a las personas. No de lo que le pasa a él. En general, los obispos y los sacerdotes caen en la tentación de hablar de lo que les preocupa a ellos. Y de usar palabras muy de nuestro ambiente.

¿Por qué no hablan de lo que le preocupa a la gente, no están en sintonía?

A veces ocurre esto. Desconocen lo que le ocurre a la gente.

A veces se entierran.

O creen que sus palabras contienen la solución para los problemas de la gente. Pero primero hay que escuchar atentamente. En general, creo que la carencia es de escucha. Por eso nos cuesta tanto cambiar el lenguaje. El Papa, lo que tiene, son muchos años de escucha, y una actitud de escucha también. Cuando estás con él, sientes que le importa lo que estás diciendo. Y realmente es así.

Para que se entiendan tus palabras, antes debes haber escuchado a tu interlocutor.

Y da la sensación de que además, el Papa comunica con todo su ser. Físicamente, gestos...

Eso es fundamental. El Papa es absolutamente coherente. Pero agrega a esta palabra algo que es importante para comunicar, y en la vida en general. Ser coherente, no es, ser moralmente intachable. Es, que lo que dices, coincide con tu ser, con lo que te propones vivir, y con lo que estás haciendo en ese momento. El Papa vive el momento concreto con esas personas concretas. Y se comunica realmente con la persona que tiene enfrente.

Si te entiendo bien, coherencia entre lo que se vive, lo que se dice y lo que se hace.

Exactamente. Coherencia profunda. Con todo su cuerpo y con todo su ser. Él es así, y esto, le proporciona mucha libertad. El papa tiene una característica, que es muy valorada en las redes sociales, y que es muy importante: por un lado, representa una institución, y es el máximo representante de esta institución impresionante. Y a la vez, es libre. Puede decir, por ejemplo: "me gustaría que la Iglesia fuera pobre". La gente, valora mucho que alguien que representa un institución, se muestre libre con respecto a ella. Lo que la gente no valora, es que repitas como un loro los documentos. El papa trasmite una sensación de libertad, incluso perteneciendo y siendo él mismo la institución.

Los cristianos, si queremos comunicarnos, tenemos que adherirnos con todo nuestro corazón a nuestra Iglesia. Pero también ser libres y opinar, con libertad y con palabras comunes sobre todos los temas, con naturalidad.

O sea, que la jerarquía debía imitar en eso también al Papa. Pero da la sensación de que hay miedo.

Hay miedo, sí. Esa es la palabra.

No se atreven. No sé si en Argentina es distinto. Pero aquí, la mayoría de los obispos no se atreven a hacer una entrevista sin red, a dar la cara. Crear agenda, por ejemplo.

Sí, es una pena. No sé cómo es en España y no quisiera decir cosas que no se ajusten. Creo, que en general, lo que le pasa a los obispos, o a los curas, es que cuando hablan en los medios, están pensando más en en qué van a decir sus colegas, que en los destinatarios de los medios. En de qué manera, puede afectar lo que están diciendo a su carrera eclesiástica. Y así no se puede comunicar.

Si yo estoy hablando sobre el aborto, tengo que pensar, que delante tengo una niña que probablemente no sepa qué hacer con su embarazo. Y es a ella, a quien le tengo que hablar, y no al obispo que vigila por si digo algo inapropiado. Para hacer esto, yo tengo que ser muy libre y tener claro que mi destinatarios son las personas, no la interna de la Iglesia. Eso les cuesta mucho a los obispos, a los sacerdotes, e incluso a los medios de comunicación de Iglesia, donde a veces falta también la libertad de tener una línea editorial verdaderamente independiente. Que cree y genere opinión pública.

Dentro de la Iglesia, hay muchas agencias de noticias o instituciones de comunicación, que son representativas de sus movimientos. De los ámbitos u órdenes religiosas que representan. Eso tampoco sirve. Lo que sirve es que tengamos un periodismo realmente libre y objetivo. Eso ayuda a que los cristianos seamos más maduros en nuestra fe.

Un periodismo profesional. No convertir el periodismo en propaganda o catequesis.

