"Ahora es el momento de dar el espaldarazo definitivo a todos estos cambios" Juntos con la Iglesia
La postura de la Iglesia en cuanto a las personas LGTBIQ+ ha cambiado mucho en los últimos 10-15 años, gracias principalmente al Papa Francisco, pero también a la labor que desde hace ya más de 50 años hacen multitud de comunidades creyentes LGTBIQ+ a lo largo de todo el mundo
Una Iglesia como Dios quiere, y no una Iglesia inmovilista, porque es obligación de la Iglesia adaptarse a los tiempos y al soplar del Espíritu, y este lleva soplando mucho tiempo en este sentido
| Victoria Rodríguez, miembro del equipo de acogida de la diversidad sexual y de género de CVX-España y de Cristianxs Trans
Se ha escrito mucho sobre el incidente ocurrido en una iglesia de Sevilla la semana pasada. Sin embargo el punto más importante del suceso ha pasado principalmente desapercibido. Y este es que las personas que reciben los ataques y vituperios no son los creyentes homosexuales allí reunidos en oración, sino el sacerdote que los acompaña. Este es al que se dirigen todos los insultos y recriminaciones, empezando por la que se repite varias veces, “Traidor”.
Y es que estamos tan acostumbrados a ver a personas LGTBIQ+ como el objetivo de estos ataques, que incluso cuando no lo son, nuestro subconsciente nos hace pensar que es así. Pero vean el video una vez más y fíjense como ningún insulto se dirige a las personas homosexuales allí presentes, sino que todos se dirigen al sacerdote. O más bien dicho a la institución que este representa, la Iglesia Católica. Y es aquí donde los apelativos de traidores empiezan a entenderse.
Porque lo cierto es que la postura de la Iglesia en cuanto a las personas LGTBIQ+ ha cambiado mucho en los últimos 10-15 años, gracias principalmente al Papa Francisco, pero también a la labor que desde hace ya más de 50 años hacen multitud de comunidades creyentes LGTBIQ+ a lo largo de todo el mundo. Ha sido un trabajo lento, de décadas, pero que está empezando ya a dar su fruto. Y ese fruto se vio de forma muy clara en el reciente jubileo LGBT de Roma, donde la homilía allí leída llamaba a un cambio claro de la postura de la Iglesia.
Reflexión sobre el Evangelio del domingo desde la experiencia LGBTIQ+
— Ichthys Cristian@s LGBTIQ+ de Sevilla (@Ichthys_Sevilla) November 22, 2025
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Y las conclusiones de la conferencia episcopal italiana, aprobada el mes pasado con cerca de un 80% de votos, no dejaban lugar a dudas. La postura oficial de la Iglesia Católica respecto a la homosexualidad ha dado prácticamente un giro de 180º desde los años 80. Todavía faltan por leerse las conclusiones del sínodo, pero todo apunta a que irán en la misma dirección.
Y por eso ahora, justo ahora, tenemos a grupos radicales como este, que atacan a la Iglesia, llamándola de traidora por actualizar su doctrina a las palabras de Pedro
“Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo […] En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hech 10:28-35)
Ese texto, y otros similares, se leyeron en la famosa homilía del jubileo, por lo que este cambio de doctrina no es en ningún caso una traición, sino rasgar la cortina de los ojos. Liberarse de la homofobia que estaba presente en la Iglesia, igual que en toda la sociedad desde tiempos inmemoriales, y una vez libre de esta, poder acercarse mucho más en el verdadero mensaje de los Evangelios. Dios no hace acepción de personas, sean judíos, gentiles, heteros o LGTBIQ+. Al contrario Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado (Sab 11:24)
Pero los cambios no son siempre del gusto de todos. Así como un 80% voto a favor de la propuesta, un 20% voto en contra o se abstuvo. Así como la mayoría aplaude una Iglesia más diversa e inclusiva, donde todos tengan su lugar en la mesa, hay una minoría que protagoniza actos como los de la semana pasada.
Y es por eso que es ahora más importante que nunca que apoyemos a ese 80% de la Iglesia que está dispuesta a cambiar y hacer de la Iglesia una auténtica madre de todos. Una Iglesia como Dios quiere, y no una Iglesia inmovilista, porque es obligación de la Iglesia adaptarse a los tiempos y al soplar del Espíritu, y este lleva soplando mucho tiempo en este sentido. Y por eso cuando los ataquen es importante que sientan que no están solos, que la mayoría de la Iglesia están con ellos, y que los que desearían que Dios si hiciera acepción de personas y que la creación fuera mucho menos diversa son una pequeña minoría. Muy ruidosa a veces, pero una minoría. Que además intenta hacer de Dios una excusa para sus auténticos objetivos, cuando Él es el Rey del Universo y está muy por encima de cualquier interés político.
Y eso es tarea del laicado en pleno, no solo los creyentes LGTBIQ+ y sus aliados, sino todo el laicado que sabe que Dios no hace acepción de personas, que todos tiene un puesto en la mesa del Señor y que no necesita que haya un grupo “inferior” (las personas LGTBIQ+) para ellos sentirse mejores por ser heteros. Porque todos somos hijos de Dios en igualdad, trabajando para lograr una autentica Iglesia sinodal y circular, sin grupos por encima o por debajo. Cada uno con la vocación y los talentos que Dios le ha dado, todos diferentes pero todos en igual dignidad y respeto. Porque los miembros de la Iglesia son muchos y muy variados. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios […] De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan (1 Cor 12:22-26)
— Ichthys Cristian@s LGBTIQ+ de Sevilla (@Ichthys_Sevilla) November 18, 2025
Como creyente católica laica no puedo estar más orgullosa de la Iglesia que se ha estado transformando y construyendo en estas últimas décadas. Una Iglesia imperfecta, como toda construcción de los hombres, pero con autentica vocación de inclusión, de entrega a los más pobres y necesitados, de no tapar más los abusos dentro de ella. Una Iglesia que ahora como laicado debemos proteger de los ataques de las minorías más radicales que los acusan de traidores y a los que les gustaría volver a la época preconciliar si pudieran. No es casualidad que las juventudes estén cada vez más interesadas en la Iglesia y lo que representan. El Espíritu sopla y este es el camino. Ahora es el momento que como laicado, todos juntos, debemos el espaldarazo definitivo a todos estos cambios. Que los párrocos se sientan apoyados por las comunidades y que no teman meterse en problemas con estos temas, sino que al contrario los sientan parte de su vocación evangelizadora y de ayuda a los marginados, como no podría ser de otra forma.
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