¡Acogidos!

Ayer cruzaron las fronteras de Polonia el grupo de jóvenes de Vitoria, enviados a la Jornada Mundial de la Juventud. Su primer destino la ciudad de Siewierz, perteneciente a la Diócesis de Sosnowiec.


Todos quedaron impresionados por la acogida recibida. Una de las chicas del grupo lo relataba así por wassap: “La llegada a sido increíble, entrando en el pueblo nos ha seguido un coche agitando por la ventana una bandera con el logotipo de la JMJ, y al doblar una esquina había un montón de gente esperándonos delante de lo que creo era una iglesia. Había dos personas, un chico y una chica, vestidos con los trajes tradicionales, y nos han explicado una costumbre de bienvenida, después nos han llevado a cada uno a la casa que nos correspondía.”

En grupos de dos tres o cuatro personas han sido distribuidos en casas particulares en donde las familias se han prestado para un servicio de acogida. La cena fue el primer momento de contacto y las primeras impresiones son muy positivas, “les ha tocado una familia muy maja”, era el comentario general en el grupo de wassap de padres. Y ellos lo contaban así: “Es un pueblito muy pequeño y muy acogedor. A Maria y a mí nos ha acogido una familia, son cuatro personas, el padre, la madre, y dos chicas de 20 y 17 años... por el momento nos apañamos bastante bien con el inglés pero también estamos intentando aprender algo de polaco ”

El obispo de Vitoria, monseñor Elizalde, destacaba también la acogida de “nuestro pueblo polaco” e informaba a los padres de las actividades para el día siguiente: “Mañana a las 10 Eucaristía con el evangelio del Hijo pródigo: Lucas 15, actividades por el pueblo y Adoración Eucarística.”

Non solum sed etiam.


No hemos enviado a nuestros hijos a una tournée vacacional, y lo sabemos. Hemos apostado por una experiencia que puede llegar a marcarles la vida. ¿Hasta dónde? Solo Dios lo sabe.

Pero estamos convencidos que para este grupo el viaje a la JMJ les va a suponer conocer una verdadera Iglesia Católica, Universal; esa diversidad racial, étnica y cultural que ellos ya viven con normalidad en sus aulas, ahora se amplía con una experiencia de fe compartida donde ni la lengua es una barrera sino más bien una oportunidad de estar atento, más atento, al otro. En palabras de monseñor Elizalde: “Los jóvenes son conscientes de que les acogen como a Jesús Huésped y quieren estar a la altura.”
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