Eso es. Son cosas muy distintas hacer catequesis y hacer periodismo. Y cada cosa tiene su función. Cuando yo hago periodismo, estoy generando opinión dentro de la Iglesia, que en esa ida y vuelta, va creciendo. Si no, estaríamos repitiendo todos lo mismo, siempre.

¿Por qué nos siguen teniendo miedo?

Bueno, a veces somos bravos.

A veces ellos también son muy bravos. Por hablar de nuestras fuentes, que nutren a los que hacemos información religiosa, da la sensación de que no terminan de fiarse de nosotros. De que querrían tener propagandistas, y no periodistas.

Esa es la dificultad. No todos, pero hay obispos que siguen en la vieja actitud de que los medios de comunicación son una extensión del púlpito. Y no, son un espacio de debate y de encuentro. Ni los medios de comunicación de la Iglesia, ni siquiera la oficina de prensa del obispado, son una extensión del púlpito. Son el ámbito donde hay que utilizar un lenguaje que las personas, que no están frente al púlpito, puedan entender.

Pareciera que esa dificultad es generacional. Pero el papa la echa por tierra. Tiene la misma edad, o más, que muchos de los obispos que hay por el mundo, y ha asumido perfectamente la dinámica comunicativa. Y se nota.

El Papa mismo lo dice cuando habla de que hay que acabar con los carrerismos. Y con la visión del propio ministerio como un espacio de promoción personal o algo por el estilo. Si uno logra ser libre de eso, dirá realmente lo que siente y lo que piensa. Veo, que muchas veces, la jerarquía está más atada a sus proyectos y a sus maneras de ver las cosas, que a las necesidades de sus fieles.

¿Cómo se rompe esa dinámica? Porque, a mi juicio, está costando el que la jerarquía y los sacerdotes, en general, se suban al carro de Francisco.

Creo que lograr eso sería el desafío de Francisco. Y es el gran desafío de todos nosotros, responder generosamente. Arriesgarnos a ser como él. Lo que hace Francisco es muy riesgoso. No solo físicamente, porque se expone mucho. Es muy riesgoso usar palabras que alguien puede interpretar de muchas maneras y meterse en todos los temas difíciles. Los obispos y los curas, tratan de ir buscando los temas menos complicados. Así no se puede comunicar. Porque las personas normales, viven en los temas más complicados.

Lo que hace Francisco es meterse en los temas más complicados, con palabras comunes, sin red. Y esa actitud crea adhesión y credibilidad.

Hace muchos años, en una situación muy complicada, le dije a Bergoglio: "y esto, cómo lo escribo? Es muy difícil explicarlo bien."

Y él, que tiene mucho sentido del humor, me dijo con una sonrisa: "escribe como para que lo entienda la gente que no sabe leer"

En ese momento, el consejo no me sirvió de mucho. Pero ahora lo entiendo. Todo lo que él hace, no hace falta saber leer ni escribir para entenderlo.

Y así evita los intermediarios y las interpretaciones. Las interpretaciones, son de la gente, que son los que asumen el desafío.

Y lo que nos cuesta al clero y le cuesta a los episcopados, es arriesgarse a tener un lenguaje y unos temas que sean de importancia para las personas. Que se entiendan fácilmente, con un lenguaje cercano.

Meterse en una dinámica evangélica. Es decir, que no hay nada que perder, ni que ganar. Anunciar la buena noticia.

Esa es la palabra.

Porque si el Papa es tan transparente, es porque da la sensación de que no tiene nada que ocultar.

Esa la clave. No tener nada que ocultar, para realmente, decir lo que tengas que decir. Y usar un lenguaje que se entiende. Lo sorprendente del Papa, es que habla y se entiende.

¿Ese cambio de lenguaje, cómo se puede hacer realidad? ¿Está cuajando ya? Porque yo veo que aquí, en España, los obispos están tomando nota. Y ya hablan un poco de los estereotipos que va fijando el Papa.

