El Instituto para el Diálogo Global y La Cultura del Encuentro y la REPAM organizan un ciclo de Foros Virtuales Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza: “una practica nueva a la luz del diálogo y el encuentro”

Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza
Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza

“Trabajar para mejorar la cooperación y buscar respuestas a los desafíos de la humanidad

“Un proceso de salida a las periferias geográficas y existenciales, ir hasta la gente, no esperar a que la gente venga a nosotros, escuchar, siempre escuchar, ver los gritos de los pobres y del medio ambiente, junto con ellos, escuchar soluciones”

Esta pandemia ha planteado preocupaciones sobre el acceso al agua segura y al saneamiento

El 30% del agua que se produce no llega al grifo en los países desarrollados, lo que demanda otra manera de producir y distribuir el agua. En los países desarrollados, sólo el 1% del agua potable se bebe

“Releer el por qué del derecho al agua se convierte en un derecho a la esperanza”

La Amazonía “es una de las fuentes de agua dulce más importante del planeta, que está siendo devastada por las industrias”

Necesidad de entender que el agua es un bien común, que no se puede excluir a muchas personas. También ver el agua como bien jurídico protegido, tener una mirada distinta, basada en los intereses de la naturaleza como sistema

“El único que hoy podría fundar una internacional revolucionaria es el Papa, porque nadie tiene confianza en un jefe político que sea un poder local”

Participantes del Foro
La reflexión sobre aquello que es común a todos, sobre los elementos indispensables para la vida humana, se ha convertido en una necesidad a nivel planetario. Esto es algo que ha quedado más que demostrado con la pandemia que la humanidad está viviendo. Para avanzar en ese debate, el Instituto para el Diálogo Global y La Cultura del Encuentro junto la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, con el apoyo de instituciones aliadas, han organizado un ciclo de Foros Virtuales con líderes, expertos y expertas de todo el mundo.

Este 18 de junio ha tenido lugar el primero de seis eventos, que se prolongarán hasta el mes de septiembre, reflexionando sobre “Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza”. Como recordaba Luis Liberman, Fundador y Director del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro, los foros tienen su origen en el seminario sobre el Derecho al Agua que fue organizado, en febrero 2017, con la presencia del Papa Francisco, en la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, preparando el camino hacia el segundo Seminario que se realizará en el Vaticano, en febrero 2021.

Los ponentes han abordado esta temática a partir de diferentes enfoques, buscando cómo profundizar en los desafíos sobre el derecho al agua, especialmente en acciones concretas, buscando, como recordaba Liberman, “trabajar para mejorar la cooperación y buscar respuestas a los desafíos de la humanidad”, donde 4 de cada 10 personas están afectadas por la escasez de agua. Esta realidad cobra especial relevancia en un momento en el que el único factor preventivo de esta pandemia deCOVID-19 que vivimos, es lavarse las manos, como acto de higiene personal y social, haciéndonos caer en la cuenta de cómo “es terrible tener que pensar en políticas públicas para que la gente se lave las manos”, según Luis Liberman.

En esta busca de esperanza, no basta hablar de ella, afirmaba el Cardenal Claudio Hummes, “porque se corre el riesgo de tornar la palabra vacía y engañosa, precisa ser construida en un ambiente de escucha y encuentro”. Vivimos una pandemia que para el purpurado brasileño ha provocado perplejidad global e inseguridad entre la gente ante diversas situaciones que afloraron de ella. Teniendo en cuenta que “todo indica que la postpandemia traerá tiempos difíciles”, lo que se debe concretar en falta de trabajo, hambre, falta de acceso al agua potable, un derecho universal, entre otros, la sociedad, que no podemos olvidar “fue profundamente afectada y fragmentada”, debe reaccionar.

Cardenal Hummes en el Sínodo

Podemos descubrir señales de esperanza en las “nuevas formas y prácticas de solidaridad, de convivencia harmoniosa familiar, de creatividad”, nacidas de la pandemia, afirma el presidente de la REPAM. El desafío está, en opinión del cardenal, en cómo superar los elementos negativos e impulsar los positivos si se quiere construir la esperanza. En esa perspectiva, entra en juego la cuestión cultural, que lleva a preguntarse sobre cómo incorporar nuevos elementos culturales para el futuro, lo que exige la necesidad de “abrir la cabeza, el corazón y las manos, agregar al conocimiento nuevos elementos”, enfatiza el cardenal Hummes.

