Lecciones a la intemperie institucional Los incendios como síntoma de decadencia social

2025. Agosto negro en España
2025. Agosto negro en España

"¿Cómo es posible que se hayan recortado los recursos para la prevención de incendios casi al 50%?"

"Quienes luchan contra el fuego se quejan siempre de lo mismo: descoordinación, personal exhausto que enfrenta jornadas eternas y la desprotección absoluta de las personas voluntarias que acuden para ayudar. Esto debería ser una de las prioridades del Estado y de la sociedad. Nos jugamos mucho"

"Las inundaciones, los incendios y la sequía son nuestros mayores retos ecológicos. Las respuestas son nulas. Carecemos de políticas públicas, de estrategias que vertebren y aúnen las administraciones centrales, locales y autonómicas"

"Les propongo que equiparen las noticias de los medios sobre los incendios del 2024 con las que estamos leyendo estos días, y son calcadas: las mismas cifras, los mismos incumplimientos, las mismas víctimas y la irresponsabilidad supina de algunos dirigentes políticos"

El 29 de octubre nos dejó innumerables lecciones. Una de ellas fue la descoordinación entre administraciones. La ciudadanía notó en sus propias carnes la intemperie institucional. Todo ello se reforzó después en dos hechos. El primero, la pugna política que llegó a utilizar, y sigue utilizando, los muertos en su propio beneficio. Es algo que jamás deberíamos olvidar. Los púlpitos políticos se convirtieron en órdagos, en ultimátum al contrario para buscar su desgaste y destrucción. El segundo, con el paso del tiempo hemos sido testigos que las administraciones, central y autonómica, han parado de invertir, desde hace años, en todo aquello que implica la prevención de las riadas, ya sean construcciones hidráulicas o limpieza y mantenimiento diario de ríos y barrancos sabiendo que todos los años la zona mediterránea sufre inundaciones.

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¿Cómo es posible que se hayan recortado los recursos para la prevención de incendios casi al 50%? Fíjense hasta donde estamos llegando. La inversión pública forestal que el Estado y las comunidades autónomas destinaban en 2009 ascendía a 1.742 millones de euros. Trece años después, en 2022, se redujo un 26% llegando a los 1295 millones. Sin embargo, en este recorte la reducción más elevada, a la mitad, está en la partida concreta que va destinada a la prevención de los incendios. Y así, año tras año.

Fuego en la pista de acceso a Brañagallones
Fuego en la pista de acceso a Brañagallones Protección Civil Alto Nalón

"¿Cómo es posible que se hayan recortado los recursos para la prevención de incendios casi al 50%?"

Quienes luchan contra el fuego se quejan siempre de lo mismo: descoordinación, personal exhausto que enfrenta jornadas eternas y la desprotección absoluta de las personas voluntarias que acuden para ayudar. Esto debería ser una de las prioridades del Estado y de la sociedad. Nos jugamos mucho. Cuando se nos llena la boca del cambio climático, de cuidar nuestro entorno, la naturaleza, nuestros bosques, del reciclaje, de toda esa cultura verde y limpia que lo llena todo por doquier, deberíamos saber que no hay nada más ecológico y ecologista que asumir como primera prioridad de país este asunto.

"No nos quejemos ni pongamos el grito en el cielo, compungidos por la sorpresa de los acontecimientos y de la historia. Esta es nuestra decadencia, no sólo política, sino social de la que todos somos responsables"

Las inundaciones, los incendios y la sequía son nuestros mayores retos ecológicos. Las respuestas son nulas. Carecemos de políticas públicas, de estrategias que vertebren y aúnen las administraciones centrales, locales y autonómicas. Pero pongan sobre la mesa otros temas que nos siguen abriendo en canal y que no se toma ni una sola decisión. La vivienda es un ejemplo. No nos engañemos: cuando la política deja de hacer su función, los populismos y los extremos tienen las puertas abiertas de par en par. Después no nos quejemos ni pongamos el grito en el cielo, compungidos por la sorpresa de los acontecimientos y de la historia. Esta es nuestra decadencia, no sólo política, sino social de la que todos somos responsables.

Creíamos, como siempre, que íbamos a aprender -ya veremos qué pasa en otoño cuando las lluvias y las gotas frías vuelvan a aparecer- y que estos desajustes ya no se producirían, pero ha sido darse la primera crisis, los incendios, un hecho en el que se requiere de la colaboración entre administraciones, y se han asomado las mismas vergüenzas que implican una decadencia como país y sociedad. Les propongo que equiparen las noticias de los medios sobre los incendios del 2024 con las que estamos leyendo estos días, y son calcadas: las mismas cifras, los mismos incumplimientos, las mismas víctimas y la irresponsabilidad supina de algunos dirigentes políticos.

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