Yo creo que va a llevar su tiempo, pero lo vamos a hacer. Y, a medida que vayan
cambiando las generaciones, y la Iglesia vaya evolucionando, lo lograremos. Y lo creo, porque si no, nos morimos. Hoy en día no hay otra manera de hablar. No hay otro lenguaje. Las personas no entienden que les digas cosas que son verdad, pero que no les sirven para nada.

Mira, el Evangelio nos enseña todo. Cuando Jesús dice que él es el Mesías, avisa: "pero no lo digan". Porque esa palabra, no significaba exactamente lo que él quería que significara en ese momento. Jesús, no organiza un concilio ecuménico y junta un montón de especialistas en comunicación, para hacer un largo documento que exprese de qué manera hay que entender "Mesías". Simplemente dice, "por ahora no la usen, hagamos otra cosa. Ya llegará el día en que se entienda la palabra Mesías". Los obispos y los curas, en general, cuando usamos palabras que la gente no entiende, tendemos a hacer largos documentos para explicarlo. Cuando hay que explicar mucho, no hay que usar la palabra. Todo lo que dice el Papa, se puede entender fácilmente. Porque usa las palabras que usan las personas.

Y además predica con el ejemplo.

Esto es fundamental, y arriesgarse también lo es. Llegar lejos. Ir a Lampedusa, a la cárcel en medio de México, darle la mano a cada uno de esos hombres. Esas manos que han matado gente. Y se planta allí, y les dice que Dios los ama. Y les lava los pies. Esos son los gestos ante los cuales el mundo se rinde. Y los que tenemos que ser capaces de imitar. Y de mostrar. Hay muchas parroquias y sacerdotes que hacen esto. Pero nos cuesta, a la hora de ponerlo en los medios de comunicación. Tenemos que animarnos a poner en los medios, lo que muchísimos de nosotros estamos haciendo.

Entonces, verdad evangélica, sí hay y mucha. En la Iglesia, lo que nos cuesta es saber venderla, como decimos nosotros, a través de los medios.

Verdad evangélica hay muchísima. Lo que hace la Iglesia es extraordinario. Nuestras comunidades, nuestros fieles, las personas que nos acompañan, son maravillosas. Tenemos que encontrar la manera de reflejar eso en las redes sociales y en los medios. Sin imponer, sin gritar. De buenas maneras. Sin hacer proselitismo, como decía Benedicto XVI, sino evangelización, que es una cosa diferente. Tenemos tanto para mostrar...

El lenguaje de las redes sociales se adecua tanto a lo que nosotros queremos expresar, que es una oportunidad que no podemos dejar pasar.

Aprender a comunicar, casi con titulares. Con Tuit.

Es que, el Evangelio es eso. Pequeños relatos hechos para personas que no sabían leer ni escribir, y que se tenían que recordar de memoria. Y esto, ha sido así hasta ayer en la Iglesia. Hasta principios del siglo XX, y en muchos países dentro del siglo XX. El analfabetismo era lo normal. Si uno iba a una iglesia y escuchaba la parábola del sembrador, lo más probable era que fuera la única vez en la vida que la escuchara. Entonces, escuchaba ese mensaje, lo guardaba y lo recordaba para siempre.

La manera de comunicar de la Iglesia siempre ha sido eso. Pequeños relatos con un mensaje impactante que muestran quién es Jesús, y nos convencen de que Dios nos ama y está a nuestro lado. Y que nosotros tenemos que ser misericordiosos y ser hijos de él.

Ese mismo modelo es el que nos están ofreciendo hoy las redes sociales. Por eso "medios de comunicación" no es una frase hecha. Eso que dicen los documentos, de que son un don de Dios a la Iglesia. Claro que lo son. Un don extraordinario es, que ahora se nos ofrezcan medios donde podemos desplegar nuestra manera de comunicar.

Era mucho más difícil cuando se comunicaba con largos discursos, llenos de citas y frases importantes. Ahí, el Evangelio estaba siempre como fuera de lugar. En cambio, en las redes, y en los medios como el de ustedes, nos viene viene como anillo al dedo.

