El Papa visita el Hogar de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, en Estambul "Los ancianos son la sabiduría de un pueblo": el mensaje de León XIV con Francisco en el recuerdo

El Papa escucha a una de las ancianas
El Papa escucha a una de las ancianas RD/Captura

"¡La acogida es el don de esta casa!". Ese fue el saludo inicial que ofreció el Papa León XIV esta mañana en el Hogar de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, en Estambul, adonde se dirigió en su segundo día de visita en Turquía, tras su encuentro en la catedral del Espíritu Santo con los fieles, las religiosas y el clero de la pequeña Iglesia turca

"¡La acogida es el don de esta casa!". Ese fue el saludo inicial que ofreció el Papa León XIV esta mañana en el Hogar de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, en Estambul, adonde se dirigió en su segundo día de visita en Turquía, tras su encuentro en la catedral del Espíritu Santo con los fieles, las religiosas y el clero de la pequeña Iglesia turca.

"Un don que viene de Dios y que las Hermanitas de los Pobres, los trabajadores y los  benefactores, así como todos los huéspedes, hacen fructificar en su convivencia cotidiana", prosiguió el Pontífice en su breve alocución, tras la cual, y después del rezo del Ave María, se dirigió en coche a la Delegación Apostólica, donde a las 11:30 h se reunió en privado con el Gran Rabino de Turquía.

Creemos. Crecemos. Contigo

En la capilla del Hogar, donde se encontraban el personal, los residentes y los benefactores del centro, Robert F. Prevost quiso brindar a todos ellos "dos sencillas reflexiones", la primera de las cuales la centró "en el nombre de ustedes, queridas hermanas: se llaman 'Hermanitas de  los Pobres'”, comenzó diciendo, porque "el Señor no las ha llamado sólo para asistir o ayudar a los pobres. ¡Las ha llamado a ser sus 'hermanas'".

La segunda reflexión la centró el papa Prevost en los ancianos, los "huéspedes" del centro. "Ustedes son adultos mayores. Y esta palabra, “mayor”, hoy corre el riesgo de perder su significado más verdadero: en muchos contextos sociales, donde domina la eficiencia y el materialismo, se ha perdido el sentido del respeto por las personas mayores", destacó el Papa, con ecos en este asunto también de su predecesor Francisco, a quien citó acto seguido.

Los ancianos residentes en el centro de las Hermanitas de los Pobres en Estambul
Los ancianos residentes en el centro de las Hermanitas de los Pobres en Estambul RD/Captura

"En cambio –añadió–, la Sagrada Escritura y las buenas tradiciones nos enseñan que —como solía repetir el Papa Francisco— los ancianos son la sabiduría de un pueblo, una riqueza para los nietos, para las familias, para toda la sociedad", por lo que, añadió, "va un doble agradecimiento a esta casa que, en nombre de la fraternidad, se abre a la  acogida de los adultos mayores".

"Con su presencia está recordando la importancia de cuidar a los ancianos en el mundo actual", le reconoció en sus palabras iniciales del acto la superiora de este centro de las Hermanitas de los Pobres, sor Margarette. "Su visita seguirá siempre una fuente de alegría y aliento".

Sor Margarette, superiora del centro
Sor Margarette, superiora del centro RD/Captura

Las palabras del Papa

Queridas hermanas y queridos hermanos, ¡buenos días! 

Agradezco de corazón las palabras de bienvenida y la acogida. ¡La acogida es el don de esta casa! Un don que viene de Dios y que las Hermanitas de los Pobres, los trabajadores y los  benefactores, así como todos los huéspedes, hacen fructificar en su convivencia cotidiana. ¡Gracias a  todos! 

Me gustaría compartir con ustedes dos sencillas reflexiones. 

La primera se inspira en el nombre de ustedes, queridas hermanas: se llaman “Hermanitas de  los Pobres”. Un nombre hermoso, ¡y que da qué pensar! Sí, el Señor no las ha llamado sólo para  asistir o ayudar a los pobres. ¡Las ha llamado a ser sus “hermanas”! Como Jesús, a quien el Padre  envió no sólo para ayudarnos y servirnos, sino para ser nuestro hermano. Este es el secreto de la caridad cristiana: antes que ser para los demás, se trata de estar con los demás, en un compartir basado  en la fraternidad. 

El Papa, en la capilla de la residencia de ancianos
El Papa, en la capilla de la residencia de ancianos RD/Captura

La segunda reflexión me la sugieren ustedes, queridos huéspedes de esta casa. Ustedes son  adultos mayores. Y esta palabra, “mayor”, hoy corre el riesgo de perder su significado más verdadero:  en muchos contextos sociales, donde domina la eficiencia y el materialismo, se ha perdido el sentido  del respeto por las personas mayores. En cambio, la Sagrada Escritura y las buenas tradiciones nos  enseñan que —como solía repetir el Papa Francisco— los ancianos son la sabiduría de un pueblo, una  riqueza para los nietos, para las familias, para toda la sociedad. 

Por eso, va un doble agradecimiento a esta casa que, en nombre de la fraternidad, se abre a la  acogida de los adultos mayores. Esto, lo sabemos, no es fácil, requiere mucha paciencia y mucha  oración. Por eso, ahora roguemos al Señor que los acompañe y los sostenga, e invoquemos su  bendición. 

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