Cuidado con los malos ejemplos. ¡Oh el derecho de precedencia!

No me gustan los malos ejemplos, pero conviene algunas veces recordarlos para no caer en ellos, sobre todo si hay peligro. No pongo el nombre. Un cardenal se sentó en el asiento de un ministro del Estado Español. El Ujier le indicó que aquel sitio estaba reservado para el ministro que presidía. El cardenal se resistió, porque – decía – a él le correspondía al ser príncipe de la Iglesia. Antievangélico.



El hecho hoy no tiene posible repetición, era en tiempos de Franco. Pero el espíritu puede estar latente en algunos prelados. Cuidado.

Pero hoy caben otros malos ejemplos de preferir los primeros puestos. Cabildos en los que el "derecho de preferencia" sigue respetándose escrupulosamente, e incluso apoyan su diginidad en esa precedencia. Es necesario que un obispo llegue y mande a la porra estas costumbres antievangélicas y pueriles. Ya es hora. La igualdad fundamental de hermanos, y que cada uno desemepeñe luego su función encomendada con amor.



José María Lorenzo Amelibia
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