En cada país tenía que haber por lo menos dos o tres obispos que se convirtiesen en estrellas mediáticas. Lo que nosotros entendemos por esto. Es decir, fuentes que nos pudiesen informar en el momento adecuado. Con la frase justa, como la que utilizamos los periodistas para titular o para dar a conocer una noticia. ¿Eso es posible?

Yo creo que cada Conferencia Episcopal tiene que gestionar la manera de que eso sea posible. Pero además, cada obispo en su diócesis tiene que ser así. No necesitamos dos obispos, necesitamos todos los obispos siendo capaces de hablar de esta manera.

¡Eso ya sería demasiado!

Pero es que para eso se han hecho obispos, para hablar a su gente, y que su gente los entienda.

Es verdad.

Si no, que sean monjes. Pero si soy sacerdote, lo soy para que mi gente me entienda. Si no me entienden, no me puedo enojar ellos. Que a veces pasa. Hay que aprender a saber buscar qué es lo que no entienden preguntando, hasta averiguarlo. Y cambiar lo necesario, para que lo entiendan. Normalmente, si te sientas con un grupo de jóvenes, y preguntas, ellos te lo dicen. No tienen problemas. Esa es una de las grandes cosas del tiempo en el que vivimos. Los jóvenes te dicen en la cara lo que les parece.

Eso está haciendo Francisco con los niños, con los jóvenes y con las monjas, con los curas, con todo el mundo.

Si yo fuera obispo, y sintiera que no me entienden, me iría a una escuela, me sentaría en el piso con ellos y preguntaría qué es lo que no hago bien. Y si no me dicen nada, me quedo ahí, hasta que me expliquen cómo tengo que hablarles. Es una cuestión de cada uno. Nos tenemos que preguntar si realmente queremos que nos entiendan.

Y la portavocía de las conferencias, ¿cómo tiene que adecuarse a esta nueva dinámica?. A mi juicio, no vale solo comunicar con rueda de prensa. Porque eso significa una comunicación controlada, y no estar en el día a día. Ahora actuamos en internet al instante. Lo que necesitamos es una comunicación continua y fluida.

El portavoz, lo que primero tiene que lograr, es una relación lo más personal posible con cada uno de los periodistas que están en el tema. Y tener un vínculo habitual con todos. Tiene que ser fácil llegar a él, y él tiene que estar siempre disponible para hablar. Una relación de colaboración. A veces hay que poner determinados límites en esa relación, como con todo en la vida. A veces hay temas que no se quieren tocar, y otras, interesa tocar alguno determinado.

Pero esas cosas se entienden perfectamente.

Claro, pero para eso, antes tienes que establecer una relación. Cuando solo conoces al periodista en el momento que lo convocas en rueda de prensa, donde le dices cuatro cosas y después no contestas preguntas, la comunicación no va. El rato que está en el micrófono es el menos importante para el portavoz. Lo que importa es toda la otra conversación, que te permite generar vínculos con las personas que son tus colaboradores en el área de la información. No somos amigos, somos personas que cada uno tiene conservar su libertad. Pero tiene que haber un vínculo, porque si no, ni al otro ni a mí, me sirve.

¿Cómo hace la Iglesia para marcar agenda? Porque una de las grandes dificultades de la Iglesia española, es que siempre va por detrás. A remolque de lo que va marcando la actualidad. Y cuando se produce un hecho noticioso, que suele ser grave o escabroso, no hay gabinetes de crisis. No se sale, ni se dan explicaciones.

Sí. Es difícil el tema. No siempre, la agenda de la Iglesia tiene por qué ser la agenda pública. Hay una serie de temas que uno le tienen que interesar especialmente, y que dependen de los objetivos y de la necesidades de cada iglesia local. Saber cuáles son las preocupaciones y buscar la manera de que eso llegue a los periodistas con los que me relaciono.

En el caso de un portavoz diocesano, o de una Conferencia Episcopal, hay que tener una agenda, a partir de los objetivos que tiene la diócesis. A la vez, hay que tener el ojo bien puesto en la agenda de la sociedad, para saber dónde es necesaria una palabra de la Iglesia. En los temas en donde la palabra de la Iglesia puede ser iluminadora, hay que encontrar rápidamente la forma de iluminar.