En esa dinámica, entra en juego, según el presidente de la REPAM, la necesidad de “abrir el corazón para una acogida inclusiva, para innovar una practica nueva concreta, a la luz del diálogo y el encuentro”. El purpurado señalaba la preparación para el Sínodo para la Amazonía y la aplicación de las orientaciones, como elemento que “puede iluminar e inspirar la construcción de la esperanza hoy”. Esa labor fue llevada a cabo por la Iglesia del territorio y la REPAM, en lo que Hummes denomina como “un proceso de salida a las periferias geográficas y existenciales, ir hasta la gente, no esperar a que la gente venga a nosotros, escuchar, siempre escuchar, ver los gritos de los pobres y del medio ambiente, junto con ellos, escuchar soluciones”.

Esa experiencia en la que fueron escuchadas 87 mil personas del territorio, es definida por el cardenal Hummes como “una experiencia única, jamás se había hecho algo similar, la gente empezó a confiar de nuevo y nutrir la esperanza”. El resultado fue llevado al Sínodo para ser discutido y discernido en 3 semanas de asamblea, con la participación de los pueblos indígenas. Fruto de ese proceso, “ahora volvemos al territorio, a la gente, a sus comunidades, para de nuevo encontrarlas y presentar los resultados del Sínodo, y de nuevo escucharlos y con ellos proceder a la construcción de los nuevos caminos propuestos”, afirma el presidente de la REPAM. Este “será un proceso de años, que deberá respetar sobretodo a los humildes, siempre descartados por la sociedad dominante”.

La Iglesia siempre ha visto el entorno como un elemento fundamental para el ser humano, como recordaba Cecilia Tortajada, defendiendo que “la persona tiene que estar en el centro del desarrollo”. En ese sentido, la Santa Sede ha hecho hincapié en que el agua es un derecho humano y que los pobres tienen que tener derecho al agua, pues se trata de algo fundamental para la dignidad humana. El agua es mucho más que una necesidad humana, es algo irreemplazable, básico, vital para la supervivencia, en opinión de la investigadora en el Institute of Water Policy, Lee Kuan Yew School of Public Policy, de Singapur.

Ponentes

No podemos olvidar que “el agua no ha estado en la agenda política durante muchos años”, una afirmación de Asit Biswas, quien defiende el acceso universal al agua potable. Sin embargo, como afirma el profesor, inclusive en el mundo occidental, muchas personas no confían en la calidad del agua, toman agua de botella. Esta confianza en la calidad del agua es una reflexión fundamental en este tiempo de COVID-19. En ese sentido, mostraba ejemplos de iniciativas, como una en Camboya, que llevó a asegurar que todos tuviesen acceso al agua, una experiencia que puede servir para países en vías de desarrollo, dado que, en su opinión, la tarea de los profesionales y los políticos es brindar agua para la población.

Existen 3 dimensiones en la reflexión sobre el derecho al agua: jurídica, de gobernanza, de innovación, según Alejandro Rossi, de la UNOPS. A pesar de que hoy existen más derechos que nunca en la historia, la realidad es diferente, los derechos no son realizados, inclusive hablando de vida y de muerte, en sus múltiples facetas que amenazan a los pueblos. En el plano de la gobernanza, que un derecho reconocido resulte inaccesible, quiebra la esperanza y la gobernanza, la posibilidad de una convivencia en paz. Eso demanda una innovación como necesidad de buscar soluciones a los grandes problemas, buscando nuevas formas de inversión para que los derechos sean accesibles a todos, sabiendo que es posible equivocarse, pero que ese es el único camino para avanzar y alcanzar nuevas soluciones, sin tener miedo al error.

La ausencia del derecho al agua y al saneamiento, es algo que sigue afectando a más de 2.000 millones de personas, según Peter Gleick, afirmando que “este es un desafío que involucra a todos, pero que no se puede cumplir, ni siquiera en los países más desarrollados”. En ese sentido, ponía el ejemplo de Michigan o de California, donde muchas comunidades beben agua contaminada. Esta pandemia ha planteado preocupaciones sobre el acceso al agua segura y al saneamiento, según el miembro de la Academia Nacional de Ciencias, de los Estados Unidos, que afirma que uno de los mayores efectos recae en las comunidades más carentes. Por eso, debemos aprovechar este tiempo de pandemia para tratar de concienciar a la gente sobre las consecuencias de la falta de agua y saneamiento y sobre las acciones a implementar.

