El cardenal del seny que da la cara

"Muchas gracias, monseñor, especialmente por lo poco habitual que es poder contar con un miembro de la jerarquía". Así despedía la "dura" Ana Pastor al cardenal sistach, tras participar en los desayunos de TVE. Y rubricaba sus palabras de agradecimiento con una amplia sonrisa llena de amabilidad, a la que correspondió el arzobispo de Barcelona con idéntica muestra de agrado y amabilidad.

Eso no fue óbice para que durante la entrevista la popular periodista se mostrase igual de incisiva que siempre. O quizás un poco menos, porque un cardenal sigue imponiendo lo suyo. Y, al menos en este caso, para bien.

El cardenal del seny aprovechó para explicarse sobre todas las cuestiones planteadas. Algunas escabrosas como la pederastia o los casos de bebes robados. Sistach dijo lo que quiso decir y salió airoso, muy airoso del trance por varias razones.

Primero por la forma. Sencillo, humilde, amable y siempre sonriente. Solo por eso rompió los esquemas de la entrevistadora y de sus acompañantes poco acostumbrados a las lides eclesiásticas y que suelen funcionar con el tópico típico del obispo cejijunto, gruñón y con cara de pocos amigos.

Segundo por el lenguaje utilizado a la hora de contestar. Un lenguaje directo, claro, sencillo, de la calle. Es decir, poco clerical o de sacristía. Y, sobre todo, sin pontificar,pero matizando.

Toda una lección la que dio, sin pretenderlo, el púrpurado barcelonés a algunos de sus colegas en la púrpura. Especialmente a Rouco. Por varias razones. Sin quererlo, lo dejo en evidencia. Simplemente por hacer lo que el arzobispo de Madrid y presidente de la CEE no hace. Por atreverse a dar la cara, en una entrevista sin red y con una entrevistadora que tiene fama de incisiva.

Sin pretenderlo puso en entredicho la estrategia de la afonía comunicativa de la CEE y de Rouco. Y demostró, con hechos, que no pasa nada por explicarse con humildad y sencillez ante la opinión pública. En la era mediática, éstos son los púlpitos, donde la gente quiere ver y escuchar a sus obispos. Eso sí, con humildad. Proponiendo "su" verdad,sin absolutismos ni dogmatismos.

José Manuel Vidal
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