Lo que hay que evitar siempre es, ser el que se queja, protesta y se enoja con lo que pasa en la realidad, y ser el que aporta una luz. Siempre al lado y buscando soluciones. Los temas son complejos y nosotros no vamos a tener la solución. Por ejemplo, en el tema de los refugiados en Europa, no podemos decidir lo que hay que hacer. Pero podemos juntarnos y analizar la situación. La Iglesia tiene que hacer ese camino junto a los que están buscando sinceramente una solución.

La agendas deberían coincidir la mayoría de las veces, si tenemos una Iglesia atenta a la realidad y a la vida de la gente.

Lo habitual sería que sí. Lo que pasa es que a veces, la agenda pública, no está determinada por las necesidades de la gente, sino por otros intereses. Hay que estar atento a no caer en la trampa, cuando la agenda pública que se instala, lo está haciendo, de necesidades políticas de algunos. Y nos encontramos hablando de determinados temas porque fulano tiene los medios y la manera necesaria para imponerlos. A veces, los medios hablan de temas que a la gente no le afectan y no le importan. Nosotros no tenemos necesariamente que meternos en todos los temas que los medios plantean como agenda. Hay que distinguir de entre esos temas, cuales son los que le interesan a la gente, porque les afectan de determinada manera.

Tú sigues trabajando en canal 21, que es un canal de la Iglesia, y tienes mucha experiencia en medios católicos. ¿Cómo se plantea un medio de comunicación así?. En España tenemos dos medios, la cadena COPE y 13 Televisión. El reproche es continuado, porque a juicio de la mayoría, se casa demasiado con una ideología política y con unos interese económicos de la derecha, digamos. ¿Es posible hacer medios de la Iglesia neutrales, centrados, equilibrados?.

Creo que hay que intentarlo. Pero no es fácil. Especialmente en la televisión, es muy difícil no entrar en esa dinámica, que nos atrapa y nos lleva a posturas muy simplificadas de la realidad. Pero hay que intentarlo permanentemente.

Los otros medios son un poco más fáciles. Hay que lograr una presencia evangélica, sencilla. Llegar a una aceptación de errores, y de saber distinguir lo que es ideología de lo que es evangelio. Buscar temas que a la gente le interesan, para la Iglesia es prioritario. Y dar soluciones concretas. Por ejemplo, la pobreza, es un tema que a la Iglesia le interesa. La marginalidad también. Siempre. Las recetas por las cuales se va a superar esa situación, forman parte de la opinión de distintas corrientes de pensamiento o posturas. Señalar esa diferencia sin perder la preocupación por la pobreza, es lo que nos da libertad.

Una inyección de pluralismo.

Es fundamental, sin pluralismo no se puede hacer absolutamente nada, porque el mundo es plural.

Y una visión que se emita a través de los medios de la Iglesia, que sea abierta. Iglesia somos todos. Esto es difícil, ¿no?

Sí, pero es la tarea de todos los días. Si no lo hacemos así, nos alejamos del Evangelio y perdemos eficacia.

¿En Argentina se está consiguiendo con el canal 21?

Lo intentamos sinceramente. Vamos aprendiendo con ensayo y error. Creo que es muy importante tener los canales, porque es el lugar donde aprendemos. Es una escuela para todos nosotros. A veces nos sale muy bien, y otras no tanto.

Para un argentino debe ser un orgullo tener un papa como Francisco.

Es un orgullo y es una responsabilidad.

Y es un milagro, que hayamos tenido este Papa.

Para mí sí. Me resulta tan extraordinario... Es muy raro para uno conocer al Papa y tener la oportunidad de estar viviendo esto. Es raro y maravilloso estar viviendo este tiempo de la Iglesia. Si hace cuatro años, nos hubieran dicho que íbamos a estar hablando de esta manera, no nos lo creíamos.

¿Ha habido un cambio en el Papa, tú que lo has conocido de cerca?. Has trabajado durante doce años o más con él, como portavoz de la Conferencia Episcopal.

