" Sueño con una Merced samaritana, encarnada y haciéndose cercanía" Pedro Nolasco: luz en las periferias de la esclavitud

Pedro Nolasco
Pedro Nolasco

"San Pedro Nolasco, funda la Orden de la Merced un 10 de agosto de 1218, en la Catedral de Barcelon"

"Descubre a Dios en el mundo de las periferias de su tiempo, entre las personas crucificadas por el cautiverio, aquellos que han perdido la libertad y son vendidos como mercancía en los mercados de esclavos"

"Desde su fundación hace más de 800 años, la Orden de la Merced ha hecho experiencia vital el “ayudar, visitar y redimir” a aquellos que se encuentran sometidos a situaciones contrarias a la libertad"

Han pasado ya 780 años, era el 06 de mayo de 1245, cuando Pedro Nolasco al morir, escuchaba la voz del Rey: “Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me diste de comer, tuve sed, y me diste de beber; era forastero y me acogiste; estaba desnudo, y me vestiste; enfermo y me visitaste; en la cárcel, y viniste a verme” (cfr. Mt. 25, 31-46).

A lo largo de los siglos, surgen mujeres y hombres que trascienden el tiempo, son luces pascuales que iluminan las oscuridades que se ciernen sobre la vida, devolviendo la esperanza, pues dan testimonio de un Dios que es amor. Entre ellos, encontramos a un hombre del siglo XIII, Nolasco, signo visible del amor redentor de Jesús.

Especial Papa Francisco y Cónclave

Mercedarios, hoy
Mercedarios, hoy

San Pedro Nolasco, funda la Orden de la Merced un 10 de agosto de 1218, en la Catedral de Barcelona. Un cristiano, un laico que se hará palabra tangible de Jesús por el testimonio de una vida con olor a evangelio, no por el mucho hablar o el mucho escribir. Descubre a Dios en el mundo de las periferias de su tiempo, entre las personas crucificadas por el cautiverio, aquellos que han perdido la libertad y son vendidos como mercancía en los mercados de esclavos.

La vida de Nolasco emerge hoy en el s. XXI recordándole a la familia mercedaria, y a todo cristiano: que debemos “estar siempre alegremente dispuestos a dar la vida como Jesucristo”; que la caridad verdadera se pone en práctica al estilo de Mt. 25, 31-46, y que la vida se vive en clave de servicio a los hermanos más necesitados; el modelo a imitar es Cristo Redentor que libera de toda esclavitud; a Cristo se le descubre entre los oprimidos y cautivos. Estamos llamados a ser fuertes en la fe, eximios en la caridad y firmes en la esperanza, ahí donde la libertad sea amenazada, oprimida y degradada, por principios y sistemas opuestos al Evangelio y que ponen en peligro la fe. 

Desde su fundación hace más de 800 años, la Orden de la Merced ha hecho experiencia vital el “ayudar, visitar y redimir” a aquellos que se encuentran sometidos a situaciones contrarias a la libertad. Nolasco, desde su realidad del medioevo, hacía suyas las palabras que dirá mucho tiempo después nuestro recordado papa Francisco: ¡Vayamos a la periferia! Una y otra vez durante su pontificado, nos remarcó la importancia de dejar las seguridades y partir hacia las periferias geográficas y existenciales.

Nolasco
Nolasco

A lo largo de los siglos la libertad sigue siendo amenazada, hoy Pedro Nolasco contemplaría el rostro del sufriente, del cautivo entre los excluidos, los pobres e indigentes, las víctimas del tráfico y la trata de personas, los migrantes y refugiados, los drogodependientes, en los desplazados y refugiados, en los campesinos sin tierra, en los presos, en los que pasan hambre, en el terrorismo y la guerra, en las mujeres explotadas y violentadas, en los niños soldados, en los trabajadores sin derechos laborales, en los que no tienen acceso a la educación y a los servicios más básicos, en los sometidos a una economía salvaje que destruye dignidades.

En los sobrantes y desechados de la sociedad, los sin nombre, sin rostro y sin importancia. En los más de 380 millones de cristianos que son perseguidos por causa de su fe. Nolasco, descubriría a Cristo entre los 50 millones de esclavos de hoy. ¡Tantos descartados!, aplastados por el peso de las cadenas del cautiverio.

Me gustaría concluir con un extracto del poema: “El sueño de Pedro Nolasco”; al final, es el sueño de Dios para su Iglesia:


Dime Pedro: ¿Cómo sueñas a la Merced?


Sueño con una comunidad de hermanos y hermanas

con vocación de libertad, esclavos solo por el amor.

Discípulos de Jesús, con radicalidad de profetas,

dispuestos a dar la vida con fuego redentor.


Sueño con una Merced samaritana,

encarnada y haciéndose cercanía,

con mirada de Jesús y corazón contemplativo,

reconociendo al crucificado en las periferias del camino.


Sueño con una Merced capaz de escuchar el clamor de los pobres,

una Merced que no se hace sorda al grito de las migraciones,

al grito del hambre y al grito de la guerra, al grito de las cárceles,

al grito de la humanidad herida y al grito de los invisibles, 

una Merced escuchadora del dolor que resuena en tantas oscuridades.

Nolasco
Nolasco

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