Hombre de dolores

Jesús


“El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento. Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente. El Señor me ha dado entendimiento, yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. Ofrecí mi espalda para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían. El señor es quien me ayuda” (Is 50,4-9).


Estas palabras del profeta Isaías no pueden ser más elocuentes, son la pura realidad de lo que le ocurrió a Jesús en su pasión. Lo ultrajaron sin razón, nadie salió en su defensa. ¿Dónde están aquellos a los que había curado, dónde están sus amigos, dónde están sus apóstoles? Su única defensa fue su Padre que tampoco le ahorró el cáliz pero lo confortó para que fuera capaz de llevar hasta el fin el plan de salvación.

Hombre de dolores triturado por la culpa de toda la humanidad, “sus heridas nos han curado”, dice Pedro en una de sus cartas. Justamente Pedro que lleva en su corazón la negación a su maestro está muy convencido de la gracia de la redención. Y la pasión de Jesús continua hoy en tantos hombres ultrajados, pisoteados en los derechos más elementales, expuestos a toda clase de vejaciones ante las cuales nos sentimos impotentes para hacer algo a su favor. ¿Será lo que les ocurrió a los que durante su pasión no supieron salir en su defensa?Texto: Hna. Maria Nuria Gaza.
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