Se trata de algo tan sencillo como enseñar a orar. Es una realidad que el niño y el adolescente gustan de la oración bien hecha. A veces ni se lo formulan, pero si nos reunimos en ocasiones y dedicamos un rato a la oración con atención, concentración y nos ven con ilusión a los mayores, ellos mismos se animan y disfrutan del contacto con Dios.
Si los dejamos a su libre albedrío, saben muy poco. Algunas veces ya rezan para conseguir algún beneficio de tipo material o humano de Dios. Si nosotros les orientamos en este tema trascendental, ellos mismos se ilusionarán y serán más felices, y sobre todo mejores personas, mejores cristianos. Una vez que los niños y adolescentes gusten de la oración, no la dejarán, y si la abandonan, estamos seguros que volverán a ella en cualquier momento de su vida.
SE TRATA EN PRINCIPIO DE LO SIGUIENTE 1.- Crear escuelas de oración entre los niños mayores de enseñanza primaria y en la enseñanza media. Para ello es muy bueno seguir el método de relajación y respiración. (En este mismo lugar, conviene que mires el folleto titulado "Educación en la atención").
2.- En cada curso, procurar un número de diez a doce alumnos; no más. El número de niños que se comprometa se reunirá con su animador una vez por semana. Las clases se desarrollarán en tiempo extraescolar, por la tarde, o los sábados por la mañana. 3.- Sería preciso que los animadores de oración se reunieran las veces necesarias para estudiar los métodos, a fin de poder enseñar mejor a los discípulos los caminos de la oración. 4.- ¿El ideal? Que estos grupos de animadores se extendieran de tal manera que pudieran atender no sólo colegios de enseñanza primaria, sino también secundaria e incluso universitaria. Incluso ofrecerse a parroquias que necesiten ayuda. 5.- El compromiso persona: dedicar tres cuartos de hora semanales para enseñar a orar, y antes reunirse para hacer juntos un rato de oración y comentar algo los métodos empleados y el resultado.
