El presidente del episcopado reflexiona en torno a la fiesta de Pentecostés Mons. Ojea pide al Espíritu “que nos enseñe a acompañarnos, a escuchar, a sentirnos cerca”

Mons. Ojea Pentecostés
Mons. Ojea Pentecostés

“El Espíritu Santo es el consuelo, el que nunca nos deja solos”

“Consolar quiere decir justamente acompañar la soledad

"Vivir en la diversidad, apreciar lo diverso, a ver con sencillez los carismas que no tenemos y a valorarlos en los demás, abrir los ojos para poder decir que bien, aquel o aquella, tiene esto que yo no tengo y lo valoro”

"El Espíritu como una verdadera compañía, como un consuelo de cualquier soledad en este tiempo difícil, que aprendamos a consolar a los demás y que aprendamos a apreciar lo diverso, a valorar aquellos dones que nosotros no tenemos y que aportan al mismo cuerpo”

Mons. Oscar Ojea Buen Pastor

Con motivo de la Solemnidad de Pentecostés, en la que la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo, Mons. Oscar Ojea reflexiona brevemente sobre aquel a quien “Jesús lo llama el Paráclito, que en griego quiere decir aquel que es convocado por el Padre y el Hijo para estar al lado de nosotros, aquel que es llamado para estar al lado de”.

El presidente del episcopado argentino define afirma que “el Espíritu Santo es el consuelo, el que nunca nos deja solos”, una forma de entenderle que cobra especial sentido en este tiempo de pandemia, que en los últimos días ha vuelto a atacar con virulencia a Argentina, donde una vez más los templos ha sido cerrados. En medio de un tiempo de aislamiento social, Mons. Ojea afirma que “consolar quiere decir justamente acompañar la soledad”.

El bautismo nos lleva a entender que “ninguno de nosotros está solo, el Espíritu acompaña toda nuestra vida”. Por eso destaca la importancia en este tiempo de “una pastoral del consuelo, pedirle al Espíritu que nos enseñe a acompañarnos, a escuchar, a sentirnos cerca, a contener, a no apresurarnos, a vivir con mayor serenidad, con menos ansiedad, con más respeto”, insistiendo en que “el Espíritu nos acompaña”.

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Junto con eso, destaca que “el Espíritu también es llamado el alma de la Iglesia”. En su reflexión dice que “el alma está en todas y cada una de las partes del cuerpo, el alma está para la unidad”. Como consecuencia de eso, enfatiza que “el Espíritu hace la comunión y hace la unidad, en la Iglesia y en el mundo”. Hablar del Espíritu nos lleva a pensar en los carismas, en alguien que “da la libertad necesaria como para valorar todos los carismas”. El prelado define los carismas como “los dones que regala el Espíritu”, afirmando que “son diferentes y todos son necesarios”.

Mons. Ojea destaca la gran importancia del Espíritu, “para poder enseñarnos a vivir en la diversidad, apreciar lo diverso, a ver con sencillez los carismas que no tenemos y a valorarlos en los demás, abrir los ojos para poder decir que bien, aquel o aquella, tiene esto que yo no tengo y lo valoro”, una actitud que es vista como “un aporte a la comunidad”. Por eso pide al Espíritu: “ayuda este vacío que tengo para poder llenarlo de vos, llenarlo de tu amor”.

Finalmente invita a vivir “el Espíritu como una verdadera compañía, como un consuelo de cualquier soledad en este tiempo difícil, que aprendamos a consolar a los demás y que aprendamos a apreciar lo diverso, a valorar aquellos dones que nosotros no tenemos y que aportan al mismo cuerpo”.

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