Una situación real es que el 30% del agua que se produce no llega al grifo en los países desarrollados, según Rafael Ramírez, lo que demanda otra manera de producir y distribuir el agua. Junto con eso, en los países desarrollados, sólo el 1% del agua potable se bebe, lo que evidencia el desperdicio, el mal uso del agua y que tenemos un modelo altamente ineficaz, que crea injusticias. Al mismo tiempo, el 13% de la energia usada en Estados Unidos es para mover y calentar agua, con grave contaminación del medio ambiente. Esto debe llevarnos, en opinión del Director del Programa de Escenarios Futuros, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, a buscar otra manera de servirnos y utilizar el agua.

Lucio Ruiz

Peor que esta crisis es solo el drama de desaprovecharla”, afirmaba Lucio Ruiz, quien recordaba las palabras del Papa Francisco en las que dice que "de la pandemia se sale mejor o peor, pero no se sale igual". Viendo la necesidad del repensamiento de todo el sistema humano desde la Laudato Si, el Secretario del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, hacía una llamada a “releer el por qué del derecho al agua se convierte en un derecho a la esperanza”, desde dos principios básicos de la Laudato Si: “el agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia porque es indispensable para la vida humana y para sustentar terrestres y acuáticos”(LS 28). Junto con eso, “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (LS30).

Ante la pandemia que estamos viviendo, Lucio Ruiz, presentaba una mirada de la realidad desde Francisco para repensar estos principios, sobre todo teniendo en cuenta la oración del 27 de marzo en la Plaza de San Pedro, que define como “un icono de la humanidad desolada y abrumada”. Desde el magisterio en este tiempo de pandemia destaca una serie de claves. En primer lugar, 3 claves para el diagnóstico, todos estamos en la misma barca, frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo, todos importantes y necesarios mutuamente. La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad, nuestras falsas seguridades. Las fronteras caen y todos los discursos integristas se disuelven.

Junto con eso, presentaba 3 claves para entender la situación, en la que avanzamos rápido, sintiéndonos fuertes y capaces de todo, pero eso sólo una pequeña parte de la humanidad. De hecho, continuamos imperturbables, pensando estar sanos en un mundo enfermo, que nos ha llevado a buscar solo remedios paliativos, a la espera de que todo vuelva a la normalidad. Esto lleva a 3 claves que interrogan la existencia, que debe llevar a preguntarse sobre el hambre, habiendo alimentos para todos, las guerras, alimentadas por deseos de dominio y poder, a cambiar estilo de vida, más austeros, con un reparto equitativo de recursos y búsqueda de soluciones internacionales.

Otro grupo de claves son las que llevan a descubrir como crear el futuro. Entre ellas disminuir las sanciones internacionales, condonar la deuda externa, cesar el tráfico de armas, comprender que los paradigmas tecnocráticos no resuelven los problemas, por lo que se debe pensar en un desarrollo humano integral. Finalmente, 3 claves para partir nuevamente, amar nuestra casa común y cuidar de ella y de los miembros más débiles, con una conversión ecológica con acciones concretas y saber que cada uno puede dar su aportación como modo de cambiar el mundo. Esto nos debe llevar a una relectura de todo, lo que ha sucedido es más que un problema sanitario, es un evento antropológico. Hubo un cambio profundo en la historia, que provoca un nuevo tiempo, que despierte la solidaridad y esperanza capaz de dar solidez con tensión y sentido. No podemos olvidar que es en el sufrimiento donde se mide el verdadero desarrollo de los pueblos, según Lucio Ruiz.

Papa Francisco 27 de marzo San Pedro

El tema del derecho al agua y a la esperanza es algo “que nos toca a todos y sobretodo a los pueblos indígenas que estamos en la cuenca de la Amazonía”, afirmaba Patricia Gualinga. Ella denunciaba que “es una de las fuentes de agua dulce más importante del planeta, que está siendo devastada por las industrias”. Esto siempre ha sido motivo de lucha, “inclusive siendo pueblos a los que nos han mantenido al margen de las decisiones gubernamentales, inclusive siendo pueblos a los que nos han catalogado que somos los más pobres de los más pobres, que somos el último eslabón de la pobreza, inclusive siendo pueblos que no tenemos acceso al agua potable”.

En esta época de pandemia, denuncia que las comunidades amazónicas tienen agua, pero les falta jabón para lavarse las manos. A pesar de que la gran meta es que todas las comunidades tengan acceso al agua potable, eso es algo que no tienen todos los pueblos de la Amazonía. La lideresa del pueblo Sarayaku denuncia que “la pandemia ha visibilizado la marginación que sufren los pueblos indígenas, todo se ha concentrado en las ciudades y se han olvidado de que existimos como pueblos originarios en nuestras comunidades”. Patricia define este momento como apocalíptico, pues en ellos está confluyendo el coronavirus, el dengue, las inundaciones, la ruptura de oleoductos petroleros.