Lo veo muy libre y muy claro. Cuando uno es presidente de la conferencia episcopal, representa a cien obispos y se tiene que encontrar la manera de expresar a todos. Cuando uno es Papa, ya hace lo que quiere. Se lo ve muy libre. Como él dice: "es muy divertido ser Papa". Le gusta lo que está haciendo. Es muy importante el testimonio de que te guste creer. De que te guste ser sacerdote, papa, obispo. Nosotros estamos muy acostumbrados a que estas cosas, son una carga y un peso. Cuando en realidad es una maravilla.

Y a pesar de todo y contra todo. Y él, lo dice al contrario.

Lo disfruta. Y todos deberíamos hacer lo mismo, porque es para disfrutarlo.

¿Crees que es irreversible la reforma, o la tendencia reformadora, que está imprimiendo la Iglesia en estos momentos?

Yo creo que es irreversible y tengo una razón. Bergoglio es mucho más que un Papa. Es un acontecimiento cultural a nivel universal. Es como Luther King, como Mandela, como The Beatles..., ese tipo de gente que una vez que pasó por el mundo, ya cambió todo.

Ese es el regalo de Dios, que nos ha mandado un hombre que está cambiando la historia de la humanidad, no solo de la Iglesia. Sin duda, la humanidad irá y vendrá, y seguiremos teniendo guerras y problemas, y la Iglesia también. Pero esto, es un punto de inflexión, segurísimo. Es mucho más que una revolución eclesial.

¿Te gustó que dijese ayer con los youtubers, que no piensa renunciar ni retirarse?

Estoy seguro de que no piensa retirarse. Porque le gusta lo que hace y está convencido de lo que hace. Creo también, que no va a ser un Papa al que vamos a ver envejecer y con dificultades de moverse, caminar o expresarse. Cuando él vea que físicamente no puede, no creo que se quede mucho tiempo. Pero mientras esté bien, no lo para nadie. Diría más, yo creo que todavía no hemos visto al verdadero Bergoglio.

¿Solo estamos en los aperitivos?

Así es.

¿Y qué sorpresa nos puede deparar ese otro gran Bergoglio?

Creo que todo lo que él está diciendo, se va a ir plasmando. Esto va a generar una reforma de las personas y de las instituciones, mucho más profunda de lo que nos imaginamos. Y él está al frente de eso. Cuando él vaya viendo que empieza a haber frutos de todo lo que está sembrando, el proceso de transformación se va a acelerar mucho.

Tiene que ser un proceso acelerado lógicamente, porque la edad es la que es.

La edad es la que es. Y la velocidad del mundo, es la que es. Hay tiempo para verlo. Todo está cambiando a una velocidad impresionante y tenemos que seguir ese ritmo. La Iglesia, no puede no formar parte de la humanidad.

En este momento, es el símbolo de la gran esperanza para la humanidad. No solo para la Iglesia. Todo el mundo tiene los ojos fijos en él, se ha convertido en el gran líder moral del planeta.

Creo que es así y a cada uno de nosotros nos toca asumir la responsabilidad que eso significa. Que nuestro Papa sea el que está marcando ese rumbo, implica que cada uno de nosotros, en el pedacito que nos toca, podemos también marcar un rumbo: en la oficina, en la fábrica o en la escuela. En la medida en que te comprometes, en que eres libre y en que anuncias el evangelio, marcas un rumbo y transformas.

¿Eres de la opinión de que las resistencias más profundas las tiene dentro?

No. La resistencia más profunda está en la dificultad de todos, de dentro y de fuera, de cambiar.

¿Nos exige una conversión?

Claro, el mundo que vivimos nos está exigiendo una conversión. El Evangelio, también. Y a todos nos cuesta mucho cambiar, pero podemos proponérnoslo y hacerlo con entusiasmo y con alegría.

Pues muchas gracias por todo. Por este libro, en el que me imagino abordas toda esta problemática y muchas otras.

Gracias a vosotros. Espero que les guste y que les sirva. Es mi pequeño aporte a toda esta maravilla que nos está tocando vivir.

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