En conmemoración al Día del Refugiado, que será celebrado este 20 de junio, y en el contexto de la Campaña Continental contra el Tráfico de Personas, el Celam, la Red CLAMOR y la Cáritas América Latina y el Caribe, con apoyo de la Cáritas Brasileña, han organizado este viernes, 18 de junio un Seminario Continental sobre Incidencia contra la Trata de Personas.

El evento virtual está dentro de un conjunto de actividades que buscan enfatizar el tema de la incidencia, una dinámica que se está impulsando a lo largo de este año con la Campaña “La Vida no es una Mercancía, se trata de personas”. Con él se ha querido generar una reflexión sobre la trata desde la realidad global y latinoamericana, buscando ser un especio de diálogo en la región para los próximos meses, para así definir una agenda común que se adapte y recoja el trabajo que viene siendo realizado.

El presidente de la Red Clamor, Mons. Juan Carlos Rodríguez Vega, se dirigía a los participantes del Seminario afirmando que “la Iglesia tiene la misión de evangelizar, vivir la caridad es una manera concreta de predicar el Evangelio con la caridad, predicarlo con obras, mas que con palabras”. Para el arzobispo de Yucatán (México), “si queremos ir más allá en la caridad, tenemos que buscar la incidencia política, influir, buscar la manera de hacer cambios políticos para que muchos hermanos refugiados se vean beneficiados”. Desde la idea de que “la política es la forma más alta de la caridad”, llamaba a buscar esa política, “el verdadero bien común, que alcance a todas las personas, también a nuestros hermanos refugiados”.

John Aloysius, destacaba el trabajo en primera línea de la Red CLAMOR para “proteger, acoger, promover, la dignidad de los migrantes, desplazados y víctimas de la trata y facilitar su integración”. Para el Secretario General de Caritas Internacional, en el ámbito de la incidencia en tiempos de Covid-19, el reto es “cómo dar a conocer los sufrimientos y las voces de los migrantes, cómo acompañarles con dignidad en este periodo de pandemia, e, por último, cómo conseguir que la trata de personas se detenga promoviendo acciones alternativas que ayuden a los potenciales migrantes a permanecer en el país y a encontrar una forma de vivir dignamente a través de actividades económicas”.

El cardenal Tagle comenzaba su participación en el seminario agradeciendo el hecho de haber sido organizado, lo que ve como “una señal de que Cáritas sigue comprometida en el acompañamiento de las personas que se mueven por todo el mundo”. El presidente de Caritas Internacional recordaba la campaña “Share the Journey”, lanzada hace cuatro años con “la esperanza de crear puentes entre las islas, que han sido separadas unas de otras por el miedo”.

En sus palabras, recordaba el reto propuesto por la campaña, “no solo ver a los migrantes, sino mirarlos con compasión, no solo oír su voz, sino escuchar sus historias y preocupaciones, no solo pasar por el otro lado, sino pararse, como el Buen Samaritano, y vivir un momento de comunión, solidaridad, con ellos y ellas”. Por eso, afirmaba que la campaña “Share the Journey”, ha ayudado a Cáritas “a llegar a los migrantes, a abrazar su pobreza y su sufrimiento, a levantarles, con la convicción de que no son números, son personas, con nombre, con dignidad, con historia y con sueños. Y a ver a Jesucristo en ellos, como un niño que se convierte en refugiado en Egipto con sus padres”.

Ha sido una campaña, según el Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, con la que “Cáritas ha ayudado a desarrollar y a expandir una nueva cultura a nivel global, una cultura vital de encuentro personal, una nueva visión de acogida de la persona humana en el migrante”. El purpurado filipino recordaba su visita al campo de refugiados de Edumene, en Grecia, como “una experiencia que permanecerá en mí por mucho tiempo”, algo vivido también en el Líbano, en Jordania, en Bangladesh. En esos momentos, le alegró la atención que estaban recibiendo como seres humanos, pero lo entristeció pensar si ese sería para ellos un estado de vida permanente o temporal.

En los migrantes y refugiados, el cardenal Tagle ha dicho ver sus propias raíces, recordando que su abuelo nació en China, tierra que se vio forzado a dejar de joven. Volviendo a la campaña “Share the Journey”, la definía como “un gran momento de encuentro, solidaridad, y sobre todo una expresión del amor de la Iglesia a las personas que migran, cristianos, musulmanes, hindúes, seguidores de otras religiones y aquellos sin religión, han sido recibidos como personas humanas”.

Los migrantes y refugiados se convierten en “víctimas de una empresa que se llama trata de personas”, que en palabras del purpurado, “esta empresa cuenta con muchos voluntarios y trabajadores, esperan a los inmigrantes en cada calle, esquina, orilla”. Según el presidente de Cáritas Internacional, “resulta irónico que para proteger la propia vida haya que aceptar ser tratado como objeto que se vende y se utiliza”. Estamos ante algo que “revela una mentalidad y economía defectuosa en la que los seres humanos se convierten en objetos, mientras que el dinero se convierte en objeto de amor”.

Por eso, el cardenal filipino destacaba la importancia de un trabajo que pretende “evitar que las personas que se desplazan sean víctimas de trata de personas, la prostitución y la esclavitud”. En una coyuntura marcada por el Covid-19, que “debería llevarnos a una solidaridad global”, y con actitudes xenófobas por parte de muchos países, destaca la importancia de “seguir compartiendo el camino con los migrantes”. El Papa Francisco ha sido colocado por el cardenal como “una fuente de inspiración para esta campaña”, insistiendo en su compañía y ánimo para “defender, acoger, acompañar e integrar a los migrantes”.

El presidente de Cáritas Internacional ha propuesto cuatro tareas a Caritas Latinoamérica y a la Red CLAMOR: “Estudiar y abordar las causas de la migración forzada de las personas de su región”, insistiendo en que “los ciudadanos tienen derecho a permanecer en su país de origen”, lo que demanda la intervención de la comunidad internacional. En segundo lugar, “comprobar si los migrantes forzados o refugiados son además víctimas de la trata de personas, de la prostitución y de la esclavitud”, recordando éste se ha convertido en un negocio de los más lucrativos.

Una tercera tarea sería “hacer un seguimiento de los migrantes y refugiados en sus nuevos hogares”, preguntándose “cómo son recibidos, cómo los integra la comunidad que los recibe”, y al mismo tiempo si “se aprecia sus talentos, sus dones, se les considera como una carga, un problema, tienen sus hijos acceso a la educación”. Por último, “recopilar historias de compasión, solicitud, intercambio de perspectivas respecto a los refugiados, curación de heridas y nuevos comienzos, historias de esperanza, historias que muestran el Evangelio en acto”.

El seminario ha servido para compartir diferentes experiencias de trabajo con las víctimas de la trata, como la que lleva a cabo la Red TAMAR en Colombia. En el campo de la incidencia han llevado a cabo, según Victoria Tenjo, procesos de prevención, sensibilización y atención, insistiendo en que “la trata de personas existe, si la ignoras la favoreces”. Por eso, la religiosa adoratriz destacaba algunos desafíos para llevar a cabo esa incidencia, como es la importancia del trabajo interdisciplinario (comunión), la mirada holística de la realidad (contemplación), y la toma de acción para la transformación (Co-creación).