La indígena ecuatoriana afirma que “la situación no es fácil para los pueblos indígenas, estamos ahí luchando, resistiendo, denunciando, porque no podemos esperar apoyo del gobierno”, lo que demanda que se reflexione sobre los errores cometidos. De hecho, lo que se vive es fruto de “la corrupción de los gobiernos, que nos ha puesto en una situación realmente terrible”. Ante la crisis muestra la impotencia de los pueblos, acentuada por “la pérdida de nuestros ancianos dia a día, por esta pandemia mortal que estamos viviendo”.

Patricia_Gualinga

Esta realidad, demanda en opinión de Daniel Groody, una educación sobre el cuidado del agua y del medio ambiente. El sacerdote ve la crisis como peligro y oportunidad, como momento para “repensar el trabajo educativo, buscar nuevos métodos de educar”, de no volver a lo que tuvimos antes. Ante lo que denomina sequía de líderes mundiales, ve 5 puntos necesarios para ser líderes: mente (pensar, entender la realidad y la ciencia); corazón (que no es sólo centro de emoción, sino de conocimiento verdadero, no podemos conocer lo que no amamos, como decía San Agustín); nervios (gente que tiene capacidad de asumir riesgos); músculos (no como uso de fuerza, sino como capacidad de amar que transforma); y alma (la crisis ecológica está vinculada con una crisis espiritual).

Desde el ámbito jurídico, Ricardo Lorenzetti, definía el actual como “un modelo de respuesta defensiva a un fenómeno nuevo”, afirmando que “la salud de la naturaleza y la salud humana están unidas”. Existe una reacción a partir del miedo, lo que en su opinión demanda “pasar de un modelo defensivo a uno proactivo, que es donde entra en juego la esperanza”. Esto debe llevar a trabajar para aumentar la resiliencia de la naturaleza, pues el coronavirus tiene que ver con el deterioro natural. Por eso, la necesidad de fortalecer el sistema natural para fortalecer la salud humana, trabajar en una nueva economía, cambio cultural.

En el tema del agua, el Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en Argentina, ve que el gran error es querer ajustar los conflictos a las jurisdicciones, y no al contrario. Eso demanda transformar las instituciones para ajustarlas al problema. Al mismo tiempo, la necesidad de entender que el agua es un bien común, que no se puede excluir a muchas personas. También ver el agua como bien jurídico protegido, tener una mirada distinta, basada en los intereses de la naturaleza como sistema. Por eso, defiende que “el tema del agua tiene que ser pensado desde el funcionamiento del sistema, en la pandemia pasar de una mirada defensiva, basada en el miedo, a una mirada esperanzadora, desde la salud de la naturaleza”.

Gianni Vattimo

Finalmente, Gianni Vattimo, uno de los grandes filósofos de la actualidad, reflexionaba brevemente sobre esta temática, partiendo de la la idea de que el problema del agua no es problema de cantidad, sino de calidad”. De ahí el problema de permitir a la gente acceder al agua potable, inclusive en los países ricos, lo que, en su opinión, implica toda una participación de los poderes públicos. Vattimo afirmaba que “el problema del agua es el problema de la evolución”, defendiendo que “en la cuestión del agua se juntan casi todos los problemas sociales de nuestro tiempo”. De hecho, esto lleva a debatir sobre el agua como bien público o de inversión, que tiene que ver con la estructura capitalista de la sociedad.

El filósofo italiano afirma que “el único que hoy podría fundar una internacional revolucionaria es el Papa, porque nadie tiene confianza en un jefe político que sea un poder local”, viéndole como “el único que puede predicar y promover una transformación radical del mundo social”. Vattimo ve este foro como algo revolucionario, “porque cuando se toca la cuestión del acceso al agua potable para todos, esto es una llamada a una transformación global”. En ese sentido, afirma que “sin una iniciativa global para defender el derecho al agua potable para todos, es difícil solucionar o imaginar una evolución de la cuestión”.

Refiriéndose a Italia, donde hay un gran desperdicio de agua potable, también hay una tendencia a vender aguas minerales, a comercializar los recursos naturales sin respetar los derechos de los habitantes. Gianni Vattimo afirma que “la cuestión del agua está ligada al orden capitalista del mundo, no hay mucho que discutir sobre esto”. Existe una tendencia a comercializar los bienes comunes, en opinión del filósofo, siendo visto por los poderosos como comunismo todo aquello que lleva a defender los bienes comunes, como el agua o el aire.

Amazonía

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