Dedicaremos el post de hoy a presentar dos poemas de inspiración sanjuanista: “Alcotán sin fatiga” y “La corza herida”. Informa Leopoldo de Luis en la Presentación de “A corazón abierto”:
“Sin ser propiamente mística –porque aquí el poeta no busca diluirse en la Divinidad, sino dilucidar el misterio– la poesía de Mostaza tiende al empleo de términos usuales en la tradición castellana del misticismo: los ciervos, los corzos, la cetrería, el vuelo...”
El primer poema “Alcotán sin fatiga” está inspirado en los conocidos versos de Juan de Yepes:“Tras de un amoroso lance / y no de esperanza falto / subí tan alto, tan alto / que le di a la caza alcance...” (pulsar). No improvisa el poeta al escribir estos versos: modifica ligerísimamente una canción amorosa, anónima y profana, dándole sentido nuevo “a lo divino”(pulsar).
"ANDA MI CORAZÓN TRAS UNA GARZA..."
Se habla, en el poema de san Juan de la Cruz, del arte de cetrería, tan popular en aquella cultura, aunque ejercitado por la nobleza y potentados. Arte que también en nuestra época se practica como singular y milenario deporte: hace solo un año la Unesco lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en una candidatura multinacional en la que también figuraba España.
Desde el enguantado puño del cetrero, se lanza el halcón o azor hacia la presa en veloz vuelo y le da alcance con sus feroces garras. Espectáculo cruel para quien sólo observa la destrucción de la víctima, hermoso para los que admiran la simbiosis hombre/ave-de-presa y el asombroso vuelo y eficaz captura de la poderosa rapaz.
Se identifica Bartolomé Mostaza con un alcotán, halcón de notabilísima agilidad. "Los alcotanes parecen volar por puro deleite, volteándose, planeando boca arriba y rizando el rizo solos o en grupos familiares..."
Aunque Juan de la Cruz no especifica en su canción a qué familia volátil pertenece el ave de presa que le representa en los versos, ni qué carne de pluma persigue su voracidad, sí que, en el juego de alegorías, lo especifica el vate zamorano: un resistente alcotán acosa a una lejana, saciadora, garza que, volandera, huye y huye como una luz... La moraleja final es que, a pesar de tan excitante botín, aunque arda el poeta de amor, nunca queda su hambre totalmente satisfecha, porque espera una Presa saciadora final. Una observación: se llama "alcándara" la percha donde se posan las aves de cetrería.
ALCOTÁN SIN FATIGA
Alcotán por el aire en cetrería,
anda mi corazón tras una garza,
de cima en cima, volandera,
como una luz, huyendo...
Alcotán destinado, fiero, dulce,
cebándose en deseos del deseo
final de la última, lejana
y saciadora, presa.
Y va de vuelo, va sesgando azares,
va rasgando las nubes del misterio,
va de ilusión en desengaño,
sin que su garza cobre.
Sin volver a la alcándara olvidada,
el alcotán a todo viento boga...
Se sume, bosque adentro, y surge,
cielo arriba, de nuevo...
Alcotán sin fatiga, cuantas presas
abate, no lo sacian, lo encarnizan;
y él va volando, enfurecido
de amor y de esperanza.
"LA CORZA JOVEN QUE IBA HERIDA DEL CAZADOR..."
Inicia Juan de Yepes su “Cántico” con la angustia de la Enamorada por la ausencia del Amado, que se representa en figura de ciervo que huye después de haber herido en el corazón a la Amada: “¿Adónde te escondiste, / Amado, y me dejaste con gemido? / Como el ciervo huiste / habiéndome herido, / salí tras ti clamando y eras ido.”
Más tarde, en la estrofa 13, anuncia la Esposa que se acerca volando al encuentro del Amado. Y se escucha una voz que aconseja: “Vuélvete, paloma, / que el ciervo vulnerado / por el otero asoma / al aire de tu vuelo, y fresco toma.” Es claro, en estos versos, que la imagen del ciervo herido, herido de amor supongo, simboliza la presencia de Cristo. ¡Qué próximos estamos a los dulces requiebros de la pareja del Cantar de los Cantares!
El poema “La corza herida” de Mostaza está fechado en 1940, pocos meses después del final de la contienda civil española y ya en plena guerra europea. No es de extrañar la confusión del poeta que busca caminos en la noche del bosque y, sobre todo, huellas de la joven corza herida que simboliza, supongo, la vida, la pasión, la divinidad del fascinante Amado.
LA CORZA HERIDA
Ando buscando un camino
que duele en mi corazón.
Y me revuelvo en un bosque
–ciega noche en rededor–
a la espera del levante
que me amanezca de sol.
Ando buscando un camino
que con su fuga trazó
la corza joven que iba
herida del cazador...
Herida, que más no puede
–¡ay manantial, ay amor!–,
la acosada corza huyendo
en lo oscuro